El caso del padre Miguel Ángel Simón, distinguido por su labor social en Perú, otra víctima, al igual que su madre, del coronavirus en América Latina
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La embestida de la pandemia del coronavirus no da tregua y en algunos países de América Latina se siente con mucha fuerza. En este caso Perú, país que hasta el momento, desde que estalló la pandemia, ha confirmado más de 430.000 casos positivos y un número de fallecidos que se acerca a los 20.000.
En este contexto, en medio de tanto dolor, es donde surgen diversas situaciones. Algunas que sorprenden, como la del primer cura con COVID-19 de América Latina que salió triunfante del hospital Edgardo Rebagliati o como Jorgito, el héroe de 580 gramos que también venció a la pandemia, todas historias que has conocido en Aleteia.
Sin embargo, también hay de las otras. De esas que motivan a la oración, pero también al agradecimiento por vidas que dan todo de sí hasta su último aliento (todavía está latente el recuerdo de “El Ángel del Oxígeno” y que incluso han sido llamados “mártires” de la pandemia durante la celebración de las Fiestas Patrias (28 de julio).
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Es aquí donde perfectamente se podría mencionar también el caso de Miguel Ángel Simón Manrique, un sacerdote de la Parroquia Natividad de María (Rímac), fallecido en las últimas horas a causa del coronavirus.
La muerte de este cura -también vicario episcopal Territorial de la Vicaría I y excapellán del obispo Castrense, recientemente nombrado coordinador adjunto de la Comisión de la Pastoral Arquidiocesana- en Perú llenó de congoja a su comunidad, que diariamente se unía en oración por él. Es que su labor social ha sido destacada, en particular por la entrega de su vida al servicio de los más pobres y compromiso con las necesidades más apremiantes.
Pero detrás de esta historia también hay otra situación que ha generado atención, pues lo que sucedió con este cura también puede ser reflejo de cómo la pandemia está afectando a familias enteras a lo largo y ancho del continente. El padre Miguel Ángel falleció un día después que su madre, también con coronavirus, ya pocos días también de la muerte de su padre.
Desde la comunidad en Lima también hubo oraciones para los padres de este sacerdote tan apreciado.
Despedida y agradecimiento
“En medio de un clima de tristeza y nostalgia, pero con la esperanza en Jesús Resucitado, la Iglesia de Lima se despidió del Padre Miguel Ángel Simón Manrique”, señala una nota publicada por el Arzobispado de Lima para hacer referencia a cómo ha sido el último adiós a Miguel Ángel.
Debido a las restricciones del confinamiento que rigen en Perú, el funeral se realizó con un número reducido de personas y fue difundido por las redes de una parroquia vecina.
El propio arzobispo de Lima, monseñor Carlos Castillo, expresó sus condolencias a través del siguiente mensaje publicado por la Conferencia Episcopal Peruana:
«Como Iglesia de Lima, reconocemos en él un verdadero sacerdote santo, entregado a su misión de testigo del Evangelio de Jesús, y agradecemos la presencia solidaria del Padre Miguel Ángel en la comunidad del Rímac, especialmente durante la pandemia, siempre pensando en los más pobres y organizando ollas comunes para las familias necesitadas», se lee en el comunicado firmado por Mons. Castillo.
«Unidos en oración con toda la comunidad de la Parroquia Natividad de la Santísima Virgen María, familiares y amigos, encomendamos a Dios Padre la vida plena de nuestro hermano Miguel Ángel Simón, junto a sus padres, quienes fallecieron en estos mismos días y junto a quienes será enterrado».
El Arzobispo de Lima concluyó: «Con nuestra unión a la Comunidad de la Virgen Niña, los abrazo de corazón lleno de dolor y de esperanza en Jesús Resucitado».
En las redes, las personas que lo conocieron y destacaron su labor, también se siguieron expresando su dolor, enviando condolencias y oraciones.
“Descanse en paz Padre Miguel, siempre se le recordará por el inmenso amor al prójimo y las enseñanzas que dejó”, dijo una usaria de Facebook sobre la muerte de este cura, ejemplo del alcance de esta pandemia (que puede tomarse la vida de padre, madre e hijo), pero también de eso de dar esperanza a los demás y amor al prójimo.
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