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Madre de 6: “¡Doy gracias a Dios al menos 50 veces al día!”

Marie-Caroline Cail

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Bérengère De Portzamparc - publicado el 06/11/23
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Esposa y madre de seis hijos, participó junto a su familia en un programa de televisión llamado "Grandes Familias" en Francia. Marie-Caroline comparte su vida cotidiana de madre que ama, trabaja y reza, entre las alegrías y las penas de la vida

Marie-Caroline Cail, de 34 años, conocida como blondiemamaaa en Instagram, vive cerca de Lyon con su marido y sus seis hijos: Théophile, de 15 años, Edouard, de 12, Gaspard, de 10, Ernest, de 6, France, de 5 y Basile, de 2. Después de compartir su vida cotidiana en un famoso programa de televisión, habló con Aleteia sobre su experiencia.

Casados desde hace 13 años, y procedentes ambos de familias numerosas, Guillaume y Marie-Caroline Cail tienen una fe alegre y radiante a pesar de las dificultades que han encontrado en el camino. Esta pareja no duda en dar testimonio de la fe que les guía a diario, sin dejar de ser padres de su tiempo, con preguntas y dudas sobre la educación de sus hijos y un día a día agitado que incluye trabajo, carreras escolares ¡Y una nevera que llenar para seis niños en crecimiento!

Aleteia: ¿Por qué aceptó participar en este programa de Grandes Familias?

Vivir algo extraordinario en familia, una nueva aventura, y también conocer un poco lo que pasa detrás de las cámaras, cómo se hace un programa, cómo se rueda y se monta… Y luego pensamos que también era una buena oportunidad para mostrar a una familia moderna y arraigada en la realidad, católica sin pelos en la lengua, donde los valores que más nos importan -la fraternidad, la caridad y la familia- se muestran en pantalla.

Los dos trabajan jornada completa. ¿Cómo llevan el día a día con seis hijos pequeños, de entre 15 y 2 años?

Guillaume es el director del colegio de Pierre, y yo trabajo en un centro de formación sanitaria. En cuanto al día a día, empiezo muy temprano y salgo primero de casa. Guillaume se encarga de llevar a los cuatro más pequeños al colegio y a la guardería, ya que nuestros dos hijos mayores están solos. Por la tarde, soy yo quien termina antes para asegurar el regreso a casa y ese famoso "túnel" de las 18:00 a las 20:00 que todos los padres conocen tan bien.

¿Qué opina de su exposición en los medios de comunicación y en las redes?

Creo que está bastante bien. En Instagram hay un ambiente muy amistoso, conoces a gente y puedes tener conversaciones muy agradables. En Facebook es más complicado, hay más mala leche, así que intentas no leer, mantenerte al margen y que no te afecte.

También admito que no vemos el programa diario, para mantener nuestra espontaneidad y no mirarnos todo el tiempo. En la calle, a veces recibo sonrisas o pequeños guiños, lo que siempre es muy agradable y dulce. Por el momento, los niños tampoco han recibido muchos comentarios, y supongo que eso es bueno.

¿Puede hablarnos de su camino de fe?

Guillaume creció en una familia católica, mientras que mi madre era católica y mi padre protestante. Al principio nos educaron como protestantes, pero un domingo por la mañana, cuando vivíamos en Nantes como una familia, el templo de la calle estaba cerrado, así que mis padres nos llevaron a la iglesia de al lado. Mi padre se convirtió y después nos bautizaron a todos; yo tenía entonces seis años. Desde ese momento, a pesar de las dificultades que he encontrado en la vida, siempre he mantenido la fe. Me casé por la Iglesia a los 20 años y todos nuestros hijos fueron bautizados de niños.

Ha mencionado sus dificultades. ¿Puede hablarnos más de ellas?

Hemos pasado por varias, como muchas familias. Para mí fue el divorcio de mis padres cuando era adolescente, y para Guillaume la muerte repentina de su madre hace cuatro años. Y luego, hace dos años, mientras daba a luz a Basile, nuestro sexto hijo, sufrí una embolia pulmonar masiva, caí en coma y me vi morir. Estaba en una situación de emergencia absoluta y, sin embargo, por increíble que parezca, finalmente desperté, y fue entonces cuando tuve una experiencia de fe. Cuando desperté, me sentí salvada. Era el día de Todos los Santos, y fue como si los santos del cielo me hubieran dicho "no hay sitio, la madre de Guillaume ya está arriba, quédate aquí abajo".

Estábamos realmente rodeados de amor, el amor que viene de Dios"

A partir de esta experiencia comprendí que es realmente en el sufrimiento donde Dios se manifiesta. Por su parte, Guillaume me dijo que nunca había sufrido tanto como durante los tres días de mi coma, y sin embargo, nunca había tenido tanta fe y confianza en Dios.

