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Vivir la fe en los Emiratos Árabes: “Hemos visto hasta milagros…”

ABU DHABI
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Inma Álvarez - publicado el 16/12/21
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En Abu Dhabi hay una pequeña pero vibrante comunidad católica que vive su fe de una forma que recuerda mucho a los inicios del cristianismo

Emiratos Árabes es uno de los países más ricos y avanzados del mundo. Su capital, Abu Dhabi, rivaliza con los skylines de las megápolis americanas o asiáticas, símbolo de ultramodernidad. Profesionales de todo el mundo emigran allí para progresar a nivel laboral.

Entre ellos, Darío Malaver, que emigró desde su Colombia natal, junto con su esposa, a Canadá, y de allí a los Emiratos en 2008. Y allí le alcanzó también la fe católica de su infancia, olvidada durante un tiempo.

Allí, en un país musulmán, lejos de su patria. Forma parte de una pequeña pero vibrante comunidad cristiana, de todos los países del mundo.

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Hoy Darío es el responsable de la comunidad hispana de la parroquia de San José de Abu Dhabi.

Una comunidad integrada por miles de personas de 21 nacionalidades ("¡sí!", nos explica, "tenemos hasta un hermano de Guinea Ecuatorial que vuelve de vez en cuando").

Una Iglesia universal en miniatura

La hispana no es más que una de las comunidades que integran la parroquia: la mayoría de los católicos proceden de India y de Filipinas; pero también hay una comunidad angloparlante, hay chinos, hay fieles africanos, italianos...

Cada comunidad con su propio espacio, con sus tradiciones, sus catequesis, sus retiros, y sus horarios, pero compartiendo sus bienes espirituales con los demás.

Unidad en la diversidad, una parroquia que es una Iglesia universal en miniatura. Indudablemente, un modelo para el cristianismo del siglo XXI.

Darío estudia a distancia Teología en el ISCR de la Universidad de Navarra, para prepararse para asumir nuevas responsabilidades pastorales hacia su comunidad, a petición de su obispo. Quisimos conocer de cerca cómo se vive la fe en este país no cristiano.

- ¿Habrías soñado alguna vez vivir la fe en un país tan complejo como éste?

Llegué aquí por la recesión económica del 2008, desde Canadá. Ya vamos para 13 años y medio ahora en diciembre.

Nunca me imaginé dónde iba a terminar, pero sí puedo llegar a comprender por qué tenía que venir acá; y el por qué de muchas cosas de mi vida que se revelaron ante mis ojos aquí, en Abu Dhabi.

Se llega a sentir uno tan restringido de tantas cosas, que el punto de encuentro llega a ser la parroquia.

Me acojo al sabio dicho de que todos los santos tienen su historia y todos los pecadores tienen la posibilidad de llegar a ser santos.

Por mucho tiempo estuve alejado, y la vuelta a mi participación activa en la Iglesia católica se produjo aquí.

El ambiente se presta mucho para este tipo de discernimiento personal. Se llega a sentir uno tan restringido de tantas cosas, que el punto de encuentro llega a ser la parroquia.

Mi esposa y yo siempre acudíamos a la misa dominical en inglés, pero un buen día me enteré de que había una comunidad de habla hispana y que existía una misa en español al mes.

La comunidad era tan pequeñita que se reunía en un salón de clases de una escuela.

En este momento estaba encargada de la comunidad una señora muy querida española y con el tiempo nos fuimos acostumbrando a que una vez al mes asistíamos a la Santa Misa en español, y el resto del mes acudíamos a nuestra misa regularmente en inglés.

De pronto, la señora tuvo que dejar el país. En esos momentos yo estaba pasando por una situación laboral muy complicada y estabámos al borde del regreso a Colombia. Pero mi esposa y una amiga me convencieron de que me ofreciera a ayudar.

Yo de joven en Colombia era catequista, lector y cantaba en el coro, y mi esposa lo sabía. Me recordó mi pasado, y justo entonces se produjo una situación nueva en el trabajo que me permitió tener más tiempo disponible.

– Y entonces empezaste a integrarte en la parroquia.

Yo tenía el problema de que trabajaba demasiado. Aquí el fin de semana es distinto: empieza el jueves y termina el sábado, por lo que el domingo es día laborable. Yo muchas veces tenía que dejar a mi esposa en misa e irme trabajar.

Esto cambió con una mejora laboral. Yo vivía pegado al celular, pero me cambiaron de posición, y pude pedir una jornada laboral específica.

Aquí el fin de semana es distinto: empieza el jueves y termina el sábado, por lo que el domingo es día laborable.

Así que me acerqué a la parroquia, me presenté y le dije al párroco: mi nombre es Darío y me ofrezco para ayudarle con el grupo de hispanos de la parroquia. Lo primero que hizo fue nombrarme representante de los hispanos en el consejo parroquial.

