Isabel Flores de Oliva, más conocida sobre Santa Rosa de Lima, sigue cautivando a propios y extraños tanto en Perú como en el resto de América Latina. Este 30 de agosto se cumple un nuevo aniversario de la canonización de la primera santa de América (1671) a manos del papa Clemente X (1590-1676) y en sitios como Arequipa la celebración será a lo grande.
En efecto, tal cual recuerda la propia Iglesia de Perú, en Arequipa suelen congregarse muchos fieles en diversos sitios que tienen vínculo con Santa Rosa de Lima.
Por ejemplo, el propio monasterio de Santa Rosa o la propia parroquia Santa Rosa de Lima. También otros sitios como el monasterio de Santa Catalina, templo Santo Domingo y otras parroquias donde se venera a la patrona de Perú, América y Filipinas (también de la Policía Nacional y enfermeras).
Un monasterio a base de sillar
Con respecto al monasterio de Santa Rosa, uno de los más emblemáticos en Arequipa, se trata de un antiguo complejo religioso que alberga a una comunidad de monjas dominicas. Está ubicado en el centro histórico de la denominada «Ciudad Blanca» y su construcción se dio gracias a las donaciones de los religiosos don José Alcázar y Padilla y doña María Peñaloza a inicios del siglo XVIII.
Procesión con la imagen de Santa Rosa
La celebración principal de este 30 de agosto está prevista en la basílica catedral de Arequipa y hasta ese lugar llegará en procesión la imagen de Santa Rosa de Lima del templo Santo Domingo.
El encargado de oficiar la misa principal será el arzobispo de Arequipa, monseñor Javier del Río Alba, y estaba prevista la participación tanto de miembros de la Policía Nacional de Perú como de enfermeras y devotos de la santa peruana.
En tanto, las propias religiosas del monasterio de Santa Rosa celebrarán a su santa patrona, lo mismo que en la parroquia que lleva su nombre en Arequipa. En ese lugar, se agregó desde la Iglesia de Perú, la imagen de Santa Rosa permanecerá en el atrio y se premiará al ganador de un concurso de dibujo y pintura.
Más sobre Santa Rosa
Nació en Lima (Perú) en el año 1586. Desde muy pequeña fue una niña piadosa y amante de la voluntad de Dios. Su familia era de condición humilde. Fue bautizada con el nombre de Isabel, pero se la conocía Rosa, tal cual indica la nota sobre la santa publicada en Aleteia.
Era una muchacha bella que se imponía duras penitencias para no caer en la vanidad y para entregarse solo a Jesucristo. Se sabe que se restregaba la piel con pimienta para no ser ocasión de pecado para nadie. En otra ocasión, una mujer alabó la tersura de su piel y ella se rascó con barro hasta abrirse heridas que tardaron un mes en cicatrizar.
Destacó al mismo tiempo por la oración y los ayunos, lo que le ayudó a crecer en humildad y en obediencia. Sobre esta última virtud, fue heroica la obediencia a sus padres a pesar de que estos se oponían a su vocación. Durante diez años intentaron casarla pese a que ella quería ser religiosa. Hizo voto de virginidad estando con la familia todavía.
Pasó los últimos tres años de su vida en casa de Don Gonzalo Massa, un empleado del gobierno peruano, porque su esposa le tenía especial afecto. Rosa enfermó y se le oyó rezar: «Señor, auméntame los sufrimientos, pero auméntame en la misma medida tu amor».
Falleció el 24 de agosto de 1617, a los 31 años, con fama de santidad. El capítulo, el senado y otros dignatarios de la ciudad transportaron su cuerpo al sepulcro.