Realmente sentimos el poder de la oración. Todos nuestros amigos y familiares organizaron vigilias de oración en nuestro salón, en sus casas… Fue increíble, había un fervor enorme. Estábamos realmente rodeados de amor, del amor que viene de Dios.

¿Ha cambiado tu relación con Dios desde el accidente?

Eso está claro. Tengo la sensación de haber sido muy mimada al descubrir el precio de la vida. Todo lo demás parece tan insignificante después de eso, y acepto las pequeñas dificultades de la vida con confianza, paso a paso, sin decirme "no puedo esperar a mañana". Vivo el día a día, ya no me compadezco de mí misma.

Doy gracias constantemente, agradezco al Señor al menos 50 veces al día. Cuando rezo, no pido nada para mí, solo alabo. A veces me siento triste por los que aún no conocen a Dios, porque todo es tan diferente cuando lo tienes en tu vida. Creo que una de las cosas más hermosas que he recibido desde mi accidente es esta experiencia de la gracia. Cuando rezo por amigos que están sufriendo, rezo para que ellos también vean la gracia de Dios en lo que están pasando.

¿Cómo rezan en familia y hablan de su fe en el programa?

Cuando rezamos juntos por la noche, siempre es algo muy espontáneo. Un niño canta una canción que le gusta, otro dice una oración o una acción de gracias, ¡y es verdad que en nuestra casa damos muchas gracias! También vamos a Misa en nuestra parroquia cerca de Lyon, ¡pero sin cámaras!

No hablo mucho de mi fe en las redes sociales, pero creo que la gente que nos sigue ha entendido nuestros valores, porque muy a menudo recibo mensajes como "gracias por tu testimonio de fe". Tengo la impresión de que nuestra fe brilla y que se percibe de forma alegre y positiva. Eso es lo que esperábamos cuando participamos en este programa.

¿Qué santo te inspira?

Estoy muy unida a Santa Madre Teresa, y especialmente a esta frase suya: "Da tus manos para servir y tu corazón para amar". Es tan apropiada para una madre. Para mí, es realmente la génesis de la maternidad, tal como yo la vivo. Mi servicio diario, en las tareas domésticas, en la educación, esa famosa carga mental, es mi forma de expresar mi amor a cada uno de mis hijos.

Desde pequeña siempre quise ser madre, porque me fascinaba mi madre, su servicio, su dedicación, su presencia, su amor por cada uno de nosotros, ¡aunque fuéramos diez hijos! Mi accidente me hizo comprender que todo debe hacerse por amor, y que para mí la maternidad es también terapéutica. Me revelo, crezco a través de mis hijos, que son todos regalos de Dios, y eso es fascinante.

¿Cómo comparten Guillaume y tú esta carga mental?

Nuestras funciones están bien repartidas. Yo llevo el día a día al 100%, pero es porque me gusta, es lo que quiero. Le encuentro sentido, es mi forma de vivir la maternidad y demostrar mi amor por mis hijos.

Por su parte, Guillaume pasa mucho tiempo con los niños, juega mucho con ellos, organiza excursiones y muchas actividades diferentes porque quiere descubrir el talento de cada uno. Quiere que desarrollen su individualidad dentro de este gran grupo de hermanos.

Ambos queremos que cada uno de nuestros hijos se sienta único, querido y capaz de desarrollar sus propios talentos, con su propio carácter.

Hace poco renovaron sus votos matrimoniales ¿Puede hablarnos de ello?

Recordaré ese día el resto de mi vida. Desde mi accidente hemos estado muy conmocionados, y aunque soy todo alabanzas y amor por la vida, nuestro matrimonio se ha resentido y queríamos seguir adelante. Por eso decidimos organizar una gran fiesta de acción de gracias, con toda nuestra familia y amigos que han estado tan presentes para nosotros, y todo bajo la mirada de Dios.

Empezamos el día con una Misa en la que volvimos a intercambiar los votos matrimoniales, seguida de la bendición de nuestro párroco.

Volvimos a decirnos "sí", pero también nos pedimos perdón, ¡fue tan fuerte! Después, organizamos un gran almuerzo campestre, con músicos de la escuela de Pierre que pusieron la música, discursos y canciones, fue un momento familiar tan alegre. Lloré todo el día de alegría y emoción.

Nuestros hijos y amigos también estaban muy conmovidos, ¡creo que a alguno hasta se le escapó una lagrimita! Nuestra intención era decir alto y claro que el amor es más fuerte que nada, pero que un matrimonio no está grabado en piedra, sino que se renueva cada día, a través de las alegrías y las pruebas de la vida.

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