El reciente secuestro del misionero claretiano, el padre de origen camerunés Antoine Macaire Christian Noah, ha vuelto a poner en el ojo del huracán la violencia indiscriminada en Haití.
El padre Antoine fue raptado el pasado 7 de febrero cuando se dirigía a su comunidad de Kazal, por una banda de delincuentes que luego pidieron un rescate a la Iglesia local.
El método del secuestro es, desgraciadamente, muy frecuente en este país asolado por las bandas criminales, la ausencia de una fuerza pública destacable, el hambre y la corrupción política.
El padre Antoine es miembro de la Delegación Independiente de las Antillas de los Misioneros Claretianos, fue raptado a unos 34 kilómetros al norte de Puerto Príncipe. Es vicario parroquial en la parroquia San Miguel Arcángel de Kazal desde hace un año.
Los claretianos indicaron que los captores del padre Antoine se pusieron en contacto con el superior de su comunidad misionera pidiendo dinero a cambio de su liberación.
«Solicitamos a todos que se unan en oración para que el padre Antoine sea liberado sano y salvo», indicó el texto difundido por la congregación y firmado por el padre Fausto Cruz Rosa, superior mayor de la Delegación de las Antillas.
«Esperábamos que la situación mejorara, en cambio, después de una pausa en Navidad todo ha vuelto a estallar», dijo a la Agencia Fides el padre Antonio Menegòn, misionero camilo.
Bandas cada vez más agresivas
Desde hace tiempo el padre Menegón ha estado advirtiendo al mundo de lo que sucede en ese país antillano, el país más pobre de América Latina y uno de los más pobres del mundo.
Este misionero ha dicho que «las bandas armadas que gobiernan el país son cada vez más agresivas y ahora lo dirigen todo. Los precios de los bienes primarios, como los alimentos, el combustible y las medicinas, se han triplicado con creces».
Según la ONU, cerca del 60 por ciento del territorio de la capital de Haití, Puerto Príncipe, se encuentra en manos de las pandillas. Y lo mismo ocurre en el resto del territorio haitiano.
Violencia contra religiosos tampoco cesa
La violencia en contra de religiosos y religiosas no cesa en Haití. Apenas hace un par de semanas se produjo un violento ataque contra un instituto de religiosas brasileñas en Puerto Príncipe. «Los delincuentes se lo llevaron todo y emplearon la violencia contra las hermanas», dijo el padre Menegón.
La situación en Haití «está peor que nunca, y llevo aquí 20 años», dijo a Alfa y Omega Juan Manuel Díez Parrondo, representante de Cáritas Española en este país y República Dominicana.
Ni la pobreza ni la inflación ni la crisis política tras el asesinato en 2021 del presidente, Jovenel Moïse, llevaron al país a la situación en la que se encuentra ahora. «El gran problema son las bandas que no solo controlan partes muy importantes, sino que hace poco consiguieron paralizar la nación».
Y cuando no hay a quien extorsionar, secuestran a sacerdotes indefensos, como el padre Antoine, para quien los misioneros claretianos piden oraciones por su pronta liberación.