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¿Cómo se prepara un santo para morir?

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Claudio de Castro - publicado el 18/05/21
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Una conciencia tranquila es el mejor remedio para prepararnos en esos difíciles momentos, te da paz y serenidad

Supe de este muchacho que estaba muriendo por una grave enfermedad. Un sacerdote amigo lo fue a visitar para consolarlo y darle el sacramento de la Unción de los Enfermos. Rezaron juntos y al final el sacerdote le pregunta:

- ¿No tienes miedo de morir?

- Voy a ver a Dios, que es mi Padre, ¿cómo voy a temer?

A veces pienso que somos como frutos que maduramos para Dios. Un buen día baja a cosechar y lleva con él los más hermosos, maduros, dulces.

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Un tío de mi esposa estaba con una grave enfermedad. Recuerdo cierta noche que fuimos a visitarle. En un momento que nos dejaron solos me animé a preguntarle.

- ¿Está listo?

- Estoy más que listo Claudio. Hice mis maletas. Sólo espero que me llamen.

Tenía una tranquilidad envidiable, la seguridad de que se vería cara a cara con el mas amable de los padres, que nos ama inmensamente.

Una conciencia tranquila es el mejor remedio para prepararnos en esos difíciles momentos. Te da paz y serenidad.

Es como la famosa historia de Don Bosco la tarde que ve a santo Domingo Savio jugando en el patio del oratorio y lo llama para preguntarle:

- ¿Qué harías si te enteras de que morirás en una hora?

- Seguiría jugando -responde el niño, y vuelve al patio a jugar.

Siempre me ha impresionado el momento de la muerte de los grandes santos de nuestra Iglesia. Se diría que parten hacia una fiesta.

Dios los espera y ellos anhelan partir lo mas pronto posible. Estoy seguro que conoces este poema hermoso de santa Teresa de Jesús pidiendo ir a Dios:

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros
en que está el alma metida!
Sólo esperar la salida
me causa un dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

Acaba ya de dejarme,
vida, no me seas molesta;
porque muriendo, ¿qué resta,
sino vivir y gozarme?
No dejes de consolarme,
muerte, que ansí te requiero;
que muero porque no muero.

Me gusta mucho leer sus biografías y te recomiendo leerlas. Te serán de gran ayuda en tu crecimiento spiritual y de consuelo en las dificultades.

He leído admirado la vida de muchos de ellos y me doy cuenta de lo lejos que estoy de la santidad, de vivir de acuerdo a la voluntad de Dios.

Descubres leyéndolas,  que un santo se prepara toda su vida para el encuentro con Dios.

Y lo hace amándolo con todo el corazón, amando al prójimo, a todos, llenando el mundo de bondad, viviendo con una paz sobrenatural, aceptando en todo momento su enfermedad y dificultad, ofreciendo todo a Dios, orando por los que quedan en este mundo.

Y cuando llega el final clama, agradecido con Dios, por el don de la vida.

Se cuenta de un médico que fue a examinar a san Francisco de Asís, que estaba muy enfermo.

Por la insistencia del santo, el médico le comunicó que pronto moriría. En ese momento Francisco exclamó emocionado sus conocidas palabras: ¡Bienvenida mi hermana muerte!

Leí sobre su muerte:

Aprendamos de los santos a vivir plenamente, amando, perdonando, haciendo buenas obras, según la voluntad de Dios, que es perfecta, y a tener nuestras almas y conciencias limpias.

Así, cuando llegue la “hermana muerte” podremos dar gracias a Dios por todo su amor, por la vida, nuestras familias, por mostrarnos el camino al Paraíso y por ser nuestro Padre.

Escríbeme y cuéntame tus experiencias con Dios. Te dejo mi correo electrónico.

cv2decastro@hotmail.com ¡Dios te bendiga!

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