Un diplomático español explica las claves de la mutua colaboración para lograr la paz y el desarrollo“El distanciamiento entre diplomacia y religión… ¿está fundamentado?”. Es la pregunta que se hizo el diplomático Álvaro Albacete, secretario general adjunto para Relaciones Externas del KAICIID (Centro Internacional Rey Abdullah Bin Abdulaziz para el Diálogo Interreligioso e Intercultural), en el XII Congreso Internacional de la Sociedad Española de Ciencias de las Religiones (SECR), celebrado el año 2018 en Zaragoza con el tema “Religión y política: acuerdos y conflictos”.
La religión, en el origen de la diplomacia
Y la respuesta fue inmediata: “yo creo que es erróneo, que los diplomáticos nos equivocamos en esto, y no tiene ningún fundamento histórico”.
A lo que añadió: “la propia diplomacia es el resultado de la religión. Las primeras embajadas, allá por el siglo XV, eran embajadas pontificias, papales. Así que nuestra experiencia, históricamente, está vinculada a la religión”.
Otro ejemplo que puso fue que “una de las áreas en las que trabajamos, que es la cooperación para el desarrollo, ha sido históricamente llevada a cabo por los misioneros”.
Y recordó que los asuntos religiosos han sido objeto de las negociaciones y tratados internacionales en muchos momentos importantes.
La religión ha tenido que ver con la práctica diplomática, y ha habido religiosos como actores principales en procesos de mediación en conflictos.
Por poner un ejemplo, está documentado el papel que jugó Juan Pablo II en la caída del Muro de Berlín y en la desintegración de la Unión Soviética.
Por lo tanto, reiteró Álvaro Albacete, “hay una tradición de colaboración entre la diplomacia y la religión, y negarlo significa negar la evidencia”.
Aunque el distanciamiento de los diplomáticos ante la religión, en una postura estrictamente secular, existe actualmente.
Una realidad fructífera
La segunda cuestión que planteó el secretario general adjunto del KAICIID fue la siguiente: ¿por qué, a pesar de que esa percepción existe, hay sobre la mesa propuestas concretas de trabajo conjunto entre diplomacia y religión?
Una de ellas es la Alianza de las Civilizaciones, “que implica la interculturalidad y, consecuentemente, la interreligiosidad”.
En concreto, el KAICIID tiene como fin principal el diálogo interreligioso. Pero hay otros ejemplos: la OSCE tiene un grupo de trabajo dedicado a estos asuntos.
La Unión Africana está formando un foro religioso que servirá para que las decisiones que se remiten a la comisión de seguridad y paz cuenten con las comisiones nacionales en las que participan los líderes religiosos.
En la ONU hay un grupo de trabajo inter-agencias que coordina la visión de las religiones y las implica en sus funciones.
No es exhaustiva esta lista que mostró Albacete, pero muestra cómo “diplomacia y religión trabajan juntas”. ¿Por qué se producen estas propuestas de colaboración?
“La primera razón es que la diplomacia no es ajena al diálogo y colaboración entre lo público y lo religioso en esta era postsecular, sin confusión de terrenos”.
Búsqueda conjunta de paz y seguridad
Pero la razón principal no es que los vientos sean favorables en este momento, sino “la utilidad, ya que la religión es tremendamente complementaria del trabajo que hacemos los diplomáticos, y eso justifica que trabajemos juntos”.
Porque, como aclaró el ponente, “los diplomáticos no somos capaces de conseguir la paz en algunos lugares del mundo si no contamos con el apoyo de las comunidades religiosas y de sus líderes”.
El trabajo en común sirve “para hacer frente a los retos que son comunes a la diplomacia y a la religión: la paz y la seguridad en el mundo, y los objetivos de desarrollo sostenible”.
“Es evidente esta utilidad porque lo religioso aporta grados de información sin los cuales los diplomáticos no podríamos trabajar”, afirmó Albacete.
Puso el ejemplo de Oriente Medio, pero también se refirió a otros escenarios internacionales, donde es necesario contar con el sustrato religioso y con las fuentes de información de origen religioso, para que las recomendaciones no sean fallidas.
Y, sobre todo, “la influencia, porque las religiones tienen una enorme influencia en las sociedades, particularmente en algunas, y esto es muy valioso para los diplomáticos”.
Sin subordinar la religión
Hay algunos teóricos que hablan de la subordinación de la religión con respecto a la diplomacia, asegurando que la primera serviría a los fines de la segunda.
“Yo, sin embargo, creo que es un argumento extremo, como el que defiende el aislamiento de lo político con respecto a lo religioso, en aras de un laicismo extremo”.
“No es así: no se trata de subordinar la religión a los fines de la diplomacia, sino de colaborar en objetivos comunes sin renunciar a los fines propios”.
Pero además del “qué”, es importante el “cómo”: “la diplomacia, al implicar a la religión en la búsqueda de sus objetivos, ha de respetar a la religión y no imponerle políticas que le son ajenas”.
“La implicación de las religiones en los procesos diplomáticos no puede reducirse al final del trabajo, sino que ha de contarse con ellas desde el principio”.
Y Albacete puso el ejemplo del proceso de paz en Colombia, donde las religiones han sido actores importantes en la negociación con las FARC y lo siguen siendo en la actualidad.
“Y en los casos en los que la religión es manipulada para justificar la violencia –porque la religión nunca es la causa– la necesidad de colaboración entre diplomacia y religión es bastante obvia”.
Un ejemplo concreto es el de la República Centroafricana. Y citó el caso del arzobispo de Bangui, que acogió en su casa al responsable de la comunidad musulmana y a su familia, demostrando la posibilidad de tolerancia y convivencia.
La paz y la seguridad son ámbitos muy obvios de colaboración, y “la prevención es muy importante y da frutos verdaderos, aunque sean difíciles de medir”.
“A través de los encuentros y del conocimiento mutuo llegamos a esa tolerancia que dificulta el enfrentamiento y el inicio de los conflictos”.
Así, Álvaro Albacete subrayó que, por su experiencia y por lo sabido en el mundo diplomático, “en las fases de negociación, el papel de los líderes religiosos es muy importante, y la tutela de la diplomacia es muy importante”.