Empecé a tener mucha interacción con el señor obispo, que vive también en el complejo parroquial. Esta cercanía es algo impensable en nuestros países cristianos.

Si necesito hablar con él, yo solo tengo que esperarle en su rato de oración, pasear con él y quizás tomar un té, mientras le acompaño camino de casa.

Eso cambia muchísimo todo, cuando estás cerca de tu obispo, cuando estás cerca de tu párroco, cuando estás cerca de tantos sacerdotes...

Tenemos muy poquitas parroquias acá: siete y en diciembre, con el favor de Dios, se dedicará la número 8. Para un país netamente musulmán como éste, eso es una bendición.

– ¿Cómo es la vida en la parroquia en Abu Dhabi?

Es más que una parroquia donde ir a misa, es el corazón de nuestra comunidad. Te voy a dar la definición de mi esposa: es una familia, es un sitio donde se vive, se aprende, se comparte, se ayuda, se ríe, se celebra...

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De hecho, muchas veces mi esposa y yo hemos llegado a la conclusión de que, el día en que regresemos a nuestro país, lo que más vamos a extrañar de acá va a ser esa familia.

Pero es que esto es como debería de ser la parroquia, ese es el verdadero sentido de Iglesia, es la verdadera descripción de lo que es la Iglesia.

Es una familia, es un sitio donde se vive, se aprende, se comparte, se ayuda, se ríe, se celebra...

Hemos tenido la oportunidad de tener invitados varios sacerdotes de diferentes partes del mundo, a obispos, y uno de ellos nos dijo, al ver como vivíamos la fe: "jamás nos imaginamos que la fe se viviera aquí de esta manera".

Alguno de ellos mencionó en su momento que definitivamente el futuro de la fe católica está en Asia, está aquí.

Es un comentario que he oído de mucha gente, porque de alguna manera estamos convirtiéndonos en ese tipo de apóstoles de la fe que vemos en la Santa Biblia. De una manera totalmente diferente, muy actual, muy de nuestro tiempo.

– ¿Cómo es la relación con los emiratíes musulmanes?

Te lo voy a explicar con una historia: celebramos hace 7 años la inauguración de una capilla nueva.

Y a la ceremonia inaugural vino, como es costumbre, el ministro de desarrollo de educación y desarrollo comunitario, que obviamente es un emiratí.

Y en su discurso, nos retó a los presentes -lo dijo literalmente- a que viviéramos nuestra fe y a que les demostráramos qué es ser cristiano.

Vivir en un país como este nos obliga a preguntaros por nuestra fe, a preguntarnos cómo queremos vivir. Qué sentido tiene ser bautizados.

Yo me quedé con la boca abierta. Pero era real. La visita del papa Francisco hace dos años fue el símbolo de cómo se convive en este país.

Yo tengo muchos amigos de aquí, trabajo con musulmanes. Me llama mucho la atención que los más intelectuales usualmente tratan de entablar conversación acerca de los asuntos de la fe.

Muchas veces me han preguntado qué haces, vas a alguna Iglesia, te juntas con alguien, haces algo, y se preocupan por entenderlo.

De hecho si yo les digo, por favor a las 15:00 h de la tarde no me contacten porque a esa hora voy a estar haciendo oración, ¡no me llaman! Hay un respeto muy grande por su parte.

Me atrevería más a decir que las restricciones y los problemas están dentro de nuestras propias comunidades: los retos más grandes están en hacer comprender a la gente que la fe no es algo que se lleva por nombre, sino que es algo que se vive y que se demuestra. Que ser cristiano implica comportarse como Cristo, entender qué es lo que quiere Cristo de nosotros y cuáles fueron las enseñanzas que nos deja.

Vivir en un país como este nos obliga a preguntaros por nuestra fe, a preguntarnos cómo queremos vivir. Qué sentido tiene ser bautizados.

– ¿Dirías que lo que se está viviendo en los Emiratos Árabes es una excepción dentro del mundo árabe?

No quisiera responder en términos políticos. Solo puedo hablar de lo que sucede aquí, en Abu Dhabi. No sé si catalogarlo como una excepción o como una apertura muy grande al entendimiento.

En este país trabajamos muchas personas extranjeras, y la relación entre los nacionales de este país y los extranjeros en términos generales es buena.

Buscando esos puntos que nos unen, podemos convivir, trabajar, compartir y aprender mutuamente.

Los gobernantes de este país mantienen su preocupación por la tolerancia, por comprender que tu cultura y la mía son diferentes pero esto no nos hace enemigos.

Por el contrario, buscando esos puntos que nos unen, podemos convivir, trabajar, compartir y aprender mutuamente.

– Cuéntanos cómo es ir a misa en Abu Dhabi.

La base es de 8.000 a 15.000 personas en una celebración eucarística, algo impensable ya en muchas partes del mundo.

Cómo es asistir a la Santa Misa, tendría que explicarlo de dos formas diferentes. La primera sería en términos logísticos, y la segunda sería en términos de fe y de piedad.

