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¿Te cuesta pedir ayuda?

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Dolors Massot - publicado el 20/04/21
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Si pensamos que pedir ayuda es de débiles, nos estamos equivocando. Mira cómo salir de ese error

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¿Notas que te cuesta pedir ayuda cuando tienes un problema? ¿Se te ha planteado una dificultad últimamente y no te atreves a pedir colaboración de otras personas? Ese planteamiento hace que arrastremos los problemas por más tiempo y muchas veces no somos capaces de llegar a resolverlos finalmente.

¿Por qué cuesta pedir ayuda?

La mayor parte de las veces, el culpable de que no hayamos llegado a pedir ayuda a nadie es nuestro egoísmo o nuestra vanidad.

Creemos que solos vamos a poder con todo. Que vamos a ser capaces de salir adelante sin tener que mostrar nuestra fragilidad a otras personas. Hicimos un curso acelerado de autoayuda, aprendimos que hay que potenciar la autoestima, pero se nos inflamó: ese lema publicitario de "porque yo lo valgo" es válido hasta cierto punto, pero uno no debe exagerar.

Valgo mucho pero no soy omnipotente (ahí la filosofía new age nos miente diciéndonos que el poder de nuestra mente es infinito, y no es así).

La realidad de nuestra vida es que cada uno de nosotros tiene cualidades y fortalezas que puede y debe hacer crecer y potenciar. Pero también es cierto que no somos invencibles, que se nos presentan dificultades y que no siempre disponemos de todas las armas para superarlas.

SUPERHERO

Por esta razón, no tiene sentido pensar que vamos a resolver siempre los problemas nosotros solos.

Hay que dejar el egoísmo a un lado y reconocer que sin los otros no podríamos llegar a la meta en nuestra vida.

Me vienen a la memoria unos versos de ese precioso poema de José Agustín Goytisolo, "Palabras para Julia", que dedicó a su hija y al que Paco Ibáñez puso música:

La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.

Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.

Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.

Contar con los demás nos ayuda a llegar a la meta, tanto en el plano físico como en el sobrenatural. Y eso sirve siempre: en circunstancias cotidianas como llegar a un bote de una estantería que no alcanzamos en el supermercado, como en la vida interior: "Nadie se salva solo", dice el Papa Francisco cuando habla de fraternidad entre las personas para ser felices en la tierra y alcanzar el cielo.

Otro peligro es no pedir ayuda porque no queremos que los demás conozcan nuestra fragilidad. "Si se enteran de que me pasa esto, no van a valorarme tanto". Y preferimos seguir en nuestro pedestal imaginario antes que contar nuestro problema y pedir ayuda. ¿Qué diríamos de alguien que vemos que sufre una pulmonía pero no va al médico? Es un insensato, ¿no? Está perdiendo la oportunidad de curarse y vivir mejor.

Pues eso es lo que ocurre en nuestra vida cuando nos cuesta pedir ayuda porque nos pesa el "qué dirán".

Hay una canción española que triunfó hace unos años y su título ha hecho fortuna porque retrata al personaje vanidoso: "Antes muerta que sencilla". Preferimos un dolor de pies antes que bajarnos de los zapatos y que todos nos vean descalzos.

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La vanidad frena miles de oportunidades de recibir ayuda.

Pedir ayuda es mucho más fácil de lo que imaginamos. Planteémoslo en cuatro sencillos pasos que puedes ver en la galería fotográfica:

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