Viaje Apostólico a Panamá, ceremonia de apertura de la Jornada Mundial de la Juventud “Ir adelante no para crear una Iglesia paralela un poco más “divertida” o “cool” en un evento para jóvenes, con algún que otro elemento decorativo, como si a ustedes eso los dejara felices. Pensar así sería no respetarlos y no respetar todo lo que el Espíritu a través de ustedes nos está diciendo”.
Lo dijo el papa Francisco durante la ceremonia de apertura de la Jornada Mundial de la Juventud en la ciudad de Panamá realizada en el Campo de Santa María La Antigua (Cinta Costera) este jueves, 24 de enero de 2019.
Los jóvenes fueron definidos por el Papa como “continua novedad” y “juventud de la Iglesia abriéndonos a un nuevo Pentecostés”. Después de la lectura del evangelio, el Papa ha pronunciado su discurso.
“Pedro y la Iglesia caminan con ustedes y queremos decirles que no tengan miedo, que vayan adelante con esa energía renovadora y esa inquietud constante que nos ayuda y moviliza a ser más alegres y disponibles, más “testigos del Evangelio”.
La edición 2019 de la JMJ, definida por el Papa, es “otra vez una fiesta de alegría y esperanza para la Iglesia toda y, para el mundo, un enorme testimonio de fe”.
El Papa recordó el objetivo del Sínodo de los jóvenes apenas realizado hace tres meses en el Vaticano en octubre. Vivir animados caminando “escuchándonos y a escuchar complementándonos, si nos animamos a testimoniar anunciando al Señor en el servicio a nuestros hermanos; servicio concreto, se entiende”.
Asimismo, apreció el “sacrificio” de los jóvenes para llegar a la quina JMJ realizada en el continente de América. “Sé que llegar hasta aquí no ha sido nada fácil”. Así los llamó discípulos que “no tienen miedo de arriesgar y ponerse a caminar”. “Esa es su mayor alegría, estar en camino”.
Una rumba de diversas culturas
“Hoy podemos “estar de rumba”, porque esta rumba comenzó hace ya mucho tiempo en cada comunidad.”. Al referirse a diversidad de culturas y pueblos, con distintas lenguas, ropas, “hoy podemos ‘estar de rumba’, porque esta rumba comenzó hace ya mucho tiempo en cada comunidad.”.
“Cada uno de nuestros pueblos ha vivido historias y circunstancias diferentes. ¡Cuántas cosas nos pueden diferenciar!, pero nada de eso impidió poder encontrarnos y sentirnos felices por estar juntos”.
El Pontífice habló de una unidad que proviene de la hermandad de la fe. Por eso, llamó a los jóvenes “maestros y artesanos de la cultura del encuentro”.
Benedicto XVI
Sostuvo, que ellos, con sus gestos y actitudes “desmienten” todos esos discursos “que se concentran y se empeñan en sembrar división, en excluir o expulsar a los que no son como nosotros”. “¡Todos somos gente como uno!”
Francisco recordó las palabras de Benedicto XVI, los jóvenes – constató – saben “intuir que «el amor verdadero no anula las legítimas diferencias, sino que las armoniza en una unidad superior».
El Papa pidió un fuerte abrazo para el Papa emérito: “Fuerte, él no está escuchando por televisión”.
El diablo, maestro de la división
Por el contrario, “sabemos que el padre de la mentira prefiere un pueblo dividido y peleado, a un pueblo que aprende a trabajar juntos”.
“Ustedes nos enseñan que encontrarse no significa mimetizarse, ni pensar todos lo mismo o vivir todos iguales haciendo y repitiendo las mismas cosas, escuchando la misma música o llevando la camiseta del mismo equipo de fútbol.
Un sueño llamado Jesús
“No, eso no- continúo-. La cultura del encuentro es un llamado e invitación a atreverse a mantener vivo un sueño en común. Sí, un sueño grande y capaz de cobijar a todos”.
Sucesivamente, el papa Francisco ha citado a San Oscar Romero: “A un santo de estas tierras le gustaba decir: El cristianismo es una Persona que me amó tanto, que reclama y pide mi amor. El cristianismo es Cristo”.
Luego preguntó: “¿Qué nos mantiene unidos? ¿Por qué estamos unidos? ¿Qué nos mueve a encontrarnos?”
“La seguridad – respondió – de saber que hemos sido amados con un amor entrañable que no queremos y no podemos callar y nos desafía a responder de la misma manera: con amor. Es el amor de Cristo el que nos apremia (cf. 2 Co 5,14)”.
Un amor que no margina y no se calla
“Un amor que no “patotea” ni aplasta, un amor que no margina ni calla, un amor que no humilla ni avasalla. Es el amor del Señor, amor cotidiano, discreto y respetuoso, amor de libertad y para la libertad, amor que sana y levanta”.
Un amor que no se pavonea
“Es el amor del Señor que sabe más de levantadas que de caídas, de reconciliación que de prohibición, de dar nueva oportunidad que de condenar, de futuro que de pasado. Es el amor silencioso de la mano tendida en el servicio y la entrega que no se pavonea”.
El Papa les invitó – como Jesús- a practicar el amor sincero, humilde, concreto y a cerrar los ojos e imitar a María: “He aquí la sierva del Señor”.
“Señor, enséñame a amar como tú nos has amado —¿se animan a repetirlo conmigo?—. Señor, enséñame a amar como tú nos has amado”, hizo repetir a los jóvenes.
Francisco fue acogido por 5 jóvenes vestidos con hábitos tradicionales, provenientes de los cinco continentes.
Esta es la segunda visita de un papa a Panamá, después de la visita de Juan Pablo II en 1983.
Por último, después de la oración de los fieles, en varios idiomas, se rezó el Padre Nuestro y el Papa ha dado la bendición final a los jóvenes presentes.
“Amigos, que Jesús los bendiga y Santa María la Antigua los acompañe siempre, para que seamos capaces de decir sin miedo, como ella: Aquí estoy. Hágase”.
En honor de la Virgen, se produjo la entrega de una corona de flores, luego el Papa se despidió para volver a la Nunciatura Apostólica.
El ambiente que se vivió en la ceremonia de apertura de la JMJ 2019.
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