Pelequén es una localidad chilena ubicada en la Región O´Higgins (centro del país) y a pocos kilómetros de Rancagua y Santiago. Si bien es una zona elogiada por el desarrollo de la industria vitivinícola, siendo un sector ampliamente asociado a Chile, guarda otra particularidad: la festividad de Santa Rosa de Lima, cuya imagen está en el santuario del pueblo.
En efecto, cada 30 de agosto gran cantidad de fieles suelen viajar al santuario de la primera santa de América en Pelequén y de ello se desprende una multitudinaria peregrinación que tiene entre sus protagonistas a un grupo más que especial: los cuasimodistas.
El amor a Santa Rosa
La Fiesta del Cuasimodo suele celebrarse el segundo domingo de Pascua, desde hace algunos años también la fiesta de la Divina Misericordia, que suele caracterizarse por carros y jinetes a caballo vestidos con atuendos especiales y que suelen acompañar a los sacerdotes a entregar la comunión a los enfermos que no pudieron comulgar el domingo de Pascua.
Lo que sucede en tiempos de Pascua es una tradición exclusiva de Chile y hasta denominada por el San Juan Pablo II como un «verdadero tesoro del pueblo de Dios».
Sin embargo, también se ha hecho tradición que los cuasimodistas, como se conoce a estas personas, participen de la peregrinación hacia el Santuario de Santa Rosa de Lima en Pelequén a modo de previa de la gran fiesta del 30 de agosto.
Fue precisamente lo que sucedió el pasado 21 de agosto cuando los miembros de la Comisión Nacional de Cuasimodistas de Chile, tal cual recuerda la web de la Iglesia, participaron de la celebración litúrgica y peregrinación por las calles de Pelequén con la imagen de la santa.
«Escoltar a Cristo»
La misa estuvo presidida por el párroco de Pelequén y rector del santuario, padre Juan Carlos Farías. Fue él quien durante la homilía destacó el trabajo de los cuasimodistas y su dedicación al «escoltar a Cristo», agrega la Iglesia de Chile.
Así pues, agrupaciones de diversas partes de Chile pudieron hacerse presente en el marco de esta gran celebración de Santa Rosa de Lima a modo de preparación de lo que será la gran fiesta del 30 de agosto en el santuario.