Todos hemos escuchado que, para hacer una buena confesión, uno de los pasos más importantes es el examen de conciencia; tanto así que, si no lo realizamos adecuadamente, podemos invalidar el sacramento.
Esta situación nos debe preocupar, ya que, de por sí es difícil acercarse a la reconciliación y encima que no valga, es motivo suficiente para animarnos a examinarnos bien.
La conversión es gracia de Dios
Nos enseña el Catecismo de la Iglesia católica:
"El corazón del hombre es torpe y endurecido. Es preciso que Dios dé al hombre un corazón nuevo (cf Ez 36,26-27). La conversión es primeramente una obra de la gracia de Dios que hace volver a Él nuestros corazones: "Conviértenos, Señor, y nos convertiremos" (Lm 5,21). Dios es quien nos da la fuerza para comenzar de nuevo".
A veces, acostumbrados a nuestras malas acciones, se nubla la conciencia y no es capaz de dilucidar el mal, creyendo erróneamente que no cometemos pecado. O tal vez surja la duda. Por eso, es necesario profundizar en el interior para descubrir dónde se halla la falta.
Es necesario el examen de conciencia
También encontramos en en el Catecismo la siguiente recomendación:
"Conviene preparar la recepción de este sacramento mediante un examen de conciencia hecho a la luz de la Palabra de Dios. Para esto, los textos más aptos a este respecto se encuentran en el Decálogo y en la catequesis moral de los evangelios y de las Cartas de los Apóstoles: Sermón de la montaña y enseñanzas apostólicas" (Rm 12-15; 1 Co 12-13; Ga 5; Ef.
¿Por que es necesario, entonces, revisar a fondo la conciencia? Además de disponernos al arrepentimiento y el propósito de enmienda, también por fines prácticos.
1Estaremos preparados para la confesión
Hay que decir al confesor todos los pecados graves, y aunque no es necesario, también los veniales. Para este fin debemos estar preparados para saber qué decirle al sacerdote, él no tiene que preguntar nada, somos nosotros los que tenemos la obligación de conocer el estado de nuestra alma.
2No ocultaremos nada
Aunque nos dé miedo o vergüenza, tendremos que decir todo lo que hemos hecho, dicho, pensado o dejado de hacer -recordemos que hay que confesar los pecados de pensamiento, palabra, obra y omisión-.
Solo revisando nuestra conciencia podremos decirlo todo sin ocultar nada. Recordemos que una mala confesión puede ser inválida porque faltará ese elemento importante: decir todo al sacerdote.
3Seremos conscientes de nuestra debilidad
Quien constantemente revisa su conciencia tienen la ventaja de que podrá combatir sus faltas más fácilmente. El tentador nos acecha, como dice san Pedro:
"Sean sobrios y estén siempre alerta, porque su enemigo, el demonio, ronda como un león rugiente, buscando a quién devorar".
Por eso, estar al tanto de nuestra debilidad nos ayudará a estar atentos y rechazar las ocasiones de pecado.
Por eso, por salud espiritual, busquemos una buena guía para hacer correctamente nuestro examen de conciencia que nos permita confesarnos bien, y todas las noches analicemos nuestra jornada, pidiendo a Dios su gracia y su perdón.
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