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Es posible que no siempre recordemos orar durante el día, pero siempre podemos comenzar el día ofreciendo a Dios cada parte de nuestro ser.
Aquí hay una breve oración de ofrenda del libro del siglo XIX Morning Prayers, que se centra en dedicar a Dios cada latido de tu corazón, haciendo de toda tu vida una oración.
Oh Dios todopoderoso y eterno, mi Señor y mi Creador,
ofrezco a Tu Divina Majestad
cada uno de mis pensamientos, palabras, acciones y sufrimientos.
Tan a menudo como respiro,
tan a menudo como la sangre circula por mis venas con cada latido de mi corazón,
te lo ofrezco.
Acepta, Señor, esta humilde ofrenda.
Por qué y cómo ofrecer tu día a Dios
Para ofrecer tu día a Dios, puedes arrodillarte y hacerlo con tus propias palabras o usar una fórmula. Hay muchas oraciones de ofrecimiento. Una muy popular es esta de santa Teresa de Lisieux:
Dios mío, te ofrezco todas las acciones que hoy realice
por las intenciones del Sagrado Corazón y para su gloria.
Quiero santificar los latidos de mi corazón,
mis pensamientos y mis obras más sencillas
uniéndolo todo a Sus méritos infinitos,
y reparar mis faltas arrojándolas al horno ardiente de Su amor misericordioso.Dios mío, te pido para mí y para todos mis seres queridos
la gracia de cumplir con toda perfección Tu voluntad
y aceptar por Tu amor las alegrías y lo sufrimientos de esta vida pasajera,
para que un día podamos reunirnos en el cielo por toda la eternidad. Amén.
Al hacer una oración de ofrecimiento en la mañana, le dedicas el resto del día a Dios. Eso te prepara a la vez para enfrentar cualquier cosa que venga ese día.
También puedes aprovechar muchos otros momentos del día para ofrecerte a Dios. Aquí tienes algunas oraciones que pueden ayudarte: