El hecho de que haya un famoso presuntamente implicado – la secta le habría provisto de una adepta para un "encuentro sexual" – despierta un notable interés mediático.
Es habitual que suceda esto, y se corre el riesgo de minimizar lo verdaderamente grave en un caso así. Y es la realidad durísima, y prolongada en el tiempo durante décadas, de una secta que actuó durante décadas con total impunidad; llegando a una explotación integral de las personas que caían en sus manos. Veamos de forma resumida las claves principales que entran en juego.
Una redada de película
La mañana del pasado 13 de agosto, el diario Clarín se refería a lo que había sucedido en las horas anteriores como "un megaoperativo que incluyó unos 50 allanamientos en simultáneo y 24 detenidos". No sólo en la sede central de la EYBA situada en Villa Crespo –un barrio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires–; sino también en otros emplazamientos de la capital, incluido el aeropuerto internacional de Ezeiza. Las autoridades lo habían etiquetado como "Operación Secta Sociedad Anónima".
El mismo diario bonaerense detallaba así las acusaciones que motivaron, después de un año de investigación, tal redada policial: "trata de personas agravada por coerción, hurto, lavado de activos, asociación ilícita, ejercicio ilegal de la medicina, expendio irregular de medicamentos y tráfico de influencias".
Entre lo incautado, un millón de dólares y hasta material pornográfico, que proporcionaron impactantes imágenes a los medios de comunicación. Sin embargo, era sólo la muestra más superficial de una trastienda tenebrosa
¿En qué consistía la secta?
Como es frecuente en algunas sectas, había todo un entramado de organizaciones en torno al líder, Juan Percowicz, de 84 años, llamado por sus adeptos "el Maestro" o "el Ángel". La más conocida, la EYBA, experta en captar personas interesadas en el yoga, una práctica de origen hindú tan difundida en nuestros días.
Junto a ella, la consultora de coaching BA Group, los Consultorios de Medicina Integral Abasto y las empresas estadounidenses Avanti Wellness y We Are Candor, entre otras entidades pantalla o vinculadas directamente con el grupo sectario.
Bajo toda esta superestructura de alcance internacional, una dinámica de manipulación psicológica protagonizada por Percowicz; que a través del yoga, el crecimiento personal, el coaching o el asesoramiento filosófico, se aprovechaba de las vulnerabilidades de las personas. Les ofrecía la solución a todos sus problemas, la superación de las adicciones, la sanación y la felicidad.
Trata de personas
Los captados, tras ser aislados de su entorno anterior, acababan siendo víctimas de algo muy semejante a la esclavitud, mucho más allá del simple aprovechamiento económico.
De hecho, algo que ha llamado la atención es la explotación sexual a la que el grupo sometía a algunas de sus adeptas. Éstas servían a la secta haciendo "servicios sexuales" a personas que podrían servir a los intereses grupales, ya fuera por su dinero, ya por su posición de poder.
Es lo que habría pasado con Plácido Domingo – y posiblemente salgan a la luz más casos en los próximos días –. No es la primera vez que los argentinos conocen algo así, ya que en los años 90 hubo una gran operación policial contra los Niños de Dios, tristemente conocidos por su práctica de prostitución de las adeptas, entonces con fines proselitistas.
Las investigaciones han mostrado cuál era la estricta jerarquía de la secta, en 7 niveles muy delimitados: por debajo de la cúspide, ocupada únicamente por el gurú (el "Ángel" o "Maestro") se encontraban los apóstoles. Bajando un escalón, los genios. Y en el cuarto lugar, los alumnos.
Fuera de esto, los "humanos comunes" en los últimos tres peldaños del escalafón sectario. La obediencia a los dictados del líder servía para ascender en esta vida… Y en otras, gracias a su creencia en la reencarnación, otro elemento más en la presión grupal para el sometimiento. Además, se ha comprobado el uso de psicofármacos en la secta.
Por qué no se ha hecho nada en casi 30 años
En 1993 se abrió una investigación a la EYBA por captación de víctimas para la explotación sexual. Pero, como señala Infobae, "la causa pasó tres jueces y finalmente le dictaron falta de mérito".
Hubo otras denuncias por parte de víctimas en los años posteriores, pero lo único que prosperó fue el procesamiento de Juan Percowicz por hurto calificado en 1996. Nada más. Hasta que la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (PROTEX) de Argentina ha actuado 29 años después de la primera investigación.
El primero de los jueces que actuó en 1993 fue Mariano Bergés. Según informa La Nación, tuvo que dejar el caso "después de que los acusados promovieran su juicio político". Hasta ahí llegaba en aquel momento la influencia de la secta, que tenía importantes contactos entre la clase política. En 1999, el tercer juez en intervenir, Julio Corvalán de la Colina, impulsó la investigación tras la intervención de dos familias de jóvenes captadas a las que incapacitó.
Y fue entonces cuando empezaron las presiones, algo por desgracia habitual en las sectas, cuyos líderes se presentan como víctimas de conspiraciones y persecuciones.
En 1999, un grupo de congresistas de EE.UU. envió al presidente argentino (Carlos Menem) una misiva denunciando en la investigación contra Percowicz supuestas violaciones de los derechos humanos. Algo que se repitió en 2002, con una carta al entonces mandatario Eduardo Duhalde por parte de Adolfo Pérez Esquivel y otros referentes argentinos de la lucha por los derechos humanos.
"Aprovechan las miserias humanas"
El diario Clarín ha entrevistado en estos días al magistrado Bergés, que recuerda bien cómo vivió aquel proceso; y cómo los adeptos de la secta "me recusaban todos los días y hasta tuve que ir a la Cámara de Diputados a dar explicaciones de mi trabajo".
Repasando la lista de los ahora detenidos, afirma sin rodeos: "Es de locos, no lo puedo creer. Son todas las mismas personas que investigamos hace 30 años". Y añade: "Volvieron. Aprovechan las miserias humanas".
América TV entrevistó esta semana al padre y al hermano de una adepta, Valeria, a la que llevan sin ver 8 años. Preguntados por cómo fue captada, apuntan a dos factores principales: el carisma del líder y la situación por la que atravesaba la joven. "Le buscan la debilidad a la gente", explica su hermano. En la secta "siempre prometieron cura de enfermedades, adicciones…". De una participación aleatoria, Valeria pasó –en un proceso que duró cuatro años– a una pertenencia que ocupaba todo su tiempo.
Al igual que el juez, esta familia afectada lo tiene claro: "en lo que se cuenta hoy, yo no detecto nada nuevo", señala el hermano de la adepta, que el pasado 13 de agosto, al conocer el operativo policial, parecía estar reviviendo lo que pasó en su adolescencia.
"Me da la impresión de que la Valeria de hoy no es la Valeria de antes", explica su padre, que llegó a ser acusado por la secta y por su hija de ser un violador.