Logísticamente hablando, la misa dominical se celebra del viernes al domingo; es decir, son 3 días.

Se celebra así por varias razones: no tenemos un espacio suficiente para recibirlos a todos en el mismo momento, y hay pocas parroquias (apenas 7, más una que se inaugura en breve).

Entonces se acomodan diferentes horarios durante el viernes, el sábado y el domingo, de manera que se le pueda facilitar a las personas que tienen horarios diferentes.

De 8.000 a 15.000 personas participan en una celebración eucarística

Cuando hay misas multitudinarias, como la de Navidad, la de Año Nuevo y la celebración de la Semana Santa, habilitamos los espacios exteriores.

Se reservan la catedral y la capilla anexa para las personas que no pueden soportar las altas temperaturas y la humedad, y asisten a la misa por TV.

Al repartir la eucaristía, los ministros extraordinarios se ubican de tal manera que se comulga en un tiempo de máximo de 3 minutos, como en las misas del Papa.

Respecto a la piedad, ¡qué te puedo decir! Yo aquí, por ejemplo, redescubrí la paz de una Santa eucaristía no tan ruidosa, como el estilo de Latinoamérica.

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Nuestro obispo es capuchino, y también la mayor parte de nuestros sacerdotes. Y ellos transmiten ese llamado a la paz, a la calma, a la tranquilidad, a la música suave... Celebran la santa eucaristía con una piedad que me recuerda mucho a mi niñez.

Cada comunidad tiene su forma de celebrar: los latinoamericanos somos bulliciosos, pero los africanos son aún más ruidosos, con sus tambores, también los indios... Y luego está la comunidad inglesa, con sus coros, su calma y su devoción...

Aquí vivimos la catolicidad de la Iglesia universal, en una sola parroquia. Aquí estamos todos pero sin confundirnos, cada uno tiene su sensibilidad y su manera de hacer las cosas.

Una vez, uno de nuestros compatriotas latinoamericanos se me aproximó y me dijo: oye, ¿por qué aquí en las misas no se dan la paz con la mano o un abrazo?

Yo le expliqué: la gran mayoría de los que están atendiendo a la misa son filipinos o indios, y en Asia no se dan la mano, sino que el gesto de respeto y de paz y hermandad es una venia con las manos juntas.

Él no lo entendía, ¡pero ahora con el COVID, resulta que todos tenemos que darnos la paz como los indios!

– ¿Qué supuso para los católicos locales la visita del papa Francisco en febrero de 2019?

Para mí la imagen más impresionante fue cuando, sobre una multitud mezclada de musulmanes católicos y cristianos no católicos, todos juntos en un mismo lugar, Su Santidad levantó sobre todos esos pueblos el Santísimo cuerpo y sangre de Cristo por primera vez en la historia del mundo musulmán, en un país musulmán, al aire libre, a la vista de todo el mundo, transmitido por televisión vía satélite a todos los rincones de la tierra.

A mí esto me dice que la Sangre de Cristo tiene poder.

De hecho la noche anterior tuvimos muchas dificultades para llegar hasta allá con la santísima comunión, y para depositarla en los lugares en que tenía que estar para la misa del día siguiente.

Varios de nosotros estuvimos sirviendo ese día como ministros extraordinarios de la comunión.

Y esta visita nos dejó un par de milagros. Uno de ellos lo conté en El Correo del Golfo.

Hace tres semanas necesitabas operaciones para sanar tu vista y hoy tus ojos están como los de un bebé...

Un amigo mío muy cercano, a quien invitamos a a servir como Ángel guardián del Santísimo sacramento esa noche, estaba muy enfermo y tenía su vista comprometida.

Acababa de llegar de su país, Sri Lanka, donde le habían diagnosticado que probablemente perdería la vista.

Cuando le llamé, me dijo: sí, sí voy, sin dudarlo dos veces. Antes de salir les di una charla, les dije: no sé qué piensan hacer ustedes esta noche, pero van a tener la oportunidad que tuvieron los apóstoles de velar en oración con Jesús y de hablar con Él.

Una semana después de la visita papal, mi amigo regresó a su país, y el médico le preguntó: ¿qué hiciste? Te vi hace tres semanas y estábamos listos para una cirugía, y la cita de hoy era para la valoración final. ¿Qué hiciste en estas tres semanas? Hace tres semanas necesitabas operaciones para sanar tu vista y hoy tus ojos están como los de un bebé...

Creo que ahora entiendes a qué me refiero cuando te dije la sangre de Cristo tiene poder.

Y no es el único caso que conozco, he visto más casos que no salen a la luz. Casos de personas que estaban ya desahuciadas y todavía están por aquí caminando.

Y también personas que se curaron de cáncer y que tuvimos que ir a dar testimonio de su recuperación.

Estas son las gracias que vivimos aquí, los católicos en los Emiratos Árabes.

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