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Informe de Munich. Benedicto XVI pide perdón a las víctimas de abusos

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PIUS UTOMI EKPEI / AFP

Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 08/02/22

El Papa emérito expresó hoy su más profunda conmoción y vergüenza por las víctimas de abusos, le dolió que le llamaran “mentiroso” y agradeció el apoyo y oración del Papa Francisco.

El Papa Benedicto XVI ha respondido hoy con una carta personal y un análisis de los hechos alrededor del informe sobre los abusos en la archidiócesis de Múnich y Freising presentado el 20 de enero de 2022, que le ha llamado en causa por su actividad como arzobispo de esa arquidiócesis alemana durante 5 años (de 1977 a 1982) a la que dijo “sigo sintiendo un profundo sentimiento de pertenencia…como a mi patria”. 

En la carta, el Papa emérito de 94 años expone toda su fragilidad cuando dice que sabe que rendirá cuentas a Dios, pide disculpas y expone toda su vergüenza y dolor por las víctimas de abusos. Al Papa alemán le dolió que le llamaran “mentiroso” y agradeció a todas las personas que le han manifestado su apoyo y compresión en estos momentos. En especial, ha señalado su agradecimiento al Papa Francisco por su oración y cercanía

La misiva firmada el 6 de febrero de 2022, ha sido divulgada hoy y leída en idioma italiano y alemán a través de vídeo por su secretario privado, el arzobispo Georg Gänswein.

En primer lugar, el Papa emérito ha agradecido “de corazón”. Pues, en estos días “de examen de conciencia y reflexión he experimentado tanto ánimo, tanta amistad y tantas muestras de confianza como no hubiera imaginado”. 

El Papa admite que detrás de él hay un grupo de colaboradores que le ayudaron a redactar su “escrito de 82 páginas“, documento anexo al informe redactado para el bufete de abogados de Múnich, que dice él “no podría haber escrito solo”.

Este grupo le ha ayudado además a leer y analizar “casi 8.000 páginas de documentos en formato digital”. Estos colaboradores también le ayudaron “a estudiar y analizar el informe pericial de casi 2.000 páginas”. En efecto, la carta está acompañada por el resultado de ese análisis del cual nos ocuparemos sucesivamente.

Benedicto XVI vuelve sobre su error de memoria sobre su presencia confirmada incluso antes del informe en el encuentro del 15 de enero de 1980 para decidir sobre el caso del sacerdote pederasta Peter H., entonces en libertad condicional, aunque si en la carta no lo menciona.

“En la gigantesca tarea de aquellos días -la redacción del documento de posición- se produjo un descuido en cuanto a mi asistencia a la reunión del Ordinariato del 15 de enero de 1980. Este error, que desgraciadamente se ha producido, no ha sido intencionado y espero que sea disculpable”. Así lo ratificó el arzobispo Gänswein el 24 de enero de 2022. 

Rechaza que le llamaran “mentiroso”

El Papa emérito no da alguna culpa a los “amigos” que la ayudaron a dar una respuesta. Y lamentó que le llamaran mentiroso por ese descuido, que por demás incluso ya se encontraba aclarado en su biografía oficial escrita por Peter Seewald. 

Me chocó profundamente que el descuido se utilizara para dudar de mi veracidad, e incluso para presentarme como un mentiroso. Me han conmovido aún más las numerosas expresiones de confianza, los cálidos testimonios y las conmovedoras cartas de aliento que he recibido de tantas personas”. 

El apoyo del Papa Francisco

Benedicto XVI agradeció “por la confianza, el apoyo y las oraciones que el Papa Francisco me ha expresado personalmente”.

En efecto, esta vez, un detalle importante a considerar es que la misiva ha sido publicada a través de la Oficina de Prensa de la Santa Sede con todo el respaldo institucional que acarrea, mientras que en comunicaciones pasadas el arzobispo Gänswein enviaba privadamente notas de prensa a los medios en Alemania.

También saludó agradecido “a la pequeña familia del Monasterio Mater Ecclesiae, cuya comunión de vida en los momentos buenos y en los difíciles me da esa solidez interior que me sostiene”. 

