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En la audiencia general del miércoles 9 de febrero, el Papa Francisco ha recordado la carta de ayer de Benedicto XVI y en particular la expresión: “Muy pronto me presentaré ante el juez definitivo de mi vida.”
"Agradecemos al Papa que tenga esta lucidez a los 95 años. Por este hermoso consejo que nos ha dado”, afirmó el Papa Francisco en referencia a la carta en la que Benedicto XVI hace un “examen de conciencia” y responde con esa misiva a los fieles de Múnich.
El Papa emérito habla de la pederastia clerical, inspirándose en las palabras "mea máxima culpa" que se repiten en la Misa.
“El Papa Benedicto dijo hace unos días, hablando de sí mismo, que está ante la oscura puerta de la muerte. Es bueno agradecer al Papa que tenga esta lucidez para decirnos esto”, dijo Francisco.
En efecto, en la carta del 6 de febrero, el Papa emérito escribió que aunque pueda tener muchos motivos de temor y miedo: “Ser cristiano me da el conocimiento y, más aún, la amistad con el juez de mi vida y me permite atravesar con confianza la oscura puerta de la muerte”.
A este respecto, el Papa emérito recordó “lo que dice Juan al principio del Apocalipsis: ve al Hijo del Hombre en toda su grandeza y cae a sus pies como muerto. Pero el Señor, poniendo su mano derecha sobre él, le dice: «No temas: Soy yo...». (cf. Ap 1,12-17)”.
La buena muerte
Sucesivamente, Francisco hablando de la buena muerte, tema de la catequesis, instó a que "a través de los cuidados paliativos, toda persona que se dispone a vivir el último tramo del camino de la vida, pueda hacerlo de la manera más humana posible".
Sin embargo, debemos tener cuidado de no confundir esta ayuda con las derivas inaceptables que llevan a la muerte”.
De ahí una dura crítica contra "esa planificación, que acelera la muerte de los ancianos": "Muchas veces vemos a una determinada clase social que da menos medicamentos a los ancianos porque no tiene medios”.
La cultura del bienestar intenta eliminar la muerte
Francisco también denunció la “llamada cultura del “bienestar” que “trata de eliminar la realidad de la muerte, pero de forma dramática la pandemia del coronavirus la ha vuelto a poner en evidencia”.
El Papa lamentó también la soledad de las personas que han muerto en los hospitales: “Muchos hermanos y hermanas han perdido a personas queridas sin poder estar cerca de ellas, y esto ha vuelto la muerte todavía más dura de aceptar y de elaborar”.
El Papa contó la historia de una enfermera y de una abuelita que le manifestó su ultima voluntad antes de morir: Saludar a sus seres queridos. “La enfermera con valentía ha tomado el teléfono y los ha comunicado, contó. “¡La ternura de esa despedida!”
A pesar de esto, el Papa expresó que “la fe cristiana no es una forma de exorcizar el miedo a la muerte, sino que nos ayuda a afrontarla.”.