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"Es increíble lo mucho que se puede llegar a dormir en la Biblia, y en situaciones de lo más decisivas", dice con ironía Fabrice Hadjadj.
Este filósofo francés, famoso por su conversión del judaísmo al catolicismo, ha publicado en español "Ser padre con San José". El libro va por la segunda edición. Será que muchos hombres han visto en San José y en estas páginas muchas luces para afrontar la paternidad con acierto.
Ser padre supone noches en vela, angustia... ¡Quién pudiera disponer de un sueño reparador!! Faltan horas para poder dormir a pierna suelta. No es fácil cuando los hijos son bebés ni tampoco cuando son adolescentes, porque llegan tarde a casa... por poner solo dos ejemplos.
Y, sin embargo, Hadjadj propone un pequeño capítulo de este libro para llegar a conciliar el sueño y descansar... en Dios. ¿Por dónde empezar?
En la Biblia, este escritor francés recuerda momentos estelares en que el sueño es clave en la Historia Sagrada. Recordemos, sin ir más lejos:
- Cuando Dios va a crear a Eva, Adán cae en un sueño profundo (Gn 2, 21).
- Jacob está dormitando sobre una piedra cuando se le aparece la escalera que une cielo y tierra (Gn 28, 11).
- Elías, agotado y pensando ya casi en el suicidio, "se echó y se quedó dormido debajo de la retama (1R 19, 5). Un ángel lo toca, le da comida y le devuelve la esperanza.
Ah, también hay episodios en los que nuestros grandes santos no quedan muy bien parados. Es el caso de san Pablo. Narran los Hechos de los Apóstoles que "un muchacho llamado Eutico, que se había sentado en el borde la ventana, tenía mucho sueño y se dormía mientras Pablo hablaba, hasta que, vencido por el sueño, se cayó desde un tercer piso. Cuando lo levantaron, estaba muerto" (Act 20, 9).
Hadjadj, como muchos otros lectores de la Sagrada Escritura, comenta: "El apóstol enmendará el error de haber resultado tan soporífero resucitando al joven". Vaya usted a saber, quizá Eutico se durmió porque había pasado toda la noche de fiesta. El caso es que, a lo que íbamos, se había dormido.
A menudo los padres van escasos de sueño: por tener que cuidar de sus hijos o su esposa, por tener que trabajar hasta altas horas de la madrugada, por ayudar a unos vecinos... Entonces llega Dios y nos habla del sueño como algo que forma parte importante en esta película de la vida. Claro, ya lo sabemos, pero ¿cómo conseguirlo? "¡Yo lo único que pido es dormir!", gritaría más de uno.
El secreto de un gorrión
Hadjadj explica que el departamento de Defensa de Estados Unidos lleva tiempo estudiando el secreto del gorrión de corona blanca. ¿Saben por qué? Porque es un ave capaz de permanecer siete días seguidos sin dormir. Así logra emigrar de Alaska a México en otoño. Yo creo que eso merecería todo el presupuesto que hasta ahora se ha destinado a mandar una nave sonda a Marte. Sin duda la Humanidad lo agradecería más, ¿o no?
Hadjadj reconoce que su estatuto de pensador no lo hace distinto al resto de los mortales, y explica con humor que tiene las mismas debilidades que todos nosotros. Dice que cuando hace adoración eucarística, "pasado el minuto en que le aseguro a Dios que esta vez solo estaré atento a Él, se me cae la cabeza". Esas cabezadas... Pero su conclusión es reconfortante: a pesar de que nosotros nos dormimos, Dios sigue ahí. Su existencia y su poder no dependen de nuestra fuerza mental. Y eso es francamente consolador.
"Velar significa que Dios vela antes que nosotros, que vela sobre nosotros, incluso cuando roncamos. Esa es la fe de José".
En el caso de san José, hay cuatro ocasiones en que el Santo Patriarca duerme. El papa Francisco ha hablado de ellas. Y tiene una imagen de san José Dormido en su habitación. Hadjadj asegura que todo esto es un "recordatorio para el lector: la fecundidad del padre no está en el activismo sino en el legado de la justicia". Recordemos que en lenguaje semítico "justo" significa "santo".
"Para vigilar bien, hay que haber dormido bien".
Bien, ¿esto a qué nos conduce? A reconocer que "para vigilar bien, hay que haber dormido bien". Para rendir, hay que haber descansado. Y para ello, hace falta que otro vigile por nosotros mientras descansamos.
De ahí, dice Hadjadj, que Jesús diga "¡Velad! y no "Vela!". Solos no podemos. Qué importante es la familia, los amigos, los cuidadores. Y qué importante es saber que Dios cuida de nosotros. Por eso el autor recuerda cómo el Papa Francisco, aquel 27 de marzo en que el mundo estaba sumido en el miedo por la pandemia, escogió como texto del evangelio el capítulo en que se produce una tormenta en el lago de Tiberíades y Jesús duerme en la barca. "Le despiertan y le dicen: 'Maestro, ¿no te importa que perezcamos?'". Cuántas veces un padre puede tener la sensación de que hay tormenta en casa... y un terremoto bajo sus pies.
Estas son solo algunas de las ideas que propone Hadjadj en un capítulo, que ha titulado "Ante todo, dormir bien". Todo el libro se compone de "lecciones" tomando como modelo a san José para aplicarlas en momentos determinados de tu vida que seguro que ocurrirán: buscar angustiado a tu hijo, no comprender a tu mujer, poner un nombre, acondicionar un establo...