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Pep nació en junio del 2014 en Barcelona. Además de síndrome de Down, sufría una cardiopatía que los médicos estaban vigilando desde la semana 12 de embarazo.
En seguida lo llevaron a la UCI, pasó por varias operaciones, disfrutó de unas vacaciones en su casa y, a los 4 meses de vida, falleció.
En aquel momento, su madre escribió un texto lleno de agradecimiento por su corta vida que Aleteia publicó:
Diez años después, Pep protagoniza la película Una estrella fugaz, que se ha estrenado esta semana en varios cines de España.
Su padre, Ignasi Guerrero, se ha pasado siete años haciendo el documental. “Los tiempos se han alargado, y gracias a Dios, porque me hubiera costado más hablar de todo ello si fuera más reciente”, explica a Aleteia.
Dar visibilidad
La película surgió para “visibilizar un mundo que nos parecía que estaba escondido”, destaca.
Los niños que nacen enfermos, las UCIS pediátricas, la pérdida de un bebé,… no suelen aparecer en las pantallas, ni ser tema de conversación, parece que no existan.
“La gente vive un poco de espaldas a esta realidad porque es dolorosa y nadie quiere enfrentarse al dolor… y esto de entrada nos parecía injusto, hace que te sientas más solo”, dice Ignasi.
Por eso hizo el esfuerzo de enfocarse a sí mismo y a su familia, y explicar su historia.
4 meses intensos
Cuando nació Pep, Ignasi y Ágata ya tenían otro hijo, de un año y medio. El recién nacido pasó varias semanas en el hospital San Juan de Dios de Barcelona.
Después de varias intervenciones, no muy complicadas pero de recuperación lenta, los médicos le dieron el alta a la espera de una operación más compleja.
La logística no era fácil. Por ejemplo, el bebé no podía succionar y tenía que alimentarse a través de una sonda.
Además, temían que Pep pudiera irse en cualquier momento porque a veces se ahogaba. “Me despertaba por las mañanas con el miedo de si se había muerto por la noche, es una angustia que no se la recomiendo a nadie”, confiesa Ignasi.
Sin embargo, poder pasar el mes agosto en casa toda la familia es una de las cosas que más agradecen los padres ahora. “Hicimos de todo con él”, recuerda con una sonrisa.
“Somos unos afortunados de haberlo tenido en casa un mes, agradezco mucho haber podido generar recuerdos, porque cuanto más vivencias tuvimos con él, más sencillo se ha hecho darle un lugar en la narrativa familiar”, afirma.
En septiembre, ya en la primera consulta, los médicos fijaron la fecha para la operación. Pep salió muy flojo de esa intervención y ya no se recuperó.
Su circulación sanguínea y su respiración dependían de una máquina que solo alargaba el tiempo. Pep no se iba a curar. Murió el 1 de octubre en brazos de su madre.
“No me dejarán caer”
“¿Por qué me envías esto a mí?”, preguntó a veces Ignasi en aquellos momentos tan duros. Pero, poco a poco, le llegó la fuerza. “Fue la suma de muchas cosas”, recuerda con pausa, “tener fe ayuda mucho a no hundirte, y saber que la gente estaba rezando por nosotros ayudó muchísimo porque tenía una sensación de no estar solo”.
“Pedíamos que rezaran por Pep y me imaginaba como la red de seguridad de un circo y me decía: estos no me dejarán caer”.
“También teníamos la esperanza de que se produjera un milagro y se curara, y eso nos ayudó a vivir ilusionados”, añade.
Frutos
Con la perspectiva del tiempo, Ignasi asegura que pasar por esta experiencia reforzó su matrimonio y les hizo madurar muchísimo.
“Había días que yo estaba hundido y mi mujer hacía un esfuerzo espectacular por crecerse e intentar que yo no me cayera, y otros días era a la inversa”, rememora.
El documental recoge también otros testimonios de familias con las que aquellos días compartieron la Unidad de Cuidados Intensivos.
“Todas han salido adelante, reforzadas, con ayuda psicológica o lo que quieras”, asegura Ignasi.
Pero “cuando no encuentras espacio para hablar de tu hijo, es difícil vivir un duelo sano”, advierte.
En este sentido, el documental Una estrella fugaz está llegando a mucha gente. Tres cines han prorrogado una semana los pases.
Y muchas familias que han pasado experiencias parecidas están expresando su agradecimiento. “Ha costado mucho -concluye Ignasi-, pero se empiezan ver los frutos”.