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Tata Vasco: el gran humanista del siglo XVI, de camino a la beatificación

VASCO DE QUIROGA

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Jaime Septién - publicado el 23/12/20

¿Quién fue Vasco de Quiroga? ¿Cuál es su gran aportación? ¿Por qué el Papa aprobó el reconocimiento de sus virtudes heroicas?

En el libro colectivo Don Vasco de Quiroga o la Filosofía en Busca de Justicia (IMDOSOC, 2005) el poeta y ensayista mexicano Gabriel Zaid dice algo fundamental de quien fuera el primer obispo de Michoacán. “Llama la atención, en primer lugar, que la obra (de don Vasco) esté viva después de tantos años. Muy pocas cosas resisten esta prueba”, afirma.

Quizá sea el reconocimiento de las virtudes heroicas del Siervo de Dios Vasco de Quiroga – cuya causa la abrió en Morelia, en 1997, el entonces arzobispo y hoy cardenal Alberto Suárez Inda – uno de los más significativos del pontificado del Papa Francisco. Su obra con los indígenas tarascos y purépechas de Michoacán (al occidente de la entonces Nueva España, hoy territorio mexicano, tiene mucho que ver con el modelo de la “economía de Francisco” para el siglo XXI.

La razón la explica Zaid al final del ensayo “El modelo Vasco de Quiroga”. “Ahora que se han puesto en evidencia los aspectos negativos y las muchas limitaciones del gigantismo, el ‘modelo Vasco de Quiroga’ puede ser la doctrina social cristiana del siglo XXI y la solución práctica de un liberalismo inteligente, frente a los problemas sociales que no puede remediar”.

De cómo llegó a la Nueva España

Vasco Vázquez de Quiroga y Alonso de la Cárcel, Vasco de Quiroga (Tata” Vasco para los indígenas), nació en un año cercano a 1470. Nació en el mismo pueblo de la provincia de Ávila donde había nacido – 19 años antes que él – la reina Isabel I de Castilla (Isabel la Católica): Madrigal de las Altas Torres. Fue a la Universidad de Salamanca y hacia 1515 se licenció en Derecho Canónico. De Salamanca pasó a Valladolid para ejercer la abogacía hasta 1530.

En ese año recibe una misiva del rey Carlos I de España para hacerse cargo de una misión casi imposible pero que cambiará su vida, y la vida del nuevo territorio apenas descubierto y conquistado para la Corona. Se trataba de formar parte de la Segunda Audiencia de México y de enderezar el desastre que la trapacería de la Primera Audiencia, que estaba a punto de provocar una revuelta entre los indígenas mexicanos.

Don Vasco llegó a Veracruz en 1531 y ejerció, ejemplarmente junto a sus otros compañeros de la Segunda Audiencia, el encargo pacificador, humanista y civilizador que se le había encargado por parte de Carlos I. Al grado tal que, sin haber seguido la carrera eclesiástica, fue consagrado en 1538 por el obispo de México, fray Juan de Zumárraga, como primer obispo de Michoacán. Un acto en el que le confirió sucesivamente todos los grados clericales.

La labor en Michoacán

Antes de ser ordenado obispo, don Vasco había escrito dos trabajos muy importantes para el “modelo” de acción que llevaría a cabo en la Provincia de Michoacán. La carta sobre el experimento social de los Hospitales de Santa Fe (1531) y su Información en Derecho (1535) en el que – según escribe el padre dominico Mauricio Beuchot –“se reflejan sus ideas de justicia y de humanismo, sobre todo en cuanto al derecho de conquista, a la adecuada colonización y la correcta evangelización”.

Ya ordenado obispo, comenzó su ministerio en el pueblo de Tzintzuntzan y hacia 1543 pasó a Pátzcuaro, ciudad que será la sede del primer obispado de Michoacán. Dos fundaciones realizó nada más llegar a Pátzcuaro: el hospital de Santa María y el Colegio de San Nicolás. En el primero puso en marcha sus ideas de acción social hospitalaria. En el segundo se adelantó al Concilio de Trento, pues se trató de un Seminario para la formación de los sacerdotes de la provincia michoacana.

Tras un periodo en España (1547-1553), regresó a Michoacán para ya no volver a salir hasta su muerte en 1565. Esos últimos 12 años fueron decisivos para consolidar su obra que abarca la creación de instituciones sociales, la organización política, el fomento a la participación social, el impulso a empresas familiares y la creación de lo que hoy llamaríamos un “clúster” de desarrollo regional. Una vida ejemplar cuya pasión fueron el derecho y la justicia y la santidad su fama.

Los pueblos-hospital Santa Fe

Quizá la mayor de las obras sociales de don Vasco fue la de los pueblos-hospital. El primero de ellos lo fundó siendo miembro de la Segunda Audiencia, en el poniente de la Ciudad de México (donde hoy se levantan rascacielos y zonas comerciales en la capital del país). Lo llamó Hospital de Santa Fe y en él llegaron a vivir hasta treinta mil indígenas que no encontraban lugar entre los conquistadores.

“Cabe mencionar que el término ‘hospital’ está vinculado a la acepción latina ‘hostes’, que significa huésped y que en un amplio sentido era el objetivo buscado por el (entonces) licenciado Quiroga para ese pueblo: ofrecer hospedaje a todos los indios que vagaban o se escondían por las montañas, a causa del maltrato que le daban los encomenderos (españoles dotados de tierras y de indios)”, escribió el padre Pablo Arce en su libro *La vida santa de Vasco de Quiroga* (Minos, 2015).

Santa Fe y los demás pueblos-hospital que fundó más tarde, ya siendo obispo de Michoacán (los de Tzintzuntzan, Ueameo, Pátzcuaro, Angahuan, Nurio, Uruapan y Zacan), los concibió como lugares privilegiados.  El padre Arce escribió “donde se enseñaban los pequeños e importantes gestos que permiten unificar a la familia (…) se instruía a los indígenas en diversos oficios, se fomentaba la creatividad, se ejercitaba la preocupación por ayudar a los demás y se aprendía el mejor modo de conocer y amar a Dios”.

La utopía en Nueva España

Detrás de la concepción de los pueblos-hospital y detrás de la creación de unidades productivas para elevar el nivel de vida de los indígenas, al tiempo de inculcarles el Evangelio y hacerlos vivir en comunidad, Don Vasco tuvo un largo estudio, principalmente de Los Saturnales de Luciano, Utopía de santo Tomás Moro y, desde luego, el Nuevo Testamento, particularmente los Hechos de los Apóstoles.

“Vasco de Quiroga – apostilló Zaid – fue un crítico radical de la miseria indígena, pero no actuó en primer lugar por la vía de los textos que modifican la manera de pensar, sino por la vía de los hechos, el litigio, la creación de instituciones que suben el nivel de vida personal y comunitaria”. No impuso un modelo económico, sino un modo de vida digna y creativa. No limitaba el desarrollo rural al agrícola; favorecía la especialización y creaba empleos a costos muy bajos.


PARACHO, MEXICO

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Su obra perdura en pueblos como Santa Clara, especializado en labrar productos de cobre, o Paracho, en donde son famosas, aún sus guitarras. Tanto así que una especialización, la de Santa Clara, iniciada en el siglo XVI, vino a ganar el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1984. Por ello, por haberlos introducido en la verdadera religión; por haberlos enseñado a trabajar en conjunto, preocuparse por los demás y llevar una vida digna, los indígenas le llamaban “Tata”, es decir “Papá”

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