Un “superdomingo” es lo que se vivirá este 11 de abril en países como Perú, Ecuador y Bolivia. La región permanece atenta al desenlace de una instancia clave para la consolidación de la democracia. Sucede en medio de varios años de intensas crisis políticas y sociales a las que se la ha sumado desde 2020 la pandemia del coronavirus.
En el caso de Ecuador, país donde el virus ha dejado más de 340.000 casos confirmados y un número de fallecidos superior a 17.000, lo que se vivirá en este Domingo de la Misericordia será la segunda vuelta electoral entre el empresario Guillermo Lasso y Andrés Arauz, a quien se lo ha catalogado de delfín del expresidente Rafael Correa.
El ganador tendrá que suceder al actual presidente Lenín Moreno y los últimos sondeos daban cuenta de una posible jornada sumamente reñida. A esto se le suma la incertidumbre previa del propio 7 de febrero, en primera vuelta. En aquella oportunidad la paridad generó varios días de espera para el conocimiento de los candidatos definitivos de este 11 de abril.
En países como Perú, la Iglesia emitió un pronunciamiento hace varios días. Pero en Ecuador sucedió recién el pasado 8 de abril. En el mismo se reitera, tal cual indica la nota que llegó a Aleteia, el llamado a los políticos y a la ciudadanía a obrar de manera libre y responsable.
A través del pronunciamiento emitido por el Consejo de Presidencia de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana se hace referencia a varios aspectos. Por ejemplo, la obligación ciudadana que compromete a opinar y decidir “en la vida política, cívica y comunitaria del país, de manera honesta y transparente”.
“Con nuestro voto hacemos historia y generamos proceso o retroceso, empleo o desempleo, seguridad o inseguridad, honestidad o corrupción, justicia o impunidad. Un voto que responda fundamentalmente a nuestros valores, a nuestros sueños, a nuestra fe, siempre en el marco del respeto a quien piensa diferente y sin que por ello sea considerado enemigo”, expresan en otro de los puntos.
Los obispos también hacen énfasis a “la responsabilidad ética de los actores políticos en cuanto a ofrecer soluciones que respondan a las necesidades de la población, libres de toda forma de demagogia que atenta contra la verdad y la justicia”.
“Quienes sean electos deberán gobernar para el Ecuador entero, en diálogo, respeto y colaboración con todos los sectores de la sociedad”, concluye el mensaje de la Iglesia de ese país sudamericano de cara a una instancia clave cargada de esperanza en medio de tanta incertidumbre.