He aquí una pequeña selección de las buenas frases y bromas que el Papa Francisco ha dicho desde su acceso al trono de San Pedro en 2013 y que comparte en su autobiografía.
La cura del tequila
Durante una audiencia general en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco circulaba en su papamóvil. Un sacerdote mexicano, que había venido con algunos cohermanos, preguntó al anciano pontífice cómo estaba su rodilla. "¿Sabe lo que necesito para mi rodilla? Tequila".
A los jóvenes que quieren ser jesuitas
El Papa Francisco recibió a un funcionario de la Provincia Jesuita de China, y respondió a una serie de preguntas muy serias. En un momento dado, le preguntaron qué consejo daría a un joven que estuviera pensando en entrar en la Compañía de Jesús. La respuesta inmediata del Papa: "¡Hazte dominico!
El Papa bromea nada más despertarse de la operación
Aquejado de una hernia intestinal con riesgo de obstrucción, el Papa fue sometido a una operación de gran envergadura el 7 de junio de 2023. En rueda de prensa, el cirujano Sergio Alfieri describió las circunstancias de la operación. El Papa reaccionó "bien", dijo. "Ya hizo su primera broma hace 10 minutos", prosiguió el médico, que ya había operado al Papa dos años antes. "Se dice que el Papa le dijo al despertarse: '¿Cuándo será la tercera?'
El Papa y un obispo alemán
El pasado mes de septiembre, el Papa fue recibido en la catedral de Luxemburgo, y varios obispos se acercaron a saludarle. Jörg Michael Peters, obispo auxiliar de Tréveris, en la vecina Alemania. En los últimos años, las relaciones entre el episcopado alemán y la Santa Sede han estado cargadas de tensiones. Mons. Peters explicó al Papa que él y sus cohermanos le traían el cordial saludo de la Conferencia Episcopal Alemana. El Papa replicó con picardía: "¿Eso es católico?"
La "pista de aterrizaje" de un vaticanista
En el avión que le llevará a Eslovaquia en 2021, el Papa Francisco saluda a los periodistas que le acompañan. Se da cuenta de que no está la periodista más veterana, la mexicana Valentina Alazraki, pero se alegra al ver que está presente otro periodista experimentado, Philip Pullella, corresponsal de Reuters desde hace muchos años. Lo busca entre las filas de asientos del avión. "Ah, ahí está, ya veo la pista", exclama señalando al calvo periodista estadounidense.
Húngaro, la lengua del paraíso
El embajador húngaro Eduard Habsburg cuenta que en el aeropuerto de Budapest, el Papa Francisco, que sabe que la lengua húngara es notoriamente difícil de aprender, quiso contar su chiste húngaro favorito. "¿Sabes por qué se habla húngaro en el paraíso? Porque se tarda una eternidad en aprenderlo".
"¡Rezad por mí!
Al final de cada catequesis, el Papa Francisco nunca olvida concluir con esta petición: "No se olviden de rezar por mí". Pero a menudo, para terminar con humor, el Papa -que sabe que tiene detractores- mira a sus anfitriones y les dice: "¡Rezad por mí! No contra mí!"
El liturgista y el terrorista
En su última autobiografía, Esperanza (Albin Michel), el Papa cuenta un chiste que le contó el ex arzobispo de Canterbury Justin Welby: "¿Sabes cuál es la diferencia entre un liturgista y un terrorista? Con un terrorista se puede negociar…"
La historia del jesuita "un poco vanidoso"
En esta autobiografía, Francisco cuenta la historia de un jesuita un poco vanidoso que tuvo un problema de corazón y tuvo que ser ingresado en el hospital. "Antes de entrar en el quirófano, preguntó a Dios: 'Señor, ¿ha llegado mi hora?' 'No, vivirás al menos otros cuarenta años', le respondió Dios. En cuanto se recuperó, aprovechó para implantarse pelo, hacerse un lifting, una liposucción, quitarse los párpados y los dientes… En resumen, era un hombre nuevo. Pero nada más salir del hospital, fue atropellado por un coche y murió. Cuando acudió a Dios, protestó: '¡Señor, me dijiste que viviría otros cuarenta años!' Y Dios le dijo: 'Uy, perdona, no te había reconocido…'".
La historia del Papa Francisco en América
El Papa cuenta otra broma en Esperanza, una historia en la que se imagina llegando a Nueva York para un viaje apostólico. Cuando baja del avión, encuentra una enorme limusina esperándole.
"Está un poco avergonzado por el lujo, pero piensa para sí mismo que hace años que no conduce un coche así, así que ¿cuándo volverá a surgir la oportunidad? Mira la limusina y le pregunta al conductor: '¿Me deja conducir?' Y el conductor: 'Mire, lo siento mucho, Santidad, de verdad que no puedo, los procedimientos, el protocolo…'. Pero ya saben lo que dicen, cuando al Papa se le mete una idea en la cabeza… En fin, insiste e insiste hasta que el otro cede. Así que Francisco se puso al volante y salió por una de esas enormes carreteras, cogiéndole el truco, pisando el acelerador: cincuenta kilómetros por hora, ochenta, ciento veinte… Hasta que oyó una sirena y le paró un coche de policía. Un joven policía se acerca a la ventanilla tintada. Un poco intimidado, el Papa bajó la voz y el otro hombre palideció. Discúlpeme un momento', dijo, y se dirigió a su coche para llamar a la central.
-'Jefe… creo que tengo un problema'.
-¿Qué problema?, pregunta el jefe.
-Acabo de parar un coche por exceso de velocidad… pero es alguien muy importante'
- ¿Cómo de importante? ¿Es el alcalde?
-No, jefe, más importante que el alcalde.
-¿Más importante que el alcalde? ¿Más importante que quién? ¿El gobernador?
-No, aún más… No es el Presidente, ¿verdad?
-Más importante, creo… ¿Quién podría ser más importante que el Presidente?
-Mire, jefe, no sé quién es, ¡pero al menos su chófer es el Papa!"