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Es como si la Navidad estuviera “de moda” en el cine. Este año, no sabemos muy bien por qué, se ha disparado la producción de cintas navideñas para todos los gustos: comedias, historias ñoñas y románticas, animaciones, fantasía… En Tudum, la página de Netflix, podemos acceder a un reportaje en el que nos informan de 25 películas sobre Navidad: todas ellas de la propia plataforma. Pero tragarse la lista completa equivaldría a errar. Una de las más agradables porque es animada y se dirige a los más pequeños es “Aquella Navidad”, dado que uno de sus guionistas es Richard Curtis, quien se basa en sus propios libros de cuentos para niños.
Para quien no recuerde el nombre de Curtis, haremos aquí un resumen. Es el director de solo tres películas, bastante memorables en el imaginario popular: Love Actually (referencia ineludible de las navidades), Radio encubierta (su filme menos conocido) y Una cuestión de tiempo (que ha adquirido ya el rango de obra de culto). Muchos de sus guiones se convirtieron en largometrajes muy queridos por el público aunque dirigidos por otros cineastas: Cuatro bodas y un funeral, Notting Hill, Caballo de batalla y Yesterday, por citar algunos.
Vaya por delante que, aunque Aquella Navidad resulta atractiva y nos divierte, es un producto para niños y no contiene tantos diálogos ni situaciones cómicas como las mencionadas películas. Dado que es para un público infantil, aquí falta (es obvio) ese toque sarcástico que a veces se da en sus textos, y que actores como Hugh Grant o Bill Nighy han sabido revivir en sus interpretaciones.
Hablando de Nighy, que suele participar en el cine de Richard Curtis, es una de las estrellas del doblaje original al prestar su voz al farero Bill. El otro famoso es Brian Cox, hoy de moda por la serie Sucesión, quien confiere su tono grave a Santa Claus: o, si prefieren, Papá Noel o San Nicolás o Viejito Pascuero, que son algunos de los nombres que recibe en distintas partes del planeta.
Celebrar los logros y sobrellevar las pérdidas
Uno de los personajes de Aquella Navidad, la profesora de colegio llamada señora Trapper (voz de Fiona Shaw, que los espectadores recordarán de la saga de Harry Potter), arisca y gruñona, dice en determinado momento de la película, refiriéndose a la Navidad: “Es la hora de celebrar los logros y sobrellevar las pérdidas”. Se trata de una adecuada definición de estas fechas y de sus vaivenes emocionales.
El filme dirigido por Simon Otto se centra en Wellington-on-Sea, una localidad ficticia situada en la costa de Suffolk, Inglaterra. Está a punto de llegar Nochebuena y antes de aparecer Papá Noel todo se enreda.
Un temporal de nieve corta las comunicaciones, con lo cual un padre divorciado no podrá ir a ver a su hijo, quien pasará casi todo el tiempo solo porque su madre tiene turnos extra de enfermera en el hospital en el que trabaja; unos cuantos padres se quedarán atascados en la nieve, dejando a sus hijos en casa durante varias horas; la propia señora Trapper, viuda y solitaria, se sentirá más sola aún porque el colegio cierra por culpa de la tormenta y no le queda nadie. Éstas son algunas de las situaciones.
Cuando aparece Santa Claus su intención es mejorar las cosas proporcionándoles más felicidad con sus regalos. Dado que actúa como narrador, él mismo confiesa que puede dar unos empujoncitos: sin embargo, la tarea de resolver sus asuntos corresponde a las personas.
Entre el 22 y el 26 de diciembre, que es el intervalo temporal donde transcurre la historia, esos habitantes del pueblo se encontrarán metidos en problemas y deberán apañárselas y colaborar entre ellos para solucionarlos y devolver su sentido a la comunidad. Al final vienen más o menos a decirnos que los mejores regalos provienen de la compañía que se hacen las personas.
Aquella Navidad resulta, a la postre, un cuento bienintencionado, con algunos guiños propios a Love Actually. Probablemente no quedará en el imaginario popular al igual que sucediese con las citadas obras de Curtis. Los espectadores infantiles, no obstante, pasarán un rato entretenido.