Denuncia de Civiltà Cattolica. La revista jesuita aborda el problema de los abusos de autoridad y de conciencia en las instituciones femeninasAbuso de poder en las congregaciones de mujeres, dentro de conventos y residencias de religiosas. En el nuevo número de la revista de los jesuitas, se publicó un artículo sobre una forma “menos conocida de abuso en la Iglesia”.
“Los abusos de autoridad en la Iglesia. Problemas y desafíos de la vida religiosa femenina”, es el título del artículo escrito por P. Giovanni Cucci S.I. publicado en el doble cuaderno 4083-4084 de “La Civiltà Cattolica” que sale el sábado 1 de agosto de 2020.
El papa Francisco ha pedido intervenir para combatir el abuso contra las religiosas que sufren vejaciones o privaciones injustificadas por parte de sus superioras o monjas responsables, por ejemplo abandonas sin vestidos adecuados para el frío o sin medicinas. Además, de denunciar el ‘tráfico’ de vocaciones de religiosas provenientes de países pobres.
Cucci S.I., ha escrito el artículo también “a la luz de su propia experiencia pastoral”, debido a que “se ocupa de la cuestión de los abusos dentro de las congregaciones de mujeres”. Un tema que no ha tenido suficiente atención hasta ahora.
En este caso, afirma el experto, el abuso no adopta en su mayor parte la forma de violencia sexual y no se refiere a menores: se trata principalmente de abusos de poder y de conciencia, pero no por ello menos dolorosos y difíciles.
Los abusos se expresan de varias formas: la tendencia a extender los cargos de gobierno, tanto como sea posible.
Cucci narra de una religiosa ‘dictadora’ que manipuló a sus hermanas, especialmente extranjeras, para ser elegida superiora general durante 18 años, y, luego, vicaría general.
Además, denuncia las superioras generales que se aprovechan de monjas ancianas o extranjeras que dependen totalmente de su autoridad y de la Congregación para su sustento; sin contar el “castigo” de ‘abandono’ para las religiosas que decidieran dejar la Congregación.
El problema se ha vuelto tan grave que papa Francisco ha decidido construir una casa para las religiosas abandonadas que, especialmente los extranjeras, no tienen a dónde ir.
De hecho, en casos similares, para un sacerdote, la ordenación y los estudios que ha completado siguen siendo una garantía de encontrar apoyo y una posibilidad de incardinación que se excluyen a una mujer religiosa.
En una entrevista concedida a la revista Donne Chiesa Mondo, el cardenal João Braz de Aviz, Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, se expresó claramente:
“Hemos tenido casos, no muchos afortunadamente, de Superioras Generales que una vez elegidas nunca han renunciado a su puesto. Han eludido todas las reglas. Una incluso ha cambiado las Constituciones para poder seguir siendo la Superiora General hasta su muerte”.
Y en las comunidades – explica Braz de Aviz-, existen mujeres religiosas que tienden a obedecer ciegamente, sin decir lo que piensan”. Ellas “muchas veces tienen miedo”, aún más del superior. “En la verdadera obediencia, por el contrario, es necesario decir lo que el Señor sugiere en su corazón, con valentía y verdad, para ofrecer al superior más luz para decidir”.
“El hecho de ser la superiora parece garantizar otros privilegios exclusivos, como el de disfrutar de la mejor atención médica, mientras que una simple monja no puede ni siquiera ir al oftalmólogo o al dentista, porque “hay que ahorrar dinero”.
El jesuita también se refiere a otros ejemplos deplorables en la vida cotidiana de las religiosas: “desde la ropa hasta la posibilidad de tomar unas vacaciones, tener un día libre o, más sencillamente, poder salir a pasear, todo debe pasar por la decisión (o el capricho) de la misma” persona: la superiora general.
Si se pide un vestido para el invierno, hay que esperar la decisión del Consejo, o la solicitud se rechaza “por razones de pobreza”. Al final, algunas monjas piden ayuda a sus familiares.
“Se hace aún más triste para ellas saber que el armario de la superiora está lleno de ropa comprada sin consultar a nadie con el dinero de la comunidad, mientras que otras apenas tienen un vestido de cambio”.
“Estos son ejemplos que pueden parecer desconcertantes y difíciles de creer para quienes viven en congregaciones masculinas, y ante los cuales uno puede limitarse a sonreír. Desafortunadamente para algunas hermanas esta es la realidad diaria: una realidad que en su mayoría no pueden dar a conocer, porque no saben a dónde acudir, o por miedo a las represalias”, escribe Cucci.
El autor considera el artículo una posibilidad para dar voz a los que no la tienen. “La gran atención reservada con razón para el abuso de niños no debe impedir la atención de cuidado adecuado para estas situaciones, aunque no reciban el mismo bombo mediático”.
El texto completo del artículo en italiano se publicó este 30 de julio en el sitio web de la revista, www.laciviltacattolica.it