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El milagro en una niña que podría hacer beato a un prócer americano

ESQUIU
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Esteban Pittaro - Aleteia Argentina - publicado el 27/04/20
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Fray Mamerto Esquiú, el “orador de la Constitución” en Argentina que sigue firme rumbo a los altares La Comisión Teológica de la Santa Sede aprobó por unanimidad el milagro que podría llevar a la beatificación de un prócer argentino, Fray Mamerto Esquiú, conocido popularmente como el “orador de la Constitución”. La noticia fue dada a conocer por el vicepostulador Fray Marcelo Méndez, quien explicó que la pandemia y sus consecuencias provocó la demora en la aprobación tras el visto bueno de la comisión médica en noviembre del año pasado.

Por su parte, el ministro provincial de la Orden de los Franciscanos Menores, Fray Emilio Andrada aclaró que la curación milagrosa atribuida a la intercesión del venerable siervo de Dios Mamerto Esquiú tiene que ver con una niña que padecía desde su nacimiento una osteomielitis en el fémur izquierdo. La niña fue sometida a la limpieza de su fémur cuatro veces debido a esta infección en los huesos, procedimiento quirúrgico que fue evidenciando una perspectiva crónica de la enfermedad.

La perspectiva médica era una amputación, ante la que la madre decidió comenzar a pasar sobre la pierna enferma una estampa con la imagen y reliquia de Fary Mamerto, pidiendo la curación de su hija. La familia se unió en la oración. Y 12 días después un control radiográfico comenzó a mostrar la desaparición de la enfermedad. “En las siguientes radiografías de controles realizados hasta hoy, persiste la curación del fémur sin que hayan sido afectados los cartílagos del crecimiento, que por la edad y la violencia de la infección deberían haber sido lesionados”, explicó el provincial.

 

MARCELO MENDEZ

Prensa Iglesia Catamarca

Enfermedad de niño y hábito franciscano

Mamerto de la Ascensión nació el 11 de mayo de 1826 en Piedra Blanca, Catamarca. Como la niña que habría ayudado a curar con su intercesión, él también enfermó gravemente de muy niño. Tenía 5 años cuando por las pocas esperanzas de supervivencia, su madre, como la madre de la niña beneficiada, rezó profundamente, y en el caso de Mamerto, hizo una promesa: si curase, lo vestiría sólo con el hábito de San Francisco. Y así fue. Al tiempo, ingresó al convento.

“Soy tal vez el único mortal que no ha llevado sobre sus carnes otra vestimenta que el hábito de San Francisco. Lo he llevado toda mi vida y espero ha de ser la última mortaja que cubra mis despojos, después de mi muerte. Todo lo que soy y lo que valgo, si es que valgo alguna cosa, lo debo, después de Dios, al hábito de mi padre San Francisco”, explicó una vez.

Alegría catamarqueña

La noticia se conoció en torno a la Fiesta de Nuestra Señora del Valle, patrona de Catamarca, en los 400 años de su hallazgo. En 1853, en la Iglesia Matriz de la ciudad, Esquiú, con apenas 27 años, fue encomendado para el sermón por el aniversario de la Independencia. Por esos meses se discutía la primera carta magna nacional, más de 30 años después de la declaración de la Independencia. El gobernador esperaba que Esquiú la rechace. Pero se encontró con una de los más encendidos llamados a la unidad nacional que jamás se habían proclamado:

“¡República Argentina! ¡Noble patria! ¡Cuarenta y tres años has gemido en el destierro! ¡Medio siglo te ha dominado su eterno enemigo en sus dos fases de anarquía y despotismo! ¡Qué de ruinas, qué de escombros, ocupan tu sagrado suelo! ¡Todos tus hijos te consagramos nuestros sudores, y nuestras manos no descansarán, hasta que te veamos en posesión de tus derechos, rebosando orden, vida y prosperidad! Regaremos, cultivaremos el árbol sagrado, hasta su entero desarrollo; y entonces, sentados a su sombra, comeremos sus frutos. Los hombres, las cosas, el tiempo, todo es de la patria”.

El sermón pronto recorrió el país y fue encolumnando detractores detrás de la necesidad de una constitución argentina. Su amor por la patria le ganó fama en todo el país. Pero él rehusaba los honores. Aceptó ser obispo de Córdoba por obediencia. Pues, pese a los honores que se le reconocían en vida, él era ante todo un inquieto servidor de pobres y necesitados.

Fray Mamerto Esquiú falleció el 10 de enero de 1883. 137 años después podría llegarle la beatificación, y con ella, un nuevo llamamiento desde su legado para la unidad nacional.

 


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