En estas difíciles circunstancias de pandemia por coronavirus, la Iglesia no deja solo a nadie, con los sacramentos contempla cada excepción precisamente en virtud del cariñoso amor con el cual Jesús quiere llegar a todos
La reducción y suspensión de los sacramentos en tiempos de una epidemia aflige y, sin embargo, es precisamente en los tiempos más duros y difíciles donde también los aspectos más técnicos y doctrinales de la Iglesia se revelan acogedores como los brazos de una madre.
Muchos niños habrían recibido el Bautismo en estos meses y tendrán que esperar para celebrar en la iglesia el rito real.
Queremos compartir con ustedes algunas indicaciones y sugerencias para tranquilizar sus dudas o los miedos que puedan surgir.
Sin duda, este tiempo no es un tiempo en donde la presencia de Dios se toma una pausa de nosotros, todo lo contrario.
De hecho, podemos aprovechar este evento inesperado y dramático como una oportunidad para redescubrir el significado de ciertos gestos que se dan por sentados.
Y el rito del Bautismo es precisamente una fuente luminosa, acogedora y llena de esa esperanza encarnada que no nos abandona.
Si ahora el Bautismo de tu hijo se ha aplazado, es tiempo de desearlo más y consolarse con la certeza de que Jesús y la Iglesia no abandonan a nadie.
Una puerta y un chapuzón
Bautismo significa literalmente “sumergir” y el catecismo nos recuerda que es también “vitae spiritualis ianua” (puerta de la vida espiritual).
Con otras palabras, se puede decir que es el chapuzón a la eternidad: el cristiano entra en la vida eterna con un impulso decisivo, alegre y refrescante.
Don Marco, un sacerdote de mi ciudad con quien me reuní esta mañana, me decía sonriendo que cada tanto sacude los sentimientos de los padres que llevan a sus bebés a bautizar sustituyendo la pregunta ritual “¿Qué piden para su hijo? con “¿Cuánto quieren que viva su hijo?”.
Y luego añade que no es una ocurrencia sino la hipótesis valiente de compartir con la mamá y el papá la evidencia de que los padres pueden dar la vida terrenal a un niño, pero no la vida eterna.
El deseo sincero del Bautismo se entrelaza con la conciencia de que no podemos salvar a los que amamos, pero podemos encomendarlo a quien ya ha salvado a la humanidad alma por alma.
[…] la “inmersión” en el agua simboliza el acto de sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo, de donde sale por la resurrección con Él (cf Rm 6,3-4; Col 2,12) como “nueva criatura” (2 Co 5,17; Ga 6,15) – (Catecismo de la Iglesia católica)
En su totalidad e integridad, el rito en la pila bautismal en estas semanas no se puede celebrar. Veamos cómo la guía materna de la Iglesia no nos deja en un vacío de presencia, sino que nos recibe de muchas maneras.
Para la mayoría de las familias, el aplazamiento de algunos meses del Bautismo será solo un tiempo de espera más; en el caso de algunos niños el sacramento podría ser urgente y, por lo tanto, nos centraremos en esos casos.
Cuando no puede ser diferido
La CEI (Conferencia Episcopal Italiana) publicó un documento en donde recoge una serie de sugerencias para la celebración de los sacramentos en tiempos de emergencia sanitaria.
En pleno cumplimiento de los decretos del gobierno los sacerdotes tienen la posibilidad de estar cerca de sus fieles siguiendo precauciones particulares y con las protecciones adecuadas.
Se contemplan casos particulares en donde el Bautismo no puede posponerse:
En las circunstancias en que la administración del Bautismo no puede diferirse a una fecha posterior al cese de la emergencia de salud (por ejemplo, en el caso de niños con enfermedades donde peligra su vida), esto ocurre según el método utilizado en el rito romano.
Tenga en cuenta la siguiente información:
– El ministro mantiene una distancia apropiada del bautizado y de los padres y padrinos;
– Para las unciones con aceite de catecúmeno y crisma sagrado, el ministro debe usar guantes desechables de vinilo o nitrilo;
– El signo de la cruz en la frente del niño se omite en los ritos de acogida y el rito de Effeta en los explicativos;
– En casos de urgencia o emergencia particular, considere la posibilidad del rito abreviado (cfr. Rito para el bautismo de los niños, ed. it. 1979, Cap. III). (Suggerimenti CEI)
Peligro de vida
Un aspecto siempre válido, no solo ahora en tiempos de la Covid-19, es que en caso de un verdadero peligro de vida del recién nacido o del no bautizado cualquiera puede ser el celebrante del Bautismo. Mira lo que dice el catecismo:
Son ministros ordinarios del Bautismo el obispo y el presbítero y, en la Iglesia latina, también el diácono (cf CIC, can. 861,1; CCEO, can. 677,1). En caso de necesidad, cualquier persona, incluso no bautizada, puede bautizar (cf CIC can. 861, § 2) si tiene la intención requerida y utiliza la fórmula bautismal trinitaria. La intención requerida consiste en querer hacer lo que hace la Iglesia al bautizar. La Iglesia ve la razón de esta posibilidad en la voluntad salvífica universal de Dios (cf 1 Tm 2,4) y en la necesidad del Bautismo para la salvación (cf Mc 16,16).
