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A finales de agosto del año 1885, santa Teresita del Niño Jesús escribió desde el Carmelo de Lisieux una preciosa carta a su padre para felicitarle por su 62 cumpleaños.
Es un texto breve con el inconfundible estilo de su infancia espiritual, lleno de buenos deseos de "mucha felicidad y sobre todo mucha diversión". Y contiene un bello poema que Paulina Martin había escrito para que su hermana Teresita se lo recitara a su padre el día de su cumpleaños, aunque finalmente se lo envió por correo.
Son "unos versos bonitos", escribe santa Teresa de Lisieux, que siempre amó entrañablemente a su papá.
Cualquier hijo o hija puede tomarlos prestados para hacerle un gran regalo a su padre por su aniversario o cualquier otro día especial, esté cerca, a miles de kilómetros o ya en el Cielo:
Si yo fuera palomita,
papá, ¿sabes a dónde iría?
Tu corazón sería mi nido, mi tumba,
allí me quedaré para siempre.Si mi nombre fuera golondrina,
a menudo en días soleados
vendría a descansar mi ala,
padre, al abrigo de tu amor.Si yo fuera un pequeño petirrojo
me quedaría en tu jardín.
De tu mano, el más pequeño grano de cebada
se convertiría en una verdadera fiesta para mí.Si yo fuera un ruiseñor salvaje
rápidamente dejaría mi madera
para venir a este bocage fresco
cantando todas mis canciones a la vez.Si yo fuera una pequeña estrella
siempre quisiera estar de noche,
a esta hora en que el día está velado
para darte un rayo de esperanza.Largo a través de tu ventana
yo brillaría con mil luces
y no quiero desaparecer
sin contar un poco sobre los cielos.Y si yo fuera un hermoso arcángel
con alas todas adornadas con oro,
papá si yo fuera un angelito
hacia ti me elevaría.Te mostraré mi patria
en un sueño misterioso.
Te diré después de la vida:
para ti este trono luminoso.Si quisieras alas blancas
te traería un poco del cielo
y hacia las orillas eternas
los dos iríamos volando.Pero no tengo un ala brillante,
no soy un serafín,
soy una niña pequeña
que aún llevamos de la mano.Soy un amanecer tímido,
un capullo modesto.
El rayo que me hace eclosionar,
querido papito, ¡es tu corazón!Creciendo veo tu alma
llena del Dios de amor.
Este bendito ejemplo me enciende
y yo también quiero seguirte.Quiero llegar a ser en la tierra
tu alegría, tu consuelo.
Quiero imitarte, papito,
eres tan tierno, tan dulce, tan bueno...Tendría algo más que decir
pero finalmente debemos parar.
Papi dame tu sonrisa,
en mi frente pon un beso.Adiós, mi amado Papá:
Tu Reina que te ama con todo su corazón
La carta refleja el intenso amor que santa Teresita profesaba a su padre, y que instintivamente le condujo a amar a su Padre Dios. Amando al de la tierra, amaba al del Cielo.
Desde pequeña, en la iglesia a menudo su mirada se dirigía a su padre. Y, como le escribió en otra de sus bellas cartas, era feliz "encontrándote junto a Jesús, en tu verdadero lugar".