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El 1 de mayo, durante una celebración de primeras comuniones de la parroquia Corpus Christi, de la localidad bonaerense de Temperley, dos oficiales de policía interrumpieron la Misa antes de la consagración pidiendo su suspensión.
Ante los micrófonos, y con los reclamos de los asistentes de que suspendan actividades comerciales feriales, el párroco Guillermo intentó explicar a los oficiales que, según él entendía, la legislación habilitaba encuentros religiosos al aire libre con hasta 30% de aforo, y allí, en un espacio con capacidad para 400, se cumplía.
Los oficiales respondieron que el presidente Alberto Fernández había suspendido bautismos y sacramentos. La discusión prosiguió en términos siempre respetuosos, y se permitió que se termine la Misa antes de desalojar el espacio.
"Los chicos se merecen" el sacramento, dijo el policía al retirarse, incluso pidiendo disculpas, pero reclamando respeto por su labor.
El episodio es fiel retrato del estado de confusión en el Área Metropolitana de Buenos Aires con respecto a las restricciones preventivas para contrarrestar el impacto de esta segunda ola de COVID en la Argentina.
El 30 de abril terminaba la vigencia del primer decreto presidencial que restringió numerosas actividades. Entre otras, "todas las actividades deportivas, recreativas, sociales, culturales y religiosas que se realizan en ámbitos cerrados".
La atención del decreto fue acaparada casi por entero por la decisión de no acatar la suspensión de la escolaridad presencial por la Ciudad de Buenos Aires; tema cuya resolución judicial depende hoy de la Corte Suprema de Justicia.
Con respecto a las celebraciones religiosas, ese primer decreto las restringía en espacios cerrados, pero no en ámbitos abiertos. Pero posteriormente, en otro decreto, la Provincia de Buenos Aires indicó – en una extensa reglamentación propia – que éstas se permitían al aire libre con hasta 20 personas.
El obispado de Lomas de Zamora, del que depende la parroquia, publicó a su vez dicha medida de la provincia que tenía vigencia hasta el 30.
El 29 por la noche el presidente Alberto Fernández anunció nuevas medidas, consistentes básicamente en la ampliación de las restricciones que regían hasta el 30.
Con respecto a las celebraciones religiosas, el texto nacional se mantuvo igual, sin referencias a las celebraciones al aire libre. Hasta el momento, no se publicó una nueva reglamentación local de la provincia.
Los agentes policiales refirieron a una prohibición presidencial de la celebración de los sacramentos que no existe. El sacerdote se refirió a una medida de anterior vigencia, incluso anterior a la reglamentada explícitamente por la provincia a mediados de abril.
Adicionalmente, 1 de mayo fue un momento de transición entre las medidas y su ampliación. Y como si fuera poco, ante la confusión reglamentaria, escuetamente aclarada en medios de comunicación, hay señales contradictorias en las calles.
Uno de los comentarios expresados contra los policías durante la Misa tuvo que ver con la falta de controles en La Salada, una de las ferias más importantes y concurridas del Gran Buenos Aires.
Y más allá de ella, conglomerados de personas se ven a diario en distintas localidades. Y no sólo en torno a espacios comerciales o laborales, sino también en torno a torneos de fútbol y otras actividades ociosas.
Por eso, aún ante la confusión generalizada sobre qué se puede y qué no se puede de acuerdo a las normativas vigentes, llama la atención que se haya decidido interrumpir un evento comunitario familiar en el que las imágenes dan cuenta del cumplimiento de protocolos de distanciamiento.