Cuando Jesús dio de comer a la multitud con cinco panes y dos peces, pidió que se recogiera lo no consumido: “nada de tirar las sobras”Hoy 16 de octubre se conmemora como cada año el día mundial de la alimentación, pero este es un marco muy especial para todos, debido a la pandemia COVID-19 que ha afectado de distintas maneras en cada hogar, y cada familia. Lamentablemente una de sus consecuencias se vio reflejada en la alimentación, pues esta pandemia ha agravado el hambre y malnutrición de millones de personas alrededor del mundo.
Según el informe anual de las Naciones Unidas, dice que prevé que la pandemia de COVID-19 podría provocar, a finales de 2020, un aumento de 130 millones en el número de personas afectadas por el hambre crónica en todo el mundo. Y agrega que incluso esta cifra aumente más con el recrudecimiento del hambre, por lo que el logro del hambre cero para 2030 es dudoso.
Por eso este año el tema elegido por la FAO para concientizar es “Cultivar, nutrir, preservar. Todos”. Cultivar, nutrir, preservar entre todos, nuestras acciones son nuestro futuro.
Los invito a preguntarse a reflexionar sobre este lema elegido, ¿nosotros estamos cultivando? ¿toda la población se está nutriendo correctamente?, ¿preservamos y custodiamos la creación?, ¿o la estamos descuidando?
En el libro del Génesis, se afirma que Dios puso al hombre y a la mujer en la tierra para que la cultivaran y la custodiaran (cf. 2, 15). Así mismo el Papa Francisco en una de sus audiencias generales el 5 de junio de 2013, asocia el verbo «cultivar» con el cuidado que tiene el agricultor de su tierra para que dé fruto y éste se comparta.
Así como hace el agricultor con su tierra que le pone atención, pasión y dedicación, Dios nos invita a hacer lo mismo, a cultivar y custodiar la creación, nos da a cada uno de nosotros una gran responsabilidad y nosotros debemos buscar las mejores herramientas para hacerlo lo mejor posible.
¿Cómo podemos cultivar, nutrir y preservar?
El año pasado el Papa Francisco había mostrado su preocupación frente al crecimiento del hambre y la malnutrición en el mensaje para la jornada mundial de la alimentación 2019.
Y nos decía que, “es necesario, por tanto, una conversión en nuestro modo de actuar, y la nutrición es un punto de partida importante”. Cada uno puede poner su granito de arena, es sencillo, solo es necesario tomar conciencia y modificar algunas de nuestras conductas alimentarias diarias como, por ejemplo:
Organizando, nuestra despensa y refrigerador para evitar desperdicios e ir usando lo que caduca primero. Te puede interesar:
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Haciendo una compra responsable de alimentos, pues si, lo ideal es comprar frutas y vegetales de temporada, en comercios de cercanía. Comprar solo lo necesario.
Evitando el desperdicio de alimentos, para ello debemos organizar nuestro menú semanal, hacer una lista de compras teniendo en cuenta el menú realizado, lo que tengo y me falta de la despensa y en el refrigerador, cocinando en cantidades adecuadas al consumo familiar o si sobra o se quiere cocinar más cantidad, guardar en el freezer en porciones.
Compartiendo, si conocemos a alguien que está pasando hambre, podemos ayudarlo de muchas maneras, por ejemplo, llevando un plato de comida, o acercándole una canasta con algunos alimentos no perecederos.
Haciendo educacional nutricional a los niños, desde que empiezan con la alimentación complementaria. Es fundamental que como padres comencemos desde que nuestros hijos son pequeños a enseñarles y ofrecerles alimentos saludables, a no desperdiciar, a comer frutas y vegetales de temporada y a compartir, de esta manera habremos dado un gran paso.
Jesús es muy claro en esto, en el relato de los panes, Jesús da de comer a la multitud con cinco panes y dos peces, la conclusión “Comieron todos y se saciaron, y recogieron lo que les había sobrado: doce cestos” (Lc 9, 17). Jesús pide a los discípulos que nada se pierda: ¡nada de descartar! Esos doce cestos representan simbólicamente a todo el pueblo.
Por lo tanto, cuando compartimos el alimento que tenemos de modo equitativo, con solidaridad, a nadie le faltara.
Podemos poner nuestro granito de arena para combatir el hambre y la malnutrición como la obesidad, cultivando estilos de vida inspirados en una visión agradecida de lo que se nos da, con templanza, moderación, la abstinencia, el dominio de sí y la solidaridad.
Todos tenemos un papel que desempeñar, a algunos les tocará aumentar la demanda general de alimentos nutritivos, otros trataran de elegir los alimentos más saludables para sus familias, pero entre todos no podemos dejar que los hábitos sostenibles se queden por el camino, a pesar de estos tiempos inciertos.