Siempre he pensado que una buena relación con Dios se basa en la confianza. Cuando lees la vida de los grandes santos es lo que tienen en común, confían en Dios.
Es famosa la carta que santo Tomás Moro, antes de su ejecución, le escribió a su hija Margarita. Te invito a leerla, está completa, disponible en Internet. Termina con estas palabras:
¿Confías en Dios? A mí me cuesta, pero Él me ha enseñado que puedo confiar, que nunca quedaré defraudado.
A veces en medio de muchas y fuertes tentaciones le pregunto a Dios: “¿Cuántos son Señor lo que me rodean para hacerme caer?”.
En ese momento de lucidez rezo a mi ángel custodio y a san Miguel Arcángel y la tormenta se disipa.
De pronto experimentas una gran paz y sabes que Dios está contigo.
Lo buscaste, clamaste y Dios se hizo presente. Nunca te abandona.
Somos frágiles y Dios lo sabe. Él te conoce bien y te ama así, como eres, a pesar de lo que haces. Tratar de comprenderlo es inútil, no tenemos la capacidad.
Me encontraba en una playa de Panamá y recordé el encuentro de san Agustín con un niño que le explicó los misterios de Dios. Aproveché e hice esta pequeña grabación sobre ese encuentro, para ti. Mírala, compártela.
A veces no comprendo el camino que debo recorrer, ni entiendo lo que ocurre a mi alrededor, no sé los porqués, no tengo las respuestas que quisiera.
Y me duele porque lo que más anhelo es tener el conocimiento de Dios. Vaya tonterías y aspiraciones para un ser mundano como yo.
He decidido dejar de cuestionar y confiar, abandonarme en sus brazos amorosos.
Leí una vez que la perfección consiste en aceptar siempre, en todo momento la santa voluntad de Dios.
Cuesta mucho, lo sé. Pero vamos a intentarlo, tú y yo. Confía siempre en Dios y te irá bien.
Comparte tus experiencias con Dios. Escríbeme. Te dejo mi email personal
cv2decastro@hotmail.com
Dios te bendiga.