Fray Mamerto Esquiú es un religioso argentino del siglo XIX que tuvo un aporte fundamental para la consolidación de la unidad nacional.
Es el primer prócer argentino beato. Pero no el único de los alfiles de la consolidación nacional con una identidad cristiana profunda y apostólica.
Particularmente relevante fue la predicación de Esquiú sobre la Constitución Nacional. La Carta Magna llegaba cuatro décadas después de la Independencia Nacional pero no terminaba de conformar las voluntades de todos.
Lecciones muy actuales de Fray Mamerto
Estos son tiempos de disconformidad con la clase política en genera. En sus históricos sermones y defensas de la patria y de la fe hay algunos mensajes que pueden resultar de particular valor hoy.
Fue educado y creció en la espiritualidad franciscana desde los 10 años, aunque su madre lo hacía vestir con el hábito desde los 5 por una promesa.
Las biografías de Esquiú muestran a un hombre de una profunda ascética, un contemplativo, que incluso rehusó, hasta casi el final de su vida, cargos jerárquicos.
No obstante, se desvivió en palabras y gestiones para que en la naciente argentina se cimentaran las bases para la paz y el progreso.
Usó filosas palabras para reprender lo que creía eran desvíos de la oportunidad histórica que tenía la naciente patria.
Los 2 elementos de una poderosa nacionalidad
Promovía la unidad, el bien común, pero fray Esquiú no estaba casado con lo políticamente correcto. No en vano, en la elogiosa poesía que años después de su muerte le dedicó Rubén Darío, se decía:
Esquiú creía en la necesidad de la unidad nacional plasmada en una Carta Magna, de la que no excluía nunca la mirada trascendente y la creencia en una verdad religiosa, y que no veía como impedimento para la participación en la vida pública:
La madurez de Esquiú
Su optimismo inicial fue perdiendo peso con el paso de los años. Lamentó el secularismo que en ocasiones atribuyó a los ideales promovidos desde la revolución francesa.
Sus párrafos han de leerse siempre en relación con los tiempos que corrían cuando fueron pronunciados. Tanto en contenido como en modo.
Sin embargo, a modo de introducción a su contribución compartimos algunos obtenidos de sus históricos sermones en los que servía a la causa de evitar “la eterna dominación de dos monstruos de nuestro suelo: anarquía y despotismo”.