La enseñanza, centro de las preocupaciones de las familias y profesores por el coronavirus
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Nunca se había hablado tanto del inicio de curso, ni de la importancia que tiene la enseñanza para las familias, para los profesionales, para los titulares de los centros, y para los gobiernos. Este inicio de curso no gusta a nadie, o mejor dicho, preocupa a todos porque la “seguridad” que se ofrece en los distintos países ¿es segura? Nadie lo puede afirmar de modo rotundo. En todos los países del mundo. Flota por el aire no solo el coronavirus, sino un alto grado de inseguridad. Los padres, los alumnos, los profesores, los titulares de centro y los propios gobiernos dudan de las medidas tomadas por los gobiernos de Europa y América.
Uno de los motivos es la imposibilidad de aplicar las normas dictadas por los gobiernos ¿A partir de qué edad deben llevar mascarilla los alumnos? No hay acuerdo. Los alumnos dicen que no les gusta, les molesta la mascarilla, les desconcentra, no respiran bien. Tambiñén hay preocupación por los espacios entre pupitres, en el patio, en los juegos, y en la posibilidad de teletrabajar varias asignaturas, sin presencialidad… Y un largo etcétera.
Los padres tienen dos preocupaciones principales: la primera, es el miedo a que sus hijos se contagien del virus, y la segunda, si hay contagio, ¿qué va a pasar si se debe confinar el hijo/a? ¿Y los hermanos? ¿Están seguros los hijos en la escuela con las medidas que se toman? ¿Cómo podré asistir o dejar de asistir a un trabajo, ya de por sí precario a causa de la crisis económica provocada por el coronavirus?
Aquí, los que lo tienen mejor son los funcionarios del Estado o de las distintas administraciones.
Los profesores, y sus sindicatos, siguen pidiendo “seguridad en el trabajo”. Con las medidas anunciadas por las autoridades ¿hay suficiente seguridad? ¿Cómo podré dar las clases? ¿Con qué material? ¿Con cuántos alumnos? ¿Cómo me lo podré preparar? ¿Y si tengo algún contagio en clase?
Los titulares de los centros siguen adaptándose a las consignas de las autoridades que unos días dicen una cosa y otro día rectifican y dicen otra cosa. El espacio del colegio es el que es. Si los alumnos por clase hay que reducirlos un 20 por 100, ¿Cómo lo arreglamos? ¿Transformamos los pasillos en aulas, los gimnasios en aulas, y hasta las capillas en aulas?
Hay un caso de una escuela regentada por los Hermanos de San Juan Bautistas de la Salle, que han solucionado el tema de la capilla trasladándola al despacho principal de la escuela aumentado más espacio del despacho y la antigua capilla servirá de aula.
Los gestores de los centros están preocupados porque no les cuadran las cifras, ni los metros cuadrados, ni el número de alumnos, ni la contratación de nuevos profesores (¿cuántos y quién los paga?). También habrá que mantener una relación fluida con los padres y los profesores, pues unos se quejan de una cosa y otros de otra.
Y si tienen que contratar a más profesores, ¿de dónde los van a sacar? Porque todos los centros estarán igualmente necesitados, más o menos. Los gobiernos, en Europa y en América, no tienen presupuesto porque su endeudamiento tiene sus límites, si hay que pagar los efectos negativos del coronavirus, en lo económico y social.
¿Cómo puede, por ejemplo en España, contratar para el próximo curso 30 o 40 mil profesores? ¿Qué formación tendrán? ¿Qué conocimientos pedagógicos? ¿Con qué experiencia? ¿Quién los paga? Los profesores no se pueden fabricar de la nada, simplemente por tener un título académico. Esto supone que muchos miles de alumnos tendrán que sufrir la inexperiencia de sus nuevos profesores incorporados sin conocimientos suficientes. Por otro lado, estos profesores tendrán un coste de entre los 2 y 4 mil millones de euros.
Pese a todo ello, la buena noticia para muchas familias es que en muchos lugares del planeta el curso comenzará de forma presencial, los niños podrán adquirir conocimiento rodeados de sus compañeros con los que , de alguna manera u otra, podrán jugar durante el recreo.
Otra cuestión es el inicio de curso en países como México, donde tal y como hemos contado en Aleteia, el colegio será online, una tarea muy complicada para muchos escolares con dificultades de acceso a internet. Menos mal que este mundo cuenta la creatividad y generosidad de aquellos que ofrecen sus restaurantes y locales para facilitar la conexión a estos alumnos.
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En resumen, el curso empieza en todas partes (incluso en China, Japón y Corea) con muchos interrogantes, muchas incertidumbres, bastante falta de seguridad, y esto sin saber cómo evolucionará la pandemia. No solamente es un comienzo de curso insólito, sino incierto e inseguro.
Tal vez estos consejos podrán ayudarte también en este nuevo arranque.
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