Campaña de Cuaresma 2025
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La muerte de una persona siempre planteará incógnitas; sin embargo, quienes tienen fe saben que, para quien ha realizado obras de amor a Dios y al prójimo, la muerte no es el final. Todos tenemos la posibilidad de gozar en el cielo después de pasar por el juicio particular. Entonces, ¿qué pasará en el juicio final?
El juicio particular
Como hemos planteado, sabemos que la vida que Dios nos ha regalado es para hacer obras buenas que nos ayuden a llegar al cielo, y por la enseñanza de la Iglesia tenemos de cierto que, si no estamos completamente purificados, al morir pasaremos algún tiempo en el purgatorio; por otro lado, quienes han vivido rechazando a Dios, irán al infierno.
En el momento de la muerte habrá una retribución inmediata. El Catecismo de la Iglesia católica dice:
"La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo (cf. 2 Tm 1, 9-10). El Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con Cristo en su segunda venida; pero también asegura reiteradamente la existencia de la retribución inmediata después de la muerte de cada uno como consecuencia de sus obras y de su fe".
Es decir, cada quien entrará a donde le corresponda, según sus obras.
"Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación, bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo".

Entonces, ¿qué esperamos del juicio final?
Bien, pues para los que estén en el cielo, el purgatorio o el infierno, no habrá sorpresas. Los muertos ya habrán recibido su sentencia en su juicio particular.
Lo que ocurrirá entonces será su resurrección, porque Cristo vendrá triunfante. Y los vivos serán juzgados en ese momento, como lo describe el Catecismo:
"La resurrección de todos los muertos, 'de los justos y de los pecadores' (Hch 24, 15), precederá al Juicio final. Esta será 'la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz [...] y los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación' (Jn 5, 28-29). Entonces, Cristo vendrá 'en su gloria acompañado de todos sus ángeles [...] Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda [...] E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna' (Mt 25, 31. 32. 46)".
Vivamos preparados
Aunque no sepamos cuándo vamos a morir, lo cierto es que los católicos tenemos todo lo necesario para alcanzar el cielo. Y debemos vivir preparados para ese momento frecuentando los sacramentos, dando buen testimonio, haciendo el bien a todos y cumpliendo los mandamientos del Señor, de este modo estaremos asegurando nuestra vida eterna en compañía de Dios, sus ángeles y sus santos.