La meticulosidad de la acogida es asombrosa. Sí, en caso de peligro extremo incluso un ateo no bautizado puede bautizar, siempre que exprese su intención de hacerlo como lo hubiera hecho la Iglesia; expresar esta intención es de gran importancia.
No había entendido el sentido profundo hasta que mi colega Giovanni Marcotullio me explicó bien: el sacramento del Bautismo no es deseado solo por quien lo recibe (o los padres de quien lo recibe, si es demasiado pequeño para expresar su deseo), es antes que nada deseado por Cristo mismo como una llamada a la salvación de cada uno.
Por eso, también quien no es creyente puede celebrarlo: manifestando la intención de ejercer de Iglesia, se hace instrumento de la voluntad de Jesús que usa cada mano para llegar a abrazar a cualquiera.
Es necesaria una nota técnica: si el sacramento se administra en estas circunstancias extremadamente urgentes y en un contexto privado, es bueno comunicarlo a una parroquia.
Imaginemos que, una vez que el peligro ha pasado, el niño crece y debe demostrar (por ejemplo, para casarse) que está bautizado pero no puede rastrear a quién lo celebró o falleció; puede haber muchas variables, por lo tanto, incluso un bautismo recibido con urgencia debe comunicarse a un sacerdote que pueda documentar lo sucedido.
Bendecir
Una vez aclarados los aspectos relacionados con las hipótesis más dramáticas, vamos a lo que los padres podemos hacer en espera del momento del bautismo real, si no hay otras necesidades particulares.
Esta circunstancia histórica de emergencia sanitaria sirve para recordar que un instrumento poderoso sempre a nuestra disposición son las bendiciones. Podemos bendecir a nuestros hijos con esta oración:
Padre santo, fuente inagotable de vida,
de ti proviene todo lo que es bueno;
nosotros te bendecimos y te damos gracias,
porque has querido alegrar con el don de los hijos
nuestra comunión de amor;
haz que estos nuevos retoños de nuestra familia
encuentren en el ámbito doméstico
el clima adecuado para abrirse libremente
a los proyectos que tienes guardados para ellos
y que realizarán con tu ayuda.
Por Cristo nuestro Señor.
Junto a estas palabras, el padre o la madre hacen en la frente de su hijo el signo de la cruz.
Este gesto es el mismo que se hace al inicio de la ceremonia del Bautismo en la iglesia cuando la familia está aún en la entrada y es acogida por el sacerdote.
Para quien quiera leer todo el texto de la bendición a los hijos según el bendicional romano, hacer clic aquí.
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Bautismo de deseo
Existe otro tema que merece una mención, confirmando el hecho de que la preocupación materna de la Iglesia es diligente al contemplar cada resquicio abierto para llevar el abrazo de la salvación.
Está también el Bautismo de deseo, que no es en absoluto una pro forma o una laguna, sino una posibilidad adicional que tiene una intención específica.
También en este caso, la premisa que abarca todo es la mencionada anteriormente: es sobre todo Cristo quien quiere nuestra salvación personal.
Entonces, cuando hablamos del Bautismo de deseo, se debe aclarar, como me señaló Giovanni Marcotullio, el complemento de la especificación. ¿De quién es el deseo?
Existe el deseo de los padres por sus hijos, pero antes de eso existe el deseo de la Iglesia de que cada uno sea bienvenido entre los hijos de Dios. Para comprender bien el Bautismo de deseo partimos, una vez más, del Catecismo:
Desde siempre, la Iglesia posee la firme convicción de que quienes padecen la muerte por razón de la fe, sin haber recibido el Bautismo, son bautizados por su muerte con Cristo y por Cristo. Este Bautismo de sangre como el deseo del Bautismo, produce los frutos del Bautismo sin ser sacramento.
A los catecúmenos que mueren antes de su Bautismo, el deseo explícito de recibir el Bautismo, unido al arrepentimiento de sus pecados y a la caridad, les asegura la salvación que no han podido recibir por el sacramento (1258-1259).
En los tiempos antiguos de las persecuciones podía suceder que un hombre adulto y convertido al cristianismo deseara el bautismo pero fuera encarcelado y además martirizado antes de recibirlo.
En el caso de asesinato el mismo martirio se volvía el bautismo de sangre. En ausencia de martirio o en la imposibilidad de recibir el sacramento, el deseo sincero suplía el rito.
He citado a los tiempos antiguos pero el discurso sigue válido en nuestros contextos actuales de persecución de los cristianos.
Y vale también en el ámbito doméstico: el recién nacido depende completamente de los padres, a nivel físico y psíquico, y también a nivel espiritual.
En circunstancias particulares, también el deseo de los padres puede compensar el rito canónico. Si la madre y el padre han deseado desde la gestación que el bebé fuera bautizado y luego sucedió que el bebé nació muerto o falleció repentinamente antes de una bendición extrema, entonces ese deseo también tiene un valor equivalente al sacramento.
No es una alternativa de “hazlo tú mismo” y real siempre, pero es válida en casos excepcionales.
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