La Biblia no siempre nos da todos los detalles que queremos; una pregunta que nos deja es a dónde fue el cuerpo de Jesús cuando ascendió. El Evangelio de Lucas simplemente afirma que fue llevado al "cielo".
"Luego los condujo hasta Betania y, alzando las manos, los bendijo. Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo".
La misma pregunta se aplica al cuerpo de María, ya que el dogma de la Asunción afirma que ella también fue llevada al cielo, en cuerpo y alma.
El Catecismo de la Iglesia Católica afirma que el "cielo" no es un lugar físico al que podamos viajar o localizar en un mapa.
"Esta expresión bíblica [Que estás en los cielos] no significa un lugar ("espacio"), sino un modo de ser; no significa que Dios esté distante, sino majestuoso. Nuestro Padre no está "en otra parte": trasciende todo lo que podemos concebir de su santidad. Precisamente porque es tres veces santo, está tan cerca del corazón humilde y contrito".
La solución de santo Tomás de Aquino
Santo Tomás de Aquino reflexionó sobre este tema en su Summa Theologiae y dio el siguiente argumento en cuanto a "dónde" está el cuerpo de Jesús, ya que es un cuerpo físico, pero no se encuentra actualmente en el mundo creado:
"Un lugar implica la noción de contener; de ahí que el primer contenedor tenga la formalidad de primer lugar, y tal es el primer cielo. Por tanto, los cuerpos necesitan en sí mismos estar en un lugar, en la medida en que están contenidos por un cuerpo celeste.
Pero los cuerpos glorificados, especialmente el de Cristo, no necesitan estar contenidos, porque no toman nada de los cuerpos celestes, sino de Dios por medio del alma. Así pues, nada impide que el cuerpo de Cristo esté más allá del radio de contención de los cuerpos celestes, y no en un lugar de contención.
Tampoco es necesario que exista un vacío fuera del cielo, puesto que allí no hay ningún lugar, ni hay ninguna potencialidad susceptible de un cuerpo, sino que la potencialidad de llegar hasta allí reside en Cristo. Así pues, cuando Aristóteles prueba (De Coelo ii) que no hay ningún cuerpo más allá del cielo, debe entenderse que se trata de cuerpos que están en estado de naturaleza pura, como se ve por las pruebas".
Básicamente, Aquino sostiene que existe algo "más allá" del universo. Esto no significa que se pueda volar hasta él en una nave espacial, sino que está fuera del tiempo y del espacio.
Este "lugar" (a falta de una palabra mejor) es donde moran los cuerpos glorificados hasta el fin del mundo.
¿Otra dimensión?
Como humanos, no tenemos palabras precisas para describir cómo sería esto. Algunos cristianos medievales pensaban que había varias "esferas" que rodeaban la Tierra.
Otros teólogos han descrito este "lugar incontenido" como una "dimensión" diferente.
Aunque no es una buena analogía, nuestra imaginación moderna podría pensar en esto de forma similar al "mutiverso" de Marvel, que es esencialmente otro plano de existencia que está "fuera" de nuestro universo. La única forma de "viajar" a él es por la ruta de la muerte.
J.R.R. Tolkien escribió una visión medieval de la muerte de un modo poético similar en su epopeya de El Señor de los Anillos. En su mitología existía un lugar llamado Valinor, que originalmente estaba conectado al mundo "en el principio", pero luego se desconectó y existió fuera de él. Unas naves especiales podían llevar a una persona hasta allí a través de un "camino recto", pero estas naves representaban esencialmente la muerte de una persona, ya que nunca podría regresar a la Tierra Media.
Las dos imágenes anteriores son inexactas, pero pueden ayudarnos de alguna manera a tratar de entender que algo esté fuera del universo conocido.
Un misterio
Dios nunca nos dio un mapa ni las coordenadas para llegar al "cielo", pero sí nos dio una brújula.
Esa brújula es la Biblia y la buena noticia es que, a través de Jesús, podemos llegar al cielo cuando nuestras vidas en la tierra hayan terminado.
Es un gran misterio la ubicación del cuerpo de Jesús y María, pero es un misterio que encontraremos cuando muramos.