La perspectiva de la resurrección le da más valor a mi dolor presente
Quiero abandonar esa tristeza que a veces tengo cuando pierdo, fracaso, o dejo de tener lo que más amo. Porque así es el amor. Amo y sufro.
Se rompe mi corazón al amar, como el de Jesús en la cruz. Como el de María, la hermana de Marta, en Betania al amar a Jesús vertiendo en sus pies perfume de nardo.
El amor que no se entrega, huele mal. El amor que se da sufriendo, cambia el olor, la atmósfera que lo rodea.
El amor de Jesús derramado en su sangre en la cruz cambia todo lo que toca. Quiero aprender a amar así.
Quiero tocar un amor que tiene vocación de eternidad. Por eso no me detengo en el dolor. Miro al cielo.
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