Una extraña enfermedad dejó afónico al famoso chef de El Celler de Can Roca pero le ha hecho reflexionar sobre el silencio
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Si vives en España o has visto el programa de televisión Master Chef, seguro te suena el nombre de los hermanos Roca. Y es que Joan, Josep y Jordi llevan el exitoso restaurante El Celler de Can Roca, en Gerona, uno de los más prestigiosos del mundo con tres estrellas Michelin.
Cada hermano tiene una especialidad. Joan, la cocina; Josep, los vinos; y Jordi, los postres. Así que la historia de este restaurante es también una historia de familia que, como todas, ha tenido sus altos y bajos.
Con el confinamiento, que he estado viendo un poco más de Netflix, me topé con la docu-serie Chef´s Table. Son varias temporadas temáticas donde le dedican un capítulo a la historia de algún reconocido chef. La cuarta temporada es de pastelería y Jordi Roca cuenta allí parte de su interesante historia.
Para algunos no es un secreto que él se ha quedado prácticamente sin habla. Tiene una extraña enfermedad neurológica llamada distonía que lo dejó afónico y, por los momentos, no tiene cura.
Para un chef, que necesita comunicarse con su equipo e interactuar con los comensales es, como él mismo confiesa en la docu-serie, una limitación; sin embargo, también dice que le ha buscado el lado positivo:
“No hablar te ayuda a aprender muchísimo. Ahora digo sólo cosas que creo verdaderamente importantes. Hablo cuando hace falta. Estoy creciendo como persona”.
También afirma que el silencio le ha enseñado a escuchar y, así cómo le ha dado vuelta a su enfermedad (que le surgió apenas hace unos años en pleno auge de su carrera profesional), también hace lo mismo con sus postres, los cuales atraen a personas de todas las nacionalidades por su creatividad e ingenio.
Jordi se inspira sobre todo en los olores y es así como se le ocurren creaciones como, por ejemplo, su “Bosque Lluvioso”, inspirado en el olor de la tierra mojada que, para él, es algo que, a casi todo el mundo, sin importar de dónde venga, le recuerda a su infancia y lo hace volver a sus orígenes. Un momento único como el de aquel crítico gastronómico de la película animada Ratatouille.
Y es que si algo tienen los Roca es el apego a sus raíces. Sus padres también tienen en ese barrio de Gerona un humilde restaurante, el Can Roca, de comida casera, donde ellos precisamente aprendieron inicialmente el oficio y donde todavía siguen comiendo en familia.
La humildad es un valor que les ha caracterizado y, pudiendo estar en las capitales más renombradas del mundo, no se mudan.
No quiero decirles mucho más para que se animen a ver esta docu-serie, donde además él explica cómo logró superar ese sentido de inferioridad que sentía ante sus hermanos (nada que ver con su padecimiento ya que, en ese entonces, no lo había desarrollado) y cómo un accidente fue el que lo llevó a llevar las riendas de la pastelería de El Celler de Can Roca, donde la dulzura no se expresa con palabras sino con sentimientos y sensaciones.
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