El Black Friday se originó en Estados Unidos y es el mayor día de ofertas, dándole inicio a la temporada de compras navideñas. “Costumbre” que en España y otros países de Latinoamérica se ha adoptado.
¿Pero alguna vez has pensado la ironía que sea justo el día después de Acción de Gracias? Sí, quizá en nuestros países el Thanksgiving no ha calado tanto (esa sí sería una tradición bonita de adoptar y adaptar), pero la gente no tiene ni 24 horas de haber cenado en familia y haber reflexionado y agradecido por todas las bendiciones que Dios ha puesto en su camino, cuando ya está comprando cosas que probablemente no necesitan y peleándose con otro comprador o el servicio al consumidor.
Sin embargo, también es cierto que mucha gente aprovecha este día (y el Cyber Monday, con más ofertas online) para los regalos de Navidad de la familia, para reemplazar algún electrodoméstico que se ha dañado en casa y es difícil hacerlo en su precio regular, etc. Así que creo que es una cuestión de balance y, sobre todo, de ser conscientes de las acciones y prevenciones que tomamos, particularmente, ese día.
Cuidado con la codicia
La cantidad de ofertas y publicidades puede ser tan abrumadora como tentadora.
Antes de comprar, pregúntate: ¿Lo hubiera comprado si no estuviera en oferta? (y tenido el dinero) ¿Cuántas veces lo voy a utilizar? ¿Es un impulso? ¿Qué más podría hacer con este dinero? Incluso, hasta puedes llegar a una reflexión más profunda: ¿Estoy tratando de llenar alguna carencia emocional o espiritual con bienes materiales?
Recuerda que cuando morimos, ninguno de estos objetos se vienen con nosotros. Buscar ofertas no nos acerca a Dios; al contrario, puede alejarnos de Él.
Dejar de hacer cosas más importantes por hacer largas filas, frustrarte porque se agotó el producto antes de que lo pudieras comprar (o trasnochar para conseguirlo online), salirte del presupuesto y pelear con tu pareja por ello, discutir con el prójimo por ver quién se lleva esa última muñeca… ¿realmente vale la pena? Además, piensa en todas esas cosas que has botado o que han terminado en el fondo del armario.
No nos pongamos en situaciones que nos arriesguen a caer en la avaricia, el egoísmo y la codicia. Haz una lista y compra lo realmente necesario. Enfócate más en lo que tienes (y por lo que estás agradecido) que en lo que “te falta” (así, entre comillas, porque si tu TV está en perfecto estado, no te hace falta el de última generación).
Trabajar la empatía
No nos olvidemos de la particularidad de los dos últimos años. Si ya la situación económica de muchos era difícil antes, con la pandemia se agravó.
Todavía hay quienes no han podido volver a trabajar en un 100%, algunos perdieron sus negocios, otros quedaron desempleados… lamentablemente no está en nuestras manos la solución de estos problemas, pero si ese día mas bien todos donáramos algo de dinero a alguna organización o ayudáramos financieramente a alguien que sabemos que lo necesita (puede ser algo tan sencillo como la compra del supermercado), la carga sería menos severa.
Así que, por qué no, este año te puedes proponer destinar un porcentaje de tu presupuesto de compras a ayudar a alguien que lo necesite. Estoy segura de que no te costará encontrar a alguien muy cerca, a veces sólo basta con mirar bien en la calle donde vivimos o hasta en nuestro propio círculo familiar o de amigos.
Asimismo, considera que buscamos ser ejemplo en nuestras comunidades y llevar el mensaje de Dios… ¿Qué ejemplo le estamos dando a nuestros vecinos, amigos y familia con compras desmesuradas?
Lo verdaderamente importante
No permitas que ni los comerciantes ni otras personas te abrumen con frases como: “Pero está baratísimo, ¿cómo no lo vas a comprar?” La Navidad es sobre Jesús, no los regalos y, si bien pueden ser para terceros, y es agradable pensar en lo que la persona necesita o le gusta y obsequiárselo, en ningún momento Jesús nos dice que para celebrar su cumpleaños hay que comprar un montón de cosas.
Así que en este Black Friday, piensa que quizá tu regalo no tiene que ser algo necesariamente material, sino una experiencia… puede ser desde unas entradas a algún concierto o un curso de algún idioma o cocina (que sí, puedes aprovechar los descuentos del Black Friday para esto).
Puede parecer que estos días de ofertas son inofensivos, pero realmente pueden alejarnos de lo que Dios quiere para nosotros. Sólo se consciente, no compres impulsivamente y, si es verdaderamente el inicio de la temporada navideña, invierte menos tiempo en compras y más en hacer alguna actividad u obra que realmente vaya acorde a la preparación del nacimiento de Jesús.