"Lamentablemente, también hoy, en diversas partes del mundo, hay muchos hombres y mujeres perseguidos, a veces hasta la muerte, por causa del Evangelio", dijo el Papa Francisco durante el Ángelus del 26 de diciembre, fiesta litúrgica de san Esteban, el primer mártir. A diferencia del domingo pasado, cuando permaneció en la capilla de su residencia de Santa Marta, el pontífice de 88 años, visiblemente en mejor forma, apareció en la ventana del palacio apostólico vaticano, ante los miles de fieles congregados en la plaza de San Pedro.
Refiriéndose al relato de la lapidación de Esteban en los Hechos de los Apóstoles, Francisco explicó que el texto "lo muestra moribundo, rezando por sus asesinos". Explicó que esta actitud no es una admisión de impotencia y pasividad, sino que, por el contrario, "como hombre verdaderamente libre", Esteban "continúa amando incluso a sus asesinos y ofreciendo su vida por ellos, como Jesús en la cruz, para que se arrepientan y, perdonados, reciban el don de la vida eterna".
Como él, los mártires de hoy "no se dejan matar por debilidad, ni para defender una ideología, sino para compartir con todos el don de la salvación que han recibido del Señor Jesucristo". El Papa añadió que "lo hacen ante todo por el bien de sus asesinos que, más que otros, necesitan perdón y redención".
Francisco se refirió al ejemplo dado por "el beato Christian de Chergé, mártir de nuestro tiempo". Recordó que en su testamento espiritual, el prior del monasterio de Tibhirine, asesinado en 1996 y beatificado en 2018, había llamado "amigo de última hora" a su futuro asesino.
El Papa le hizo tres preguntas: "¿Siento el deseo de que todos conozcan a Dios y se salven? ¿Quiero también el bien de los que me hacen sufrir? ¿Me preocupo y rezo por tantos hermanos y hermanas perseguidos por su fe?"
Invocó la intercesión de "María, Reina de los Mártires" para ayudar a los cristianos de hoy a "ser testigos valientes del Evangelio para la salvación del mundo".
La cárcel, "catedral del dolor y de la esperanza"
Tras rezar el Ángelus, el Papa dio las gracias a todos los que le habían enviado felicitaciones navideñas. Volviendo a la apertura del Jubileo, Francisco explicó que el paso por la Puerta Santa es "un signo que expresa el sentido de nuestra vida: ir al encuentro de Jesús que nos ama" y que quiere "llevarnos a su Reino de amor y de paz".
Explicó que la cárcel de Rebibbia, donde esta mañana abrió una segunda Puerta Santa, es para él "la catedral del dolor y de la esperanza". En declaraciones a los periodistas a la salida de la cárcel, el Papa explicó que esta visita era "muy importante" para él. La mayoría de estos presos "no son peces gordos, porque los peces gordos tienen la excusa de quedarse fuera", dijo.
"Debemos acompañar a los presos", insistió el Papa durante este breve intercambio, recordando que "Jesús dijo que el día del Juicio nos juzgarán por esto: 'Estuve en la cárcel y me visitaste'".
Durante el rezo del Ángelus, el Papa renovó su llamamiento a la condonación de la deuda, invitando a apoyar la campaña de Cáritas titulada "Transformar la deuda en esperanza", "para aliviar a los países oprimidos por deudas insostenibles y promover el desarrollo", explicó.
"La cuestión de la deuda está ligada a la de la paz y al mercado negro de armas", insistió el Papa. "Trabajemos por el desarme, contra el hambre, contra las enfermedades, contra el trabajo infantil, y recemos por la paz en todo el mundo", dijo Francisco. Mencionó a la "martirizada Ucrania", Gaza, Israel, Myanmar y Kivu del Norte.
También envió sus "deseos de paz y fraternidad" a los judíos que celebran Hanukkah esta semana.