Recuperan una biografía escondida durante siglos
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San Valentín se venera no sólo entre los católicos: también en la Iglesia ortodoxa y anglicana. Era un obispo, y es el patrono de los enamorados. Pero ¿cómo pasó de obispo romano a santo del amor? Shakespeare tiene algo que decir: él, en su búsqueda del secreto del amor eterno, se detuvo en las huellas del santo enamorado.
Para entenderlo un poco mejor nos desplazamos a la ciudad italiana de san Valentín: se llama Terni, y Arnaldo Casali, autor de Valentín, el secreto del santo enamorado (Valentino, Il segreto del santo innamorato) www.daliaedizioni.it nos acompaña a la célebre basílica donde está el santo.
Casali (Terni, 1975) es licenciado en Historia Medieval por la Universidad La Sapienza de Roma, y es el director artístico del Festival de Cine “Popoli e Religioni”. Colabora con el Consejo Pontificio para la Familia.
San Valentín es un santo antiguo, recuerda Casali, un joven que en el momento de crisis del Imperio Romano reta a la sociedad a muchos niveles. Este obispo pasa a ser el icono del amor, concretamente de los enamorados muchos siglos después de morir.
El motivo por el cual un obispo es conocido mundialmente como el patrono de los enamorados es básicamente que coincidía su fiesta con las Lupercali, las fiestas romanas dedicadas a la fertilidad y que el papa Gelasio abolió definitivamente en el 496.
Casali nos explica que en realidad, la asociación entre el Día de San Valentín y la Fiesta de los Enamorados “nos llega por Hamlet en Shakespeare”. Y por una significativa coincidencia: a pocos pasos de Verona, la ciudad de Romeo y Julieta, se encuentra el pueblo de Bussolengo, cuyo patrono es San Valentín.
Ya en el siglo IV se empezó a construir en Terni la basílica que atrae a enamorados de todo el mundo y donde está enterrado el obispo. El actual edificio es del siglo XVII.
Casali explica que san Valentín también es conocido como san Valentín de Terni o de Intermamma. Este obispo romano fue un joven patricio convertido al cristianismo, que fue consagrado obispo muy joven, y falleció a los 97 años mártir.
Nacido en Terni el año 176, fue martirizado en Roma precisamente el 14 de febrero de 273. Fue perseguido por su fama evangelizadora y por haber propiciado matrimonios entre romanos y cristianas. Su martirio está descrito en el Martyrologium Herionymianum y en la Passio Sancti Valentini, donde se explica cómo fue decapitado.
“Pensar en san Valentín durante un tiempo significaba bombones de chocolate, cena y velas, una visión consumista del amor contropuesta a un anciano obispo que bendecía a los enamorados”, reconoce Casali.
Hoy me viene a la cabeza un joven santo lleno de amor y pasión, y que en tantas ciudades han querido que sea su patron: de Terni, donde está aquí enterrado, hasta Bussolengo, que está relanzando su figura, pasando por Lublin en Polonia, o Dublín en Irlanda.
“La esperanza es que este santo que todos celebran y nadie conoce un día pueda convertirse en un personaje amado en todo el mundo”, desea Arnaldo Casali.
En Terni, las bicicletas de uso público se llaman “valentinas”, y es habitual encontrar cualquier cosa en forma de corazón, de dulces a ropa. Cada domingo antes de la fiesta, decenas de jóvenes que se van a casar en los próximos meses se acercan a la basílica pera una bendición.
El santo también es muy popular en otros lugares de Italia. Casali, enamorado de su ciudad de Terni, reivindica a su santo como parte de la tradición cristiana europea: “No es un santo comercial o de Hollywood, no nos lo hemos inventado”, concluye.
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