La misión comenzó en Turín, Italia. La famosa tierra de Don Bosco. Fue desde ese lugar donde seis religiosas salesianas conocidas como Hijas de María Auxiliadora cruzaron el Atlántico para transformarse en las primeras en llegar a América en 1877.
La primera llegada se dio en Uruguay cinco años después de la fundación de este instituto (1872). Se trató de una verdadera odisea con dimensiones inimaginables debido a los frutos que cosecharían después.
Ángela Vallese, Teresa Mazarello, Teresa Gedda, Ángela Denegri, Ángela Cassulo y Juana Borgna son los nombres de las religiosas que dejaron sus tierras para embarcarse en una misión de fe extraordinaria. Lo hicieron acompañadas de una imagen especial, el cuadro del Miracolo. Se trata de una imagen de María Auxiliadora. La misma había sido enviada por el propio Don Bosco junto a las misioneras y que fue pintado por un señor que tenía dificultades en la vista.
“Es un cuadro muy significativo para nosotras en Uruguay y en el mundo. El sueño de las misiones en América que Don Bosco tenía (él siempre quiso llegar a la Patagonia) se hizo realidad pasando por Uruguay”, había expresado a Aleteia una de las hermanas de las Hijas de María Auxiliadora desde Uruguay. Lo hizo cuando este cuadro se transformó en noticia por haber sobrevivido a una inundación.
La llegada de las Hijas de María Auxiliadora no estuvo exenta de desafíos. Antes de llegar a la capital Montevideo para meterse de lleno en la misión vinculada a la educación (primera casa de América en la localidad Villa Colón) que tenían asignada, las religiosas tuvieron que permanecer en la Isla de Flores, la que más sabe de cuarentenas y epidemias.
Efectivamente, se trata de un lugar de referencia tanto nacional como regional a la hora de frenar la expansión de enfermedades graves del Siglo XIX como la fiebre amarilla, el cólera, la viruela, peste bubónica, entre otras.
Las religiosas lo hicieron luego de una escala en Río de Janeiro, donde había fiebre amarilla. Fue Juana Borgna, de 17 años, quien en ese entonces tomó su pluma y decidió escribir una carta a la Madre Mazzarello, cofundadora de las Hijas de María Auxiliadora, para contarle desde la cuarentena en Isla de Flores -que duró 9 días- cómo fue el viaje y qué se encontraron al llegar a tierras americanas.
A continuación el breve pasaje de una de las cartas dirigidas a Mazzarello el 14 de diciembre de 1877. La original se encuentra en el Archivo Salesiano del Vaticano, pero copias fueron donadas al Instituto de Investigaciones Históricas y Sociales del Plata (IIHSP) y reproducidas en el libro “Lazareto Isla de Flores SOS” de Juan Antonio Pérez Sparano (2019) y vinculado al Proyecto Isla de Flores.
En la carta Juana también contaba qué había visto en aquella isla tan especial (en realidad son tres islas unidas) y cómo transcurrían aquellos días. Además, que a pesar de los peligros a los que estuvieron expuestas en el barco que las hizo llegar hasta América, en todo momento aparece el agradecimiento por haber sido liberadas de toda desgracia.
Una vez finalizada la cuarentena en Isla de Flores, las hermanas pudieron ser hospedadas en una primera instancia en una casita cedida por las Hermanas Salesas de la Visitación, tal cual recuerda el salesiano Juan E. Belza en su obra “Luis Lasagna, el obispo misionero”, un trabajo publicado y editado en Argentina en 1970.
No obstante, a pesar de todo esto, el impulso ya estaba dado. En definitiva, las Hijas de María Auxiliadora habían llegado por primera vez a América, continente donde mantienen actualmente acción en otros países como Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Venezuela, Ecuador, México, entre otros.
Pero detrás de esta gran historia de fe y evangelización se encuentra otro personaje por demás singular. Su nombre es María Dominga Mazzarello, la misma a quien Juana la dirigió esa carta desde Isla de Flores. Nacida el 9 de mayo de 1837 en Mornese (Italia), Mazzarello es reconocida como la cofundadora, junto a Don Bosco, de las Hijas de María Auxiliadora. Su infancia transcurrió entre el trabajo campesino y un ambiente de vida cristiana. Gracias a sus padres y a Domingo Pestarino, su director espiritual, fue que logró desarrollar una potente apertura a la fe.
En una primera instancia, Mazzarello se vincula a la Asociación de las Hijas de la Inmaculada. No obstante, según una reseña difundida en Instituto Figlie di Maria Ausiliatrice, en 1860 el pueblo que la vio nacer fue golpeado por el tifus. Fue ahí donde su confesor le sugirió ir a curar a parientes necesitados de asistencia. Ella aceptó, bajo riesgo de contagio, algo que finalmente sucedió y se enfermó. Si bien posteriormente se recuperó, las secuelas de la enfermedad la obligaron a dejar los trabajos agrícolas. Esto provocó que se dedicara a la educación de las chicas del pueblo. También abrió un taller de costura y hasta un oratorio festivo, además de acoger a huerfanitas.
En 1864 se dio el otro gran punto de inflexión de su vida. Fue en ese período donde conoció a Don Bosco. Esto mientras acontecía una salida otoñal en Mornese y un encuentro con Pestarino convertido en salesiano. Todo eso derivó en que se pudiera concretar finalmente aquello que había sido cautivado en Don Bosco de parte del propio Papa Pío IX.
Fue así que Don Bosco y Mazzarello fundaron el 5 de agosto de 1872 la familia religiosa al servicio de las jóvenes conocido como Hijas de María Auxiliadora. “Don Bosco es un santo, y yo lo siento”, había expresado Mazzarello con aquel encuentro. Esta mujer que se transformaría en superiora y guía de las primeras misioneras salesianas que llegaron a América.
Mazzarello muere el 14 de mayo de 1881 en Niza-Monferrato a la edad de 44 años debido a una pleuritis. Su legado espiritual persiste y atrae. Mazzarello fue declarada santa por Pío XII el 24 de junio de 1954. Su fiesta litúrgica se celebra cada 13 de mayo.
"Hay un canto, un Himno Madre Mazzarello, que viene de una cantante chilena de varios años atrás, que dice: 'Contemplamos tu rostro radiante con Don Bosco en la Gloria de Dios y sentimos que sigues presente caminando en la historia de hoy. Otros montes, oh Madre otras casas, más allá de tu amado Mornés se han poblado de voces que cantan, tu mensaje de amor y de Fe'", expresa a Aleteia la hermana María Baffundo, religiosa del instituto en Uruguay.
"Esa certeza es la que nos anima hoy al recordar y pensar en nuestra Madre Mazzarello, una mujer de ayer (nació en 1837), que murió hace 140 años (mayo de 1881) y que para nosotras es muy vigente hoy en su propuesta educativa y su espiritualidad", señala.
"Como salesiana, es modelo por: actuar siempre en adhesión a la propuesta de Don Bosco de 'salvar almas', con la consigna de despertar lo mejor de cada joven para que sea feliz, de acompañar procesos e historias personales, de proponer una santidad cotidiana y al alcance de la mano, porque estamos en lo que Dios quiere, en la alegría que nace del corazón en paz y no solo de grandes y vacías manifestaciones", prosigue.
"Agradecemos este don que el Padre nos ha dado y le pedimos que continúe guiando a sus Hijas por sendas de santidad en el mundo de hoy, y continuamos como el canto: 'sigues Madre animando esperanzas, es tu vida un sendero de luz, ven sonríe y ama en nosotras con Don Bosco a la juventud'”, concluye la religiosa.