La Iglesia ya ha superado las confusiones históricas, pero la cultura popular se resiste...
Los evangelios presentan a María Magdalena como una discípula de Jesús, testigo presencial de su muerte en la cruz, y primera testigo de su resurrección.
En los cuatro evangelios hay doce referencias a ella, once de las cuales se vinculan directamente con la pasión y resurrección de Jesús.
Sólo Lucas (8, 2-3) agrega el detalle de que “María, llamada la Magdalena” era la mujer a quien Jesús liberó de siete demonios. No se sabe nada más. Tampoco puede afirmarse que haya sido prostituta como se cree comúnmente.
Gozó del privilegio de ser la primera en contemplar el Resucitado. Y fue enviada por el mismo Jesús a anunciar a los apóstoles la buena noticia.
Puesto que “apóstol” significa “enviado”, puede comprenderse, siguiendo este sentido, que tanto los padres de la Iglesia como Juan Pablo II la nombrasen con el apelativo de “apóstol de los apóstoles”.
La simpatía que recayó sobre María Magdalena, tanto en el cristianismo primitivo, como en el resto de la historia de la Iglesia, se refleja en la cantidad de templos dedicados a ella en Europa.
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