Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Al comienzo de una relación amorosa, sucede que las experiencias del pasado vienen a inmiscuirse en esa nueva historia, hasta el punto de llegar a destruirla en algunas ocasiones; entonces: ¿cómo sanar las heridas del pasado para evitar que vuelvan a abrirse?
Primera figura de apego deficiente, miedo al abandono, historias de amor dolorosas… Hay muchas experiencias pasadas que creemos muertas y enterradas pero que pueden resurgir de repente y perturbar una relación incipiente. Identificarlas y aceptarlas permite superarlas mejor.
Sacar a las brujas del armario
Para reconocer y comprender mejor esos malos tragos que nos persiguen, dos coach especialistas en cuentos, Christophe de Vareilles y Sandrine Chanfreau, invitan a cuestionarnos:
"¿Nuestras historias de amor albergan un sentimiento, emoción o herida del pasado que están ahí, presentes en la oscuridad, inofensivos por el momento, pero que pueden surgir y poner en peligro una relación que se está construyendo?".
De ahí el interés por reflexionar sobre la manera en que nuestras historias antiguas afectan o no a nuestra manera de ser con los demás y a nuestros estilos de apego. Los psicólogos identifican tres esquemas de apego en la primera infancia: apego seguro, apego ansioso y apego evitativo.
1El apego seguro
Se manifiesta en un entorno reconfortante, atento y previsible.
2Apego ansioso
Se corresponde a un sentimiento de inseguridad permanente y de miedo al abandono.
3El apego evitativo
Resulta de una carencia afectiva que genera comportamientos de distanciamiento, que temen una proximidad demasiado grande.
Reconstruir la seguridad
Sin embargo, es posible reconstruir la seguridad, transformar nuestras creencias, nuestras actitudes, y remodelar así nuestra forma de ser en una relación.
"Además de las experiencias de la infancia, puede haber también historias amorosas dolorosas para las cuales no hemos hecho duelo", subraya Christophe de Vareilles. "Estas historias contaminan las relaciones nuevas haciendo nacer en ellas pensamientos que funcionan como alertas: cuidado, no te pases, no te impliques demasiado, recuerda que…".
De esta manera, nos dejamos teledirigir por malas experiencias. La clave entonces es "aceptar que esas experiencias nos hayan marcado", explica el coach, y emprender un trabajo de resiliencia para "retomar el control sobre aquello que nos sucede".