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‘El último taller de instrumentos’: cambiando vidas con la música

El último taller de instrumentos película

IMDb

José Ángel Barrueco - publicado el 23/04/24

Ganador del Oscar al Mejor Corto Documental en la edición de 2024

En la última edición de los Oscar, El último taller de instrumentos obtuvo el premio al Mejor Cortometraje Documental. El galardón ha conseguido que aumentaran las donaciones al Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles, lo que implica que podrán reconstruir las instalaciones, según leemos en la sección de Curiosidades de la ficha del filme en IMDb.

Cuando los directores Kris Bowers y Ben Proudfoot subieron a recoger el Oscar, Bowers dijo en su discurso de agradecimiento que Los Ángeles es una de las últimas ciudades de América que concede de manera gratuita instrumentos reparados a los estudiantes de las escuelas públicas. Y necesitan arreglar esos violines y esos pianos porque la educación musical, añadió, no consiste solo en crear músicos increíbles, sino en crear humanos increíbles.

Con una duración de apenas 40 minutos The Last Repair Shop nos conduce por ese taller en el que un puñado de personas, de trabajadores que aman la música, repara los instrumentos que les entregan con grietas y desperfectos y poco después se los devuelve a sus estudiantes… con apósitos y suturas como si fueran muñecos de un hospital de juguetes.

El servicio se presta desde 1959. El almacén está dividido en cuatro departamentos, a saber, el de instrumentos de viento, el de cuerda, el de viento madera y el de pianos, y en cada uno de ellos hay una persona totalmente entregada a su trabajo. El documental nos ofrece sus testimonios: de dónde proceden, cómo llegaron allí, qué les llevó a ejercer este empleo… 

Está, por ejemplo, la historia de Paty, que viajó de México a Estados Unidos en busca de un sueño americano que se le escurría de las manos; y, mientras tanto, sus hijos pasaron hambre: hasta que logró un puesto en el local como reparadora de instrumentos de viento. La prueba de admisión, sin embargo, no fue fácil: era la única mujer en mitad de un grupo de doce hombres y creyó que no lo iba a conseguir. 

Tenemos al reparador que empezó a amar la música cuando vio la escena de Frankenstein (James Whale, 1931) en la que el monstruo se emociona al escuchar a un hombre ciego tocar el violín. La compra de un violín de 20 dólares en un mercadillo de segunda mano le cambió la vida. A partir de entonces formó parte de un grupo y él y su banda lograron incluso ser teloneros de Elvis Presley. Hoy se le ve feliz en su puesto porque consigue “que los niños puedan tocar instrumentos que no pueden pagar”. 

Está el hombre que proviene de una antigua república soviética, obsesionado desde niño con el trabajo de un afinador de pianos en su clase de música. En los 80 empezó la guerra y asesinaron a su padre y él acabó trasladándose a EE.UU., donde las casualidades de la vida hicieron que le apadrinara un matrimonio en el que el marido era afinador de pianos. Y, así, le ofreció trabajo de ayudante, con lo que se cerraba un círculo en su vida.  

Reparar instrumentos para cambiar vidas

Uno de los restauradores dice que, mientras algunos de los niños provienen de familias donde se les apoya y protege, otros llegan del seno de proles disfuncionales. Cuando algo “está roto emocional y mentalmente” es más difícil de reparar.

El último taller de instrumentos película

“Cuando me siento tensa, triste o enojada, el saxofón… me calma”, dice una de las alumnas entrevistadas. A ella, afirma, la música le cambió la vida. Quienes trabajan en el Distrito Escolar piensan que su tarea al final se convierte en algo muy humano, pues proporcionan un servicio a los alumnos, y para muchos de ellos tocar un instrumento se ha convertido en algo esencial. Una manera de escapar de ambientes complicados, de valerse por sí mismos en un escenario, de centrarse y alcanzar cierta paz espiritual.

“El último taller de instrumentos”, pese a su brevedad, contiene valores humanos y una filosofía metafórica que equipara la reparación de herramientas musicales con el arreglo de vidas que en principio presentaban desperfectos. Es un corto que nos invita a reflexionar sobre cómo ayudar a los demás puede cambiar el rumbo de sus trayectorias. 

En palabras de uno de sus directores: “…es una carta de amor a nuestra ciudad. Es un testamento a la comprensión de lo roto que está algo –y arreglarlo de todos modos. Y es un tributo a quienes se afanan, en gran medida sin dar las gracias, en ayudar a la siguiente generación a crecer en armonía”. Actualmente está disponible en la plataforma de Disney Plus y se puede encontrar también en YouTube con subtítulos en castellano.

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