Poco a poco en Hollywood se están dando cuenta de que el público cristiano supone un sector de la población muy interesante y además rentableSalvo excepciones del tipo La pasión, el cine católico no suele ocupar portadas de periódicos ni siquiera un mínimo espacio en los informativos generalistas. Sin embargo, en voz baja y sin hacer mucho ruido, el cine católico ha ido haciéndose un hueco en la industria de Hollywood hasta el punto de que los grandes estudios están empezando a contemplar al público cristiano como un nicho de mercado a tener en cuenta.
Desde que en el año 2004 La pasión de Cristo reventara las taquillas de medio mundo recaudando más de seiscientos millones de dólares, parece que el cine hecho por y para un público católico ha ido en aumento.
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Sobre todo en los últimos año en donde películas, en principio pequeñas, con poco presupuesto, con pocas o ninguna cara conocidas y con una nula campaña de publicidad, han conseguido hacerse un hueco a veces, nada desdeñable, en las taquillas de medio mundo.
María Magdelena, que contaba con la presencia de Joaquín Phoenix metiéndose en la piel de Jesús, tenía un presupuesto tan miserable que hasta es difícil encontrarlo en Internet.
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Independientemente de que fuera mejor o peor película y de que siguiera con más o menos fidelidad el relato bíblico, el film recaudó más de diez millones de dólares, sin contar con lo que pudo reunir en Estados Unidos cuyos datos no están, al parecer, a la vista de cualquiera.
Otra cinta que no dejó indiferente fue Pablo, el apóstol de Cristo, que contaba en su reparto con la gran estrella del cine católico, Jim Caviezel, que interpretaba en la película a san Lucas. El film costó cinco millones de dólares y recaudó en todo el mundo más de 22.
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Pero sin duda, la gran sorpresa del año ha sido I Can Only Imagine, una cinta basada en la popular canción católica más escuchada de todos los tiempos, compuesta por Bart Millard y la banda cristiana MercyMe.
La película, como las otras, resultó muy barata para un sistema como Hollywood. Solo 7 millones de dólares. De hecho, los grandes estudios la rechazaron.
Sin embargo, el film dirigido por Andrew Erwin y Jon Erwin rebasó las expectativas más optimistas. Le plantó cara a la mismísima Black Panther, de la todopoderosa Disney y cuando aún no ha terminado su carrera comercial el film ya lleva recaudados más de 83 millones de dólares solo en Estados Unidos.
Un éxito sin precedentes para una película que no es bíblica pero sí es abiertamente católica.
La moraleja esta clara. No solo de bajezas morales se puede sacar una buena película y desde luego, tener exito.