La dignidad del niño por nacer puede ser una política de estado, tal cual sucede en un municipio de Argentina El municipio de San Miguel, en el Gran Buenos Aires, inauguró un cinerario en su cementerio municipal para el descanso eterno de los restos de los niños en estadio fetal fallecidos antes de las 22 semanas de gestación. “Querubines de Dios” reza el epitafio debajo de una escultura blanca de un niño arrodillado, en señal de oración, cubierto con un manto celeste, en el sector “Angelitos” del cementerio.
Se trata de un espacio que no sólo da digna sepultura a los restos de unos niños que por su estadio fetal en muchos casos a menos que se brinde una solución como esta son conservados o descartados como residuos patogénicos, sino que también permite a sus padres despedir a un hijo esperado por meses, pero que no alcanzó a vivir fuera del vientre materno. Además, permite dar respuesta a un drama vivido en varios hospitales, que ante la falta de soluciones para las familias, pueden llegar a conservar, sin plazos, los fetos.
En el caso de San Miguel, las familias que hayan sufrido la muerte fetal temprana de su hijo pueden, además de otras acciones de acompañamiento psicológico, delegar la responsabilidad de la cremación y depósito en el cinerario del cementerio. El Hospital Larcade se comprometió, con periodicidad mensual, a trasladarlos para su cremación y depósito, en una ceremonia de la que pueden participar y despedir a su hijo.
Como aclaraba el sacerdote durante el depósito de las cenizas de los primeros niños allí depositados, cuando se pasa por este sector uno no pide piedad por los difuntos, como en otros lugares del cementerio donde descansan los restos de adultos, sino que le pide a estos niños difuntos que intercedan por nosotros, porque ya están en la gloria de Dios. Así lo refleja por ejemplo el color de la estola del celebrante de este tipo de exequias, que es blanco, a diferencia del morado que se usa para las exequias de adultos.
No es esta la única solución a un drama irresuelto en otras jurisdicciones argentinas. San Miguel es propuesto en distintas partes del país por su programa de acompañamiento familiar que contempla el seguimiento del embarazo de mujeres en situación de vulnerabilidad hasta los dos años del nacimiento del niño, con foco en las distintas necesidades de salud, vivienda y nutrición. El programa “Mil días” trasciende la asistencia sanitaria, y según reflejó un informe que realizó la ONG CIPPEC, “trasmitió herramientas que mejoraron los vínculos familiares y la capacidad de resolución de conflictos, y apoyaron la construcción de proyectos de vida”.
Este programa, explicó en el Congreso de la Nación el secretario de salud del municipio durante el debato por la legalización del aborto del año 2018, conlleva además excelentes resultados en cuanto a la decisión de continuar con embarazos primeramente no deseados.
Desde el momento del diagnóstico, hasta su nacimiento, o fallecimiento, la dignidad del niño por nacer puede ser una política de estado para municipios que procuren defenderla, como lo hace éste del Gran Buenos Aires.
Te puede interesar:
Perder a un hijo no nacido: ¿Cómo vivir el luto?