Culpa ante Dios y la petición de perdón 

Sucesivamente, hace una “confesión” sin precedentes por sus errores humanos y como pastor ante Dios, abierta a la comunidad de fieles que han seguido las noticias y comentarios nefastos sobre las 1.900 páginas de los abusos en la archidiócesis de Múnich. 

“Cada vez me llama más la atención que, día tras día, la Iglesia ponga al principio de la celebración de la Santa Misa -en la que el Señor nos da su Palabra y a sí mismo- la confesión de nuestras culpas y la petición de perdón”

La carta que ha sido leída por el arzobispo Gänswein debido a la condición de salud y de edad del Papa emérito, expresa algunas frases no fáciles de descifrar – sin la fe y la religiosidad – para el grande público.

Roguemos públicamente al Dios vivo que perdone nuestra culpa, nuestra grandísima culpa. Está claro que la palabra “grandísima” no se refiere de la misma manera a cada día, un día singularmente. Pero cada día me pregunta si no debería hablar también de la grandísima culpa de hoy, el Señor me perdona, si me dejo escudriñar sinceramente por Él y estoy realmente dispuesto a cambiar”. 

La culpa del pastor

Benedicto XVI vuelve a recordar su tiempo al lado de las víctimas de abusos: 

“En todos mis encuentros, especialmente durante mis numerosos Viajes Apostólicos, con víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes, he mirado a los ojos las consecuencias de una culpa muy grande y he aprendido a comprender que nosotros mismos somos arrastrados a esta culpa tan grande cuando la descuidamos o cuando no la afrontamos con la decisión y la responsabilidad necesarias, como ha sucedido y sucede con demasiada frecuencia.” 

El Papa simbólicamente vuelve a reflejar su mirada en la mirada de las víctimas de abusos que encontró en Estados Unidos, Alemania, Irlanda, etc.: 

“Como en aquellos encuentros, una vez más sólo puedo expresar a todas las víctimas de abusos sexuales mi profunda vergüenza, mi gran dolor y mi sincera petición de perdón. He tenido una gran responsabilidad en la Iglesia Católica”, sostuvo. 

Y describe que su dolor más grande y se extiende a los años en los cuales ha sido responsable de evitarlos. “Tanto más grande es mi dolor por los abusos y errores que se han producido durante el tiempo de mi mandato en los respectivos lugares. Cada caso de abuso sexual es terrible e irreparable. A las víctimas de abusos sexuales va mi más profunda compasión y lamento cada uno de los casos”. 

Los discípulos duermen ante los males

Benedicto XVI manifiesta empatía auténtica por las víctimas y admite que muchos discípulos de Cristo duermen, en cambio de proteger a las víctimas: 

“Cada vez comprendo más la repugnancia y el miedo que Cristo experimentó en el Monte de los Olivos cuando vio todo lo terrible que tendría que superar interiormente. El hecho de que los discípulos estuvieran dormidos en ese momento es, por desgracia, una situación que también se repite hoy y por la que también me siento interpelado. Así que sólo puedo rezar al Señor e implorar a todos los ángeles y santos y a vosotros, queridos hermanos y hermanas, que recéis al Señor, nuestro Dios, por mí.”. 

El juicio de Dios

Y aquí la parte en la cual el Papa demuestra toda su fragilidad y conciencia de que le resta poco tiempo: 

Pronto me enfrentaré al juez definitivo de mi vida. Aunque pueda tener muchos motivos de temor y miedo cuando miro hacia atrás en mi larga vida, me siento sin embargo feliz porque creo firmemente que el Señor no sólo es el juez justo, sino también el amigo y el hermano que ya ha sufrido él mismo mis defectos y que, por tanto, como juez, es también mi abogado (Paráclito)”. 

El Papa confía en la misericordia eterna.  “En vista de la hora del juicio, la gracia de ser cristiano se hace evidente para mí. Ser cristiano me da conocimiento y, más aún, amistad con el juez de mi vida y me permite atravesar con confianza la oscura puerta de la muerte.” 

Por último, cita a san Juan que narra en el inicio del Apocalipsis: Él ha visto el Hijo de hombre, revestido con toda su grandeza y cae a sus pies, como muerto, pero él, tocándome con su mano derecha, me dijo: “No temas: yo soy”. (cfr. Ap 1-12-17)”, concluyó su carta el Papa emérito. 

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