La obra maestra de J.R.R. Tolkien, El Señor de los Anillos, aunque no trata directamente de la Navidad, contiene muchos temas y símbolos relacionados con la Natividad. Tolkien, católico devoto, era perfectamente consciente de ello: infundió a sus novelas una dimensión espiritual, con numerosas alusiones teológicas y cristianas.
Una misión que comienza en Navidad
Un elemento clave en esta obra es la fecha en que la Compañía abandona Rivendel: el 25 de diciembre. Según el texto principal, Tolkien se limita a describir un día gris y frío de finales de diciembre, pero en los apéndices aclara que esta partida coincide con el día de Navidad.
Es en esta fecha cuando los héroes inician su viaje para destruir el Anillo Único y liberar al mundo de sus garras. Esta búsqueda culmina cuando Frodo y Sam llegan al Monte del Destino -un eco del Monte Calvario-, donde el Anillo es finalmente destruido y la paz vuelve a la Tierra Media. Al igual que la Compañía se propone liberar al mundo, el nacimiento de Cristo marca el comienzo de un plan de salvación para todos.
Los regalos de Galadriel
El tema navideño vuelve más adelante en la obra, cuando la Compañía llega a Lothlorien. Antes de partir, cada miembro de la Compañía recibe un regalo personalizado de Galadriel, la reina de los elfos: un cinturón de oro para Boromir, un cinturón de plata para Merry Brandigamo, un poderoso arco y flechas para Legolas y tres mechones de pelo de Galadriel para Gimli… Estos regalos, cuidadosamente elegidos para cada destinatario, recuerdan el espíritu de los regalos de Navidad.
La propia Galadriel es una figura simbólica cercana a la Virgen María. Tolkien lo reconoció en una carta: "Creo que es cierto que debo gran parte de este personaje [Galadriel] a la enseñanza y la imaginación cristianas sobre María".
Al igual que María ofrece a su Hijo al mundo para la salvación de la humanidad, los dones de Galadriel desempeñan un papel esencial en la salvación de la Tierra Media.
El pan que da vida
De todos los regalos de Galadriel, el pan de lembas es sin duda el más significativo. Llamado 'pan del camino' por los elfos, a primera vista parece un alimento normal, pero en realidad posee una virtud misteriosa: "Nutre la voluntad y da fuerza para soportar, para dominar los nervios y los miembros más allá de la medida de la naturaleza mortal".
Este pan recuerda evidentemente a la Eucaristía, el "Pan de Vida" ofrecido por Cristo, que alimenta no solo el cuerpo, sino también el alma y el espíritu.
En su maestría narrativa, Tolkien hace discretas alusiones a la Natividad en El Señor de los Anillos. Aunque la obra no es propiamente un "cuento de Navidad", sus temas sintonizan perfectamente con el espíritu navideño.
La lectura de esta obra maestra durante el Adviento es una gran oportunidad para meditar sobre la Natividad y preparar el corazón para recibir el mayor regalo de la Navidad: Cristo, nacido de la Virgen María para la redención del mundo.