Los investigadores del Centre d’Art d’Època Moderna (CAEM) revelan a Aleteia cómo han llegado a este descubrimiento y la importancia que tiene esta obra para la historia del arte.
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¿Es posible que los ojos del Cristo de este desconocido lienzo hayan surgido del pincel de uno de los artistas más grandes de todos los tiempos, Doménikos Theotokópoulos, El Greco (1541-1614)?
Esta es la petición que recibieron los investigadores del Centre d’Art d’Època Moderna (CAEM), en Lleida, institución de reconocido prestigio en la autentificación y certificación de obras de arte.
El interrogante lo planteó, en diciembre de 2018, el dueño de este lienzo, “Cristo con la cruz a cuestas”, un coleccionista que pide permanecer anónimo.
Había comprado años atrás esta pequeña obra, de 57,5 por 38,5 centímetros.
El propietario tenía muchas preguntas a las que podía dar pocas respuestas basándose únicamente en la documentación oficial, que había podido recoger al adquirir el cuadro.
Conclusión sorprendente
“Llevar a cabo el estudio de ‘Cristo con la cruz a cuestas’ ha sido apasionante”, explica a Aleteia Ximo Company, catedrático de Historia del Arte y director del CAEM.
Los expertos e investigadores sometieron la obra a las distintas técnicas de análisis: fotografía de infrarroja (IR), fotografía infrarroja con luz transmitida (IRT), fotografía mediante fluorescencia visible inducida por Ultravioleta (UVF)…
La conclusión fue sorprendente: son muchos los elementos que comparte esta obra con El Greco, explica el profesor Company, especializado en el análisis estilístico.
Y añade: “Poco a poco fuimos analizando y comparando nuestro Cristo con otras obras de El Greco y de su taller. Tras varios meses de estudio e investigación contratada, consideramos que dicha iconografía fue empleada a partir de la novena década del siglo XVI, en la cual el artista creó una matriz primaria de Cristo con la cruz a cuestas que alcanzó una gran fortuna”.
Un modelo de El Greco para sus clientes
“Por ello –reconoce–, tras realizar un minucioso estudio comparativo entre la obra objeto de estudio y numerosas obras similares del maestro, creemos que nuestra obra podría corresponderse con un delicado y muy apreciado ‘riccordo’ de la famosa serie devocional de Cristo con la cruz a cuestas”.
Nos encontramos ante una obra modelo de El Greco para mostrar a la clientela, y como paradigma también para sus discípulos y ayudantes.
“De forma preferente contemplamos la opción de que la obra aquí estudiada fuera concebida por el propio maestro como una obra modelo para mostrar a la clientela, y como paradigma también para los discípulos y ayudantes de El Greco”, concluye el doctor Company, quien ha sido director del Museo de Bellas Artes de Valencia, la segunda pinacoteca más importante de España.
Un equipo de renombre internacional
En el estudio ha participado, además, Mariona Navarro, investigadora del CAEM, quien ha realizado certeros análisis atributivos de pinturas de El Greco, Sassoferrato, Jean Ranc y Joaquim Mir, y otros relacionados con Goya y Eugenio Lucas Velázquez.
Desde la izquierda: Mariona Navarro, Carmen Garrido y Ximo Company, investigadores del CAEM, autores de la certificación.
La tercera firma del trabajo de investigación que certifica la atribución de la obra a El Greco es la de la doctora Carmen Garrido (fallecida en diciembre pasado), una de las máximas especialistas mundiales en El Greco, Velázquez y Goya.
Garrido es considerada como una de las máximas expertas en el mundo de la Pintura Española del Siglo de Oro. De 1982 a 2012 fue directora del Gabinete Técnico del Museo Nacional del Prado.
La emoción de descubrir una obra de El Greco
¿Qué siente el investigador al constatar que las características históricas, técnicas, físicas y estilísticas de la obra confirman que es obra del mismo El Greco?
Mariona Navarro: Es muy emocionante, sobre todo tras tantos meses de investigación. Este icono cristológico es uno de los más afortunados salidos del famoso obrador de El Greco.
“Es muy emocionante, sobre todo tras tantos meses de investigación”, reconoce Mariona Navarro.
“Este icono cristológico es uno de los más afortunados salidos del famoso obrador de El Greco. Lo repitió en numerosas ocasiones y tuvo una gran aceptación entre su clientela”, explica la investigadora.
En 1967 el experto norteamericano Harold E. Wethey catalogó hasta once originales de este mismo tema, de los que descuellan las versiones del Metropolitan Museum of Art, Nueva York, y del Museo del Prado.
Otras como las del Museo de Buenos Aires o la del Palacio Real de Rumania, parecen de calidad algo inferior.
“Revisando documentación publicada se sabe que, en el inventario de los bienes de El Greco, realizado por su hijo Jorge Manuel Theotocópuli entre el 17 de abril y el 7 de julio de 1614, se hace mención a un cuadro con el título ‘Christo con la cruz a cuestas – pequeño’”, revela Mariona Navarro.
“Sin duda –concluye la investigadora–, podría hacer referencia a nuestra obra, ya que tras comparar con otras obras de la misma iconografía, no nos consta que exista ninguna con dimensiones más pequeñas que la estudiada por el CAEM”.
La pasión por Cristo de El Greco
Lo primero que sorprende de esta temática tan querida por El Greco es que no nos presenta los sufrimientos de Cristo al afrontar los tormentos de la Pasión.
Su rostro transmite más bien abandono en lo Alto, serenidad. ¿Qué nos quería decir El Greco con esta interpretación de la Pasión?
“El tema de Cristo con la cruz a cuestas remonta al arte paleocristiano”, recuerda el doctor Ximo, profesor de Historia del Arte de la Universitat de Lleida.
“Hasta el siglo XII, el episodio se entiende con un sentido fundamentalmente simbólico. La cruz no es instrumento de martirio, sino símbolo del triunfo del Redentor sobre la muerte”, explica el catedrático de Historia del Arte Moderno.
Una meditación a todo color
“El artista invita al espectador a meditar sobre la escena de Cristo cargando con la cruz. Sin embargo, dicha escena viene marcada por un Cristo sereno y triunfante”.
“Nos da la sensación de que el peso de la cruz es ligero, así se percibe en el rostro de Cristo. La corriente de pensamiento religioso bebió en las fuentes de la Devotio moderna y siguió de cerca textos tales como De Imitatione Christi, en los que se recupera la teología de la cruz de los primeros tiempos de la Iglesia, convirtiéndola en la esperanza de la vida eterna”.
“El De Imitatione Christi convirtió a Cristo con la cruz a cuestas en un Cristo victorioso puesto al frente de los fieles, presentes o no en la figuración, en el camino de la consecución del reino de Dios”, aclara el doctor Ximo.
Esa interpretación de la obra explica el brillo de los ojos de Jesús, bañados por las lágrimas. Nos encontramos, por tanto, ante un dolor que no es el de los latigazos y golpes sufridos antes y durante el Vía Crucis.
El Greco quería promover la devoción privada entre los clientes de la época, por ello se presentaba a un Cristo muy próximo.
Aquí El Greco presenta el verdadero dolor de Cristo, el del abandono del Padre.
“Las evidencias históricas, estilísticas e iconográficas demuestran que El Greco y su taller pintaron distintas versiones de esta misma composición”.
“Es muy probable que dicha escena tratara de promover la devoción privada entre los clientes de la época, por ello se presentaba a un Cristo muy próximo”.
“La respuesta de El Greco a los movimientos de la reforma espiritual se expresa en la iconografía de sus cuadros y en su tratamiento de la luz, la forma y el color”.
Místico con los pinceles
“Así lo vemos en la obra objeto de estudio. El rostro, de mirada perdida, como en contemplación interior, invita al espectador a acercarse a la serena escena protagonizada por Cristo. Dicha representación difiere un tanto de todas aquellas representaciones que vienen marcadas por el desconsuelo, la congoja y el tormento de Cristo de camino al calvario”.
El fondo de la obra es sumamente moderno. Aquí no aparece una nube de ángeles, como en otro cuadro de Cristo abrazado a la Cruz de El Greco.
El objetivo de El Greco: convertir al espectador en sujeto activo de la escena representada.
¿Cómo interpretar ese torbellino de color que recorta la silueta de Cristo?
“El fondo de la composición es austero; viene marcado por una asombrosa coloración azul oscura con manchas blanquecinas, la cual persigue un único fin: que el espectador se sienta envuelto en la representación, dejando de ser testigo para pasar a ser sujeto activo de la escena representada”.
“Nuestro artista busca que el espectador se centre en el Cristo que avanza triunfante hacia el Gólgota, por ello recorta su figura sobre el fondo austero”.
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Rostro de Cristo, “silencioso y expresivo”
Sorprende también el peso ligero de la Cruz. Cristo no está aplastado por el madero, como lo interpretó por ejemplo Mel Gibson en su película “The Passion”. En El Greco, parecen resonar las palabras de Cristo “mi yugo es suave y mi carga liviana” (Mateo 11, 30).
“Nuestro artista abandona la tradicional representación de la escena con el objetivo de presentarnos al hijo de Dios de manera exultante. Asimismo, cabe señalar que la cruz hace referencia de manera simbólica al instrumento de martirio, ya que las dimensiones de la cruz no se corresponden al canon de proporciones del personaje representado”.
“El brazo más largo del instrumento del martirio va dispuesto hacia delante, y la cruz carece de deseo de verosimilitud alguna”.
El rostro de Cristo es enormemente impactante, silencioso y expresivo. ¿Cómo es posible que una obra tan potente de El Greco haya pasado desapercibida hasta ahora?
En España todavía quedan por descubrir muchas obras inéditas, sublimes…
“Siempre pueden aparecer -y aparecen- sorpresas. En España todavía quedan muchas obras inéditas, sublimes, destinadas, a medida que se puedan estudiar profundamente, a enriquecer la historia del arte de nuestro país”.
“Centros públicos universitarios, como el CAEM, que operan de forma muy transparente con extremado rigor y sin ánimo de lucro, que dan confianza a tantos coleccionistas, contribuyen a generar felices sorpresas. Para eso estamos, para dar alegrías (y proteger el patrimonio artístico)”.
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