Las letanías anti régimen, poderoso arsenal que resuena en las callesLas monjas y los curas en Venezuela salen a protestar “en nombre de Dios” junto al pueblo. No es un hecho reciente, desde siempre han acompañado las manifestaciones populares. Salen con su alegría y su reciedumbre, codo a codo con la gente a pedir democracia y libertad. Lo hacen los miembros de distintas órdenes religiosas, lo hacen los diocesanos, los diáconos y los hermanos. Todos respaldando el intenso esfuerzo de este pueblo por recuperar el respeto a sus derechos, que es lo mismo que recuperar su dignidad.
En las multitudinarias manifestaciones de calle, la gente encuentra hábitos, sotanas, cuellos clericales albas y crucifijos al pecho. Se topa con la alegría salesiana y la espontaneidad franciscana. Hay monjas que se han parado, desafiantes, frente a los tanques militares, como una religiosa de Barquisimeto (estado Lara) a la que se conoce como “la hermana tanqueta” por el coraje que muestra ante las “ballenas” (*) y los diversos transportes del ejército que arremeten sin piedad contra los marchistas.
(Imágenes procedentes de Twitter® y recopiladas por Macky Arenas)
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Otra, como Sor Esperanza (salesiana), una pequeña monjita de más de 80 años, cuya estatura parece que se crece a la hora de encarar a los guardias, armados hasta los dientes, intercediendo por uno aquí o exigiendo paso libre allá.
Sor Esperanza, una anciana monja venezolana que plantarse frente a la Guardia Nacional Bolivariana en las calles de Caracas durante la famosa “marcha del silencio” en el año 2017, se eternizó como parte del imaginario político de la oposición venezolana. “No quiero más muertos” – les increpó, enérgica-. Su temple sobresalía del hábito blanco y el tapabocas que la protegía del humo de las bombas lacrimógenas no fue impedimento para que declarara a los periodistas: “Sólo conversé con ellos. No les tengo miedo”. Su imagen frágil, luciendo un crucifijo de madera colgando de un pedazo de cuero, se inmortalizó cuando la expo Benetton -de obras de arte en pequeño formato- (Caracas, junio de 2017) incluyó su foto entre más de 160 cuadros de diversos artistas, donde se veía a la religiosa bregando por el cese de la represión en medio de una ola de protestas, envuelta en gases y con la refriega de fondo.
La religiosa explicó que se envalentonó al acercarse a los uniformados luego de que una lluvia de lacrimógenas cayera frente al grupo de marchantes en el que se encontraba. “Les hice la señal de la cruz, los bendije”. Le dije al jefe: “Usted cumple sus órdenes, porque, si no, va preso; pero, ¿cómo es posible? Usted es venezolano y nosotros somos venezolanos”. De más está decir que el episodio duró apenas unos minutos, pero los videos y fotografías del momento se viralizaron en redes sociales como Instagram y Twitter, donde llovieron elogios a su heroicidad y valentía.
María Esperanza García Ramírez, “Sor Esperanza”, nacida en el poblado campesino de Pampán, estado Trujillo, es servidora de Jesús desde su juventud. Fue formada en el servicio religioso en Italia, pese a que sus padres confiaban que estudiara medicina en la Universidad Central de Venezuela. “Soy hija de María Auxiliadora y salesiana de Don Bosco. He participado en sopotocientas (múltiples) marchas desde los tiempos de Hugo Chávez. A mí todo el mundo me respeta, aún los chavistas. Siempre digo que ni cura, ni monja, ni militar deben estar en Miraflores” (*).
Por estas calles de la Venezuela encendida se ve de todo. También se encuentra el manifestante con religiosas que ponen la nota jocosa en las demostraciones públicas. No puede faltar la broma y la chanza cuando se trata de venezolanos. Siempre hemos pensado que el humor, aún en los momentos más dramáticos, es lo que nos salva de la desesperación, nos mantiene cuerdos y nos permite seguir adelante. Hay monjitas con un talante divertido y una creatividad asombrosa para bajar los caldeados ánimos y probar que también con un chiste se puede enviar un auténtico misil al plexo solar del régimen.
Fue el caso de la monjita que ensenó a rezar unas improvisadas letanías al pueblo congregado en las calles. Rosario en mano y proclamando “queremos libertad” con la bandera de Venezuela a su lado, sin perder su sonrisa y su mirada pícara, la hermana franciscana María Del Pilar Yragorria comenzó a pronunciar una cadena de consignas en rimas ligeras que hicieron las delicias del público el cual la rodeó de inmediato y, entre carcajadas, coreó sus peticiones a la Santísima Virgen por la libertad de Venezuela:
”Virgen del Valle llévate a Maduro; Divina Pastora llévatelo ahora; Virgen de Coromoto que Maduro suelte el coroto; San Alejo llévatelo lejos; Cardenal Castillo Lara llévatelo sin nada; Virgen de la Chinita llévatelo ahorita; Virgen del Socorro de Valencia quítale las apariencias; San Expedito llévatelo ligerito, Santo Niño de la Cuchilla córtale la silla y también las canillas…”. La desinhibida monjita se ganó aplausos pero también admiración y afectos. No era un ramillete de flores lo que estaba lanzando: era una auténtica carga de profundidad antirégimen, lo cual la gente apreció en el acto.
“Así como la Virgen de Coromoto –explicó en vigorosa arenga desde su estatura, también insignificante- luchó contra la resistencia del cacique indígena, así va a luchar contra el intruso que está ocupando la presidencia de la República”. Hay que rezar a la Virgen y para facilitar el asunto, recitó con desparpajo y mucha gracia, lo que ella llama “una oración”, esas famosas letanías que el pueblo se aprendió de memoria.
Estas religiosas son testimonio de que Dios, tarde o temprano, encuentra “instrumentos” para mantener el ánimo arriba y la esperanza viva.
() Ballena se le llama a la tanqueta llena de agua que dispara con gran fuerza contra los manifestantes. Puede llegar a desprender órganos internos del cuerpo*
() Miraflores: así se llama el palacio de gobierno*