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Hay días en que me siento a reflexionar en una banca de madera que tengo en el portón de mi casa.
Me gusta porque me ayuda a pensar en las coas que en verdad tienen valor y por momentos me olvido de lo temporal, de mis necesidades de dinero y bienes materiales y puedo a gusto pensar en Dios y contemplar su amor y majestad.
Hoy me senté temprano, luego de sorber un delicioso y aromático café preparado por mi esposa Vida y me quedé un par de horas en silencio, pensando.
Recordé agradecido los orígenes de mi apostolado de la palabra escrita, por qué escribo, por qué hablo tanto de Dios, de nuestra Iglesia y de Jesús, prisionero de amor en el sagrario, mi mejor amigo desde la infancia.
Recordé aquel viernes por la tarde que me invitaron amigos del Movimiento de los Focolares a ver un vídeo en el que hablaría Chiara Lubich, su fundadora, a un grupo de jóvenes artistas. Con gusto acepté.
Como el Focolar quedaba a la vuelta de mi casa, fui caminando. Era de noche y la brisa fresca ayudaba.
Nos sentamos un grupo grande de personas frente a una pantalla blanca y pasaron el video.
Era en italiano, pero había un traductor. Tenía en esos días muchas inquietudes, deseaba conocer más a Dios, saber el por qué de muchas cosas que ocurren en el mundo y no parecen tener sentido.
Eran días en que escalaba la montaña de Dios sin conocerla, ni tener un mapa, sin un guía. Chiara nos dijo esa noche:
Veo enamorados hablar del amado sin cansarse. O una madre que comenta las proezas de su pequeño hijo. Con cuánto amor los mencionan. ¿No podríamos nosotros hacer lo mismo con Dios?
Hablar de Dios con fervor y convicción, con amor y entusiasmo, al todo el que encontremos en el camino.
No tengas miedo de hablar de Dios.
Recuerdo una tarde en una reunión de amigo. Me dio vergüenza al principio, ¿qué pensarían? Pero me animé y empecé a hablar de Dios.
Antes de marcharnos uno de los presentes se acercó, me abrazó y me dijo emocionado: “Gracias, Claudio, necesitaba esas palabras”.
El mundo tiene hambre de Dios. No lo conoce y por eso vemos leyes contra la moral y la vida que aprueban diputados y presidentes en diferentes países. No conocen a Dios, ni su amor ni sus Mandatos.
Tú nunca lo olvides. Dios es tu padre. Y vela por ti. Y te ama. Vive en su presencia y da frutos de eternidad. Dios espera mucho de ti.
Escríbeme y cuéntame tus experiencias con Dios. Te dejo mi correo electrónico.
cv2decastro@hotmail.com ¡Dios te bendiga!