Es un deseo natural querer tener el control sobre el propio futuro. Cuando sentimos que lo controlamos, podemos predecir lo que sucederá y tener una sensación de seguridad.
Sin embargo, en realidad tenemos muy poco control sobre lo que pasará a continuación, y cuando todo fluctúa a diario, eso puede llevarnos a un profundo estado de ansiedad.
La clave para mantenerse cuerdos y disfrutar de la vida cuando el futuro ya no está en nuestras manos es concentrarse en el hoy.
Jesús explicó a sus discípulos:
“Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura. No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción”(Mateo 6, 33-34).
La fuerza de este instante
Jesús quiere que nos enfoquemos en vivir el Evangelio hoy, en el momento presente.
El Francisco Javier Lasance explica este tipo de vida en su libro de principios del siglo XX My Prayer Book:
Uno de los secretos de una vida cristiana dulce y feliz es aprender a vivir el día a día. Son los largos tramos los que nos cansan. Pensamos en la vida como un todo, corriendo por nosotros … No podemos librar esta batalla continuamente durante medio siglo. Pero realmente no hay estiramientos. La vida no nos llega a todos al mismo tiempo; viene solo un día a la vez.
De hecho, cuando pensamos en la vida, es fácil pensar en todo sucediendo al mismo tiempo. Sin embargo, nunca es así. Porque cada momento pasa, y debemos preocuparnos primero por ese único momento.
Es un bendito secreto este, de vivir al día. Cualquiera puede llevar su carga, por pesada que sea, hasta el anochecer. Cualquier persona puede hacer su trabajo, por duro que sea, por un día. Cualquiera puede vivir dulce, paciente, amorosamente, puramente hasta que se ponga el sol. Y esto es toda la vida para nosotros, solo un pequeño día.
Si podemos concentrarnos en el día de hoy, entonces podremos disfrutar de la vida más fácilmente.
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