La Liturgia de las Horas, también llamada Oficio Divino, es una colección de salmos y lecturas de la Biblia que todos los sacerdotes y religiosos rezan a diario. Se anima a los laicos a rezar el Oficio Divino por su cuenta, pero también pueden unirse a los sacerdotes en su parroquia local cuando se ofrece.
Consejos de un santo
San Francisco de Sales alabó esta costumbre en su Introducción a la vida devota:
"Hija mía, procura asistir a los Oficios, Horas, Vísperas, etc., en la medida de tus posibilidades, especialmente los domingos y fiestas, días dedicados a Dios, en los que debemos esforzarnos más que en otros por su Honor y Gloria".
Luego señaló a san Agustín, que se sintió tocado por el Oficio Divino al principio de su conversión:
"De este modo aumentará mucho el fervor de vuestra devoción, como le sucedió a san Agustín. Agustín, quien nos dice en sus Confesiones, que en los primeros días de su conversión se sintió conmovido y su corazón se desbordó en lágrimas de felicidad, cuando participó en los Oficios de la Iglesia".
Rezar juntos
Aunque los laicos pueden rezar solos, san Francisco de Sales sugería encarecidamente el acto de rezar con otras personas.
Además, siempre hay más provecho y más consuelo en los Oficios públicos de la Iglesia que en los actos privados de devoción, habiendo querido Dios dar la preferencia a la comunión en la oración sobre toda acción individual.
Muy pocas parroquias ofrecen esta opción a los feligreses, pero puede ser una forma sencilla de que los sacerdotes cumplan con su obligación diaria, al tiempo que animan a más laicos a rezar la Liturgia de las Horas.
