EEUU exporta un promedio de 298,000 armas de fuego cada año a la regiónLas leyes permisivas para la compra y el comercio de armas, así como los vacíos legales de Estados Unidos contribuyen a la violencia mundial, pero sobre todo, contribuyen a que México, América Latina y el Caribe se hayan convertido, en pocos años, en un verdadero polvorín.
Tal podría ser, en un muy apretado resumen, el resultado del reciente Informe sobre comercio de armas de Estados Unidos al resto del mundo –especialmente a los países vecinos o cercanos– por parte de la organización Center for American Progress.
Para este organismo, la administración federal actual de Estados Unidos ha focalizado su atención en velar por la protección de sus fronteras ,contra las amenazas de tráfico de drogas y de crímenes violentos por potencias extranjeras, “ignorando” su papel como principal proveedor de armas de fuego “y, por ende, su aportación en los crímenes que tanto acusa”.
Ciertamente, esta “aportación” es avalada en Estados Unidos, aduciendo que las armas fueron “legalmente exportadas y vendidas”, y que, en todo caso, fueron utilizadas para uso criminal hasta cruzaron la frontera.
Algunos datos para eliminar la ignorancia
Es cierto: el comercio de armas siempre se basa en la premisa de que es “legal” hasta que cae en manos criminales. Pero, tan solo del 2014 al 2016 en 15 países de América del Norte (México y Canadá), América Central y el Caribe, se recuperaron 50,133 armas de origen estadounidense.
Este país exporta un promedio de 298,000 armas de fuego cada año a la región. Y las que ahí se compran, por parte de grupos armados representan un enorme volumen, muy poco conocido. Por ejemplo, en 2015, una red de traficantes de personas y drogas compró más de 100 armas en el Valle de Río Grande (Texas) y se trajeron de contrabando a México. Solo 14 de estas armas fueron confiscadas en México.
De acuerdo con Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos, de las 106,001 armas recuperadas por el Ejército mexicano, como parte de una investigación criminal llevada a cabo de 2011 a 2016, 70 por ciento de dichas armas fueron compradas con un distribuidor de armas legal de Estados Unidos.
Se estima que de todas las armas vendidas y no confiscadas se llega a la cantidad de 213,000 armas, que cruzan la frontera México-Estados Unidos, cada año. Más de la mitad de las armas confiscadas son armas largas, mismas que se han convertido en las más usadas por el crimen organizado que opera en México.
Es más, del 2009 al 2014, las armas confiscadas en México proceden de Texas (41 por ciento), California (19 por ciento) y Arizona (15 por ciento). Los tres estados fronterizos, y los tres por donde pasaría el muro que quiere construir Donald Trump.
Hay que recordar que en 2017, México alcanzó los niveles más altos de homicidios de los últimos 20 años, con 20.5 homicidios por cada 100,000 habitantes. En 1997 solo 15 por ciento de los homicidios fue cometido con armas de fuego; para el 2017 se incrementó a 68 por ciento.
El tráfico de armas es hacia todos lados
No solo existe el trafico de armas en la frontera sur de Estados Unidos. En la vecina nación del norte, Canadá, cerca de 8,700 armas fueron confiscadas en una investigación criminal (2011-2016), de las cuales 98.5 por ciento eran de origen estadounidense.
Según la Agencia de Servicios Fronterizos de Canadá, hubo un incremento de incautación de armas ilegales: de 226 armas en 2012 hasta 3,016 en 2015.
Pero también el flujo crece hacia territorios copados por el crimen y la violencia, como algunos países de Centroamérica y el Caribe. Del 2014 a 2016, las armas incautadas al crimen organizado procedentes de Estados Unidos representan 49 por ciento en Honduras, 29 por ciento en Guatemala, 51 por ciento en Belice y 47 por ciento en Panamá.
Y en el Caribe, la proporción de armas estadounidenses incautadas a grupos criminales crece: 97 por ciento en las Islas Bahamas, 62 por ciento en Jamaica, 57 por ciento en Trinidad y Tobago y 46 por ciento en República Dominicana.
Entre 2014 al 2016, se cuentan 55,133 armas originarias de Estados Unidos que fueron confiscadas como parte de investigaciones criminales en 15 países de Norte América, Centroamérica, América del Sur y el Caribe.
Problemas y recomendaciones
Ante las leyes poco severas en Estados Unidos y las elevadas tasas de producción de armas en ese país (se calcula que de 2006 a 2015, hubo una producción de 67.5 millones de armas de fuego), ¿se puede hacer algo?
Sobre todo, porque los traficantes de armas compran a muy bajo precio en Estados Unidos y las revenden a un precio más alto en sus países de origen, además de utilizar prestanombres que compran armas de parte de criminales o personas involucradas en el trafico de armas, ante la mirada dispersa de los vendedores.
Las recomendaciones que se pueden leer en el Informe del Center for American Progress van en el sentido de aumentar los controles de antecedentes para la compra de armas; hacer que el trafico de armas y ser prestanombres de algún traficante de armas, se considere crimen federal; reportar la ventas de armas y aumentar el acceso a datos internacionales de tráfico de armas.
Pero será muy complicado que esto sucede cuando el “negocio” de armar grupos violentos hace marchar buena parte de la economía estadounidense, cuando menos de los estados del sur de ese país; por donde pasara el muro que los protegerá… de los